07.05.2013 Views

Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile

Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile

Fahrenheit 451 Ray Bradbury Fuego Brillante - Educarchile

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

En las últimas noches, había tenido sensaciones in ciertas respecto a la acera<br />

que quedaba al otro lado aquella esquina, moviéndose a la luz de las estrellas<br />

hacia su casa. Le había parecido que, un momento antes de doblarla, allí había<br />

habido alguien. El aire parecía lleno de un sosiego especial, como si alguien<br />

hubiese aguardado allí, silenciosamente, y sólo un momento antes de llegar a<br />

él se había limitado a confundirse en una sombra para dejarle pasar. Quizá su<br />

olfato detectase débil perfume, tal vez la piel del dorso de sus manos y de su<br />

rostro sintiese la elevación de temperatura en aquel punto concreto donde la<br />

presencia de una persona podía haber elevado por un instante, en diez grados,<br />

la temperatura de la atmósfera inmediata. No había modo de entenderlo. Cada<br />

vez que doblaba la esquina, sólo veía la cera blanca, pulida, con tal vez, una<br />

noche, alguien desapareciendo rápidamente al otro lado de un jardín antes de<br />

que él pudiera enfocarlo con la mirada o hablar.<br />

Pero esa noche, Montag aminoró el paso casi hasta detenerse. Su<br />

subconsciente, adelantándosele a doblar la esquina, había oído un debilísimo<br />

susurro. ¿De respiración? ¿0 era la atmósfera, comprimida únicamente por<br />

alguien que estuviese allí muy quieto, esperando?<br />

Montag dobló la esquina.<br />

Las hojas otoñales se arrastraban sobre el pavimento iluminado por el claro de<br />

luna. Y hacían que la muchacha que se movía allí pareciese estar andando sin<br />

desplazarse, dejando que el impulso del viento y de las hojas la empujara hacia<br />

delante. Su cabeza estaba medio inclinada para observar cómo sus zapatos<br />

removían las hojas arremolinadas. Su rostro era delgado y blanco como la<br />

leche, y reflejando una especie de suave ansiedad que resbalaba por encima<br />

de todo con insaciable curiosidad. Era una mirada, casi, de pálida sorpresa; los<br />

ojos oscuros estaban tan fijos en el mundo que ningún movimiento se les<br />

escapaba. El vestido de la joven era blanco, y susurraba. A Montag casi le<br />

pareció oír el movimiento de las manos de ella al andar y, luego, el sonido<br />

infinitamente pequeño, el blanco rumor de su rostro volviéndose cuando<br />

descubrió que estaba a pocos pasos de un hombre inmóvil en mitad de la<br />

acera, esperando.<br />

Los árboles, sobre sus cabezas, susurraban al soltar su lluvia seca. La<br />

muchacha se detuvo y dio la impresión de que iba a retroceder, sorprendida;<br />

pero, en lugar de ello, se quedó mirando a Montag con ojos tan oscuros,<br />

brillantes y vivos, que él sintió que había dicho algo verdaderamente<br />

maravilloso. Pero sabía que su boca sólo se había movido para decir adiós, y<br />

cuando ella pareció quedar hipnotizada por la salamandra bordada en la<br />

manga de él y el disco de fénix en su pecho, volvió a hablar.<br />

-Claro está -dÍjo-, usted es la nueva vecina, ¿verdad?<br />

-Y usted debe de ser -ella apartó la mirada de los símbolos profesionales- el<br />

bombero.<br />

La voz de la muchacha fue apagándose.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!