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DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DOMINICANA 305
mismos que urdieron este medio de difamación, este arbitrio
para pretextar tropelías, estaban tan aturdidos, que ni
siquiera reflexionaron sobre la monstruosa inconsecuencia
que habían de notar las gentes de juicio entre las palabras
y los actos del Congreso.
En efecto, siendo ciertos los cargos, constituyendo faltas
graves y tratándose de personas responsables sin fuerza
para resistir y respecto de la cual la perpetua proscripción
impuesta, las diatribas e injurias alejan toda idea de
consideración personal, ¿de que manera puede explicarse
que el Congreso no siguiera un juicio formal? ¿Como olvidar
su misión para entregarse a una disputa tan ajena del
decoro de los altos poderes nacionales? ¿Por qué el tribunal
se convierte en denunciador y el Ejecutivo en Juez? ¿Por
qué se prescinde del poder legal, y se apela al poder arbitrario?
¿Por qué los diputados desechan hoy una acusación, me
denuncian mañana y no quieren nunca juzgarme? ¿No es
evidente que todos ellos cejaban ante el compromiso de ultrajar
la inocencia en un juicio solemne? ¿Qué revelan, pues,
estos sucesos? Una tiranía desorganizada aún, sin cómplices
bastantes para realizar sus planes. Luego se la verá, personificada
en Santana, reasumir toda la responsabilidad y todo
el poder para -herir bruscamente, atropellando en unos pocos
individuos las garantías de la sociedad entera.
Entro a habérmelas ahora con el manifiesto de Santana.
esa prueba irrecusable de su ambición y deslealtad.
Santana se ostentaba dentro y fuera de la República
com'o mi más sincero amigo y se vanagloriaba de haber influído
en rrú nombramiento pal'a primer magistrado, y hoy
Se presenta acusándome y condenándome, no ya por hechos
posteriores, sino pOl' los actos pasados de mi vida, ofreciendo
como pruebas la conciencia con que entonces los juzgal'a.
¿. Cómo aparece Santana en este juicio moral? ¿Es hombre
o monstruo?
Apreciando ahora su conducta en un juicio político ¿qué
se evidencia? Un poder tremendo en las manos de un hombre
ante cuyas pasiones desaparecen todas las garantías.
¿Habrá quien de buena fe acepte para su patria el ejercicio