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Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile

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estrellas, un millón de ellas flotando entre las nubes, como los discos<br />

enemigos, y la sensación de que el cielo podía caer sobre la ciudad y<br />

convertirla en polvo, mientras la luna estallaba en fuego rojo; ésa era la<br />

sensación que producía la noche.<br />

Montag salió del «Metro» con el dinero en el bolsillo. Había visitado el Banco<br />

que no cerraba en toda la noche, gracias a su servicio de cajeros automáticos,<br />

y mientras andaba, escuchaba la radio auricular que llevaba en una oreja...<br />

«Hernos movilizado a un millón de hombres. Conseguiremos una rápida<br />

victoria si estalla la guerra ... » La música dominó rápidamente la voz y se<br />

apagó después.<br />

-Diez millones de hombres movilizados -susurró la voz de Faber en el otro oído<br />

de Montag-. Pero dice un millón. Resulta más tranquilizador.<br />

-¿Faber?<br />

-Si.<br />

-No estoy pensando. Sólo hago lo que se me dice, como siempre. Usted me ha<br />

pedido que tuviera dinero, y ya lo tengo. Ni siquiera me he parado a meditarlo.<br />

¿Cuando empezaré a tener iniciativas propias?<br />

-Ha empezado ya, al pronunciar esas palabras. Tendrá que fiarse de mí.<br />

-¡Me he estado fiando de los demás!<br />

-Sí, y fijese adónde hemos ido a parar. Durante algún tiempo, deberá caminar a<br />

ciegas. Aquí está mi brazo para guiarle.<br />

-No quiero cambiar de bando y que sólo se me diga lo que debo hacer. En tal<br />

caso, no habría razón para el cambio.<br />

-¡Es usted muy sensato!<br />

Montag sintió que sus pies le llevaban por la acera hacia su casa.<br />

-Siga hablando.<br />

-¿Le gustaría que leyese algo? Lo haré para que pueda recordarlo. Por las<br />

noches, sólo duermo cinco horas. No tengo nada que hacer. De modo que, si<br />

1o desea, le leeré durante las noches. Dicen que si alguien te susurra los<br />

conocimientos al oído incluso estando dormido, se retienen.<br />

-Sí.<br />

-¡Ahí va! -Muy lejos, en la noche, al otro lado de la ciudad, el levísimo susurro<br />

de una página al volverse-. El Libro de Job.

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