Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile
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-Ellos... -dijo Mildred-. Bueno, ellos.... ellos han tenido esta pelea, ya lo has<br />
visto. Desde luego, discuten Mucho. Tendrías que oírlos. Creo que están<br />
casados. Sí, están casados. ¿Por qué?<br />
Y si no se trataba de las tres paredes que pronto se convertirían en cuatro para<br />
completar el sueño, entonces, era el coche descubierto y Mildred conduciendo<br />
a ciento cincuenta kilómetros por hora a través de la ciudad, el gritándole y ella<br />
respondiendo a sus gritos, mientras ambos trataban de oír lo que decían, pero<br />
oyendo sólo el rugido del vehículo.<br />
¡Por lo menos, llévalo el mínimo! -vociferaba Montag---.<br />
-¿Qué? -preguntaba ella-.<br />
-¡Llévalo al mínimo, a ochenta! -gritaba él-.<br />
-¿Qué? -chillaba ella-.<br />
-¡Velocidad! -berreaba él-.<br />
Y ella aceleró hasta ciento setenta kilómetros por hora y dejó a su marido sin<br />
aliento.<br />
Cuando se apearon del vehículo, ella se había puesto la radio auricular.<br />
Silencio. Sólo el viento soplaba suavemente.<br />
-Mildred.<br />
Montag rebulló en la cama. Alargó una mano y s de la oreja de ella una de las<br />
diminutas piezas musicales.<br />
-Mildred. ¡Mildred!<br />
- Sí.<br />
La voz de ella era débil.<br />
Montag sintió que era una de las criaturas insertadas electrónicamente entre<br />
las ranuras de las paredes de fonocolor, que hablaba, pero que sus palabras<br />
no atravesaban la barrera de cristal. Sólo podía hacer una pantomima, con la<br />
esperanza de que ella se volviera y viese. A través del cristal, les era imposible<br />
establecer contacto.<br />
-Mildred, ¿te acuerdas de esa chica de la que he hablado?<br />
-No.<br />
-Quería hablarte de ella. Es extraño.