Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile
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- ¡Siéntate! -gritó Montag. Ella se apartó de un salto, con las manos vacías-.<br />
¡Estamos hablando!<br />
Beatty prosiguió como si nada hubiese ocurrido.<br />
-Te gustan los bolos, ¿verdad, Montag?<br />
-Los bolos, sí.<br />
-¿Y el golf?<br />
-El golf es un juego magnífico.<br />
-¿Baloncesto?<br />
-Un juego magnífico.<br />
-¿Billar? ¿Fútbol?<br />
-Todos son excelentes.<br />
-Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de<br />
pensar, ¿eh? Organiza y superorganiza superdeporte. Más chistes en los<br />
libros. Más ilustraciones. La mente absorbe menos Y menos. Impaciencia.<br />
Autopistas llenas de multitudes que van a algún sitio, a algún sitio, a algún sitio,<br />
a ningún sitio. El refugio de la gasolina. Las ciudades se convierten en moteles,<br />
la gente siente impulsos nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las<br />
mareas, viviendo una noche en la habitación donde otro ha dormido durante el<br />
día y el de más allá la noche anterior.<br />
Mildred salió de la habitación y cerró de un portazo. Las «tías» de la sala de<br />
estar empezaron a reírse de los «tíos» de la sala de estar.<br />
-Ahora, consideremos las minorías en nuestra civilización. Cuanto mayor es la<br />
población, más minorías hay. No hay que meterse con los aficionados a los<br />
perros, a los gatos, con los médicos, abogados, comerciantes, cocineros,<br />
mormones, bautistas, unitarios, chinos de segunda generación, suecos,<br />
italianos, alemanes, tejanos, irlandeses, gente de Oregón o de México. En este<br />
libro, en esta obra, en este seria¡ de televisión la gente no quiere representar a<br />
ningún pintor, cartógrafo o mecánico que exista en la realidad. Cuanto mayor<br />
es el<br />
mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto.<br />
Todas las minorías menores con sus ombligos que hay que mantener limpios.<br />
Los autores, llenos de malignos pensamientos, aporrean máquinas de escribir.<br />
Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los<br />
libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño<br />
que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que<br />
sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de<br />
las revistas eróticas tridimensionales, claro está. Ahí tienes, Montag. No era<br />
una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni