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DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DOMINICANA, 263
pal1sión, o sea la republicana, participó del placer general
con que la concurrencia vió que sin alterarse en 10 más leve
el orden del país, bajó del podel' supremo su anterior elegido
para que subiese a él quien acababa de presentarse,
fiel al llamamiento de los pueblos, para ocupar aquel rango
elevado.
i Felices los pueblos que elígen de su mismo seno el
hombl'e que ha de mandarlos! La libertad es un bien del
Cielo.
Pero atando el interrumpido hilo de esta narración diremos
que de pué de lo que dejamos referido, el señor
Lovelace, Presidente del Congreso, dirigiéndose al General
Libertador, leyó el elocuente discurso que a continuación
reproducimos; no atinando qué celebrar más de esta muestra
de los talentos de aquel digno representante, si el mérito
intrínseco de la obra, o la apropiada entonación que daba
a cada una de sus palabras; maestría con que acertó a
conmover al auditorio en diversos pasajes de la misma.
Dice así:
Señor Presidente.
Organo de la nación, cargo por cierto superior a mis
fuerzas, una boca más elocuente debería expresarse en este
día solemne: pues 10 que la Patria posee de mas glorioso se
encuentra hoy reunido en este l'ecinto.
Debo hacel' señores, una breve reseña de los acontecinúentos
que han precedido este día feliz.
Inspirados los dominicanos ahol'a nueve años a dar el
grito de separación de la dominación haitiana, fuisteis, señor,
su primer caudillo. La justicia de nuestra causa y la.
fortuna os fueron propicias, el valol' y decisión del pueblo
hizo lo demás.
Erigido el pueblo en nación libre e independiente, Sl:
mandatarios en la Constituyente de 1844, llamaron al hombre
de bien, al célebre campeón, al puesto de primer mag
trado de la' República.
Combates y triunfos considerables señalaron los pri-