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DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DOMINICANA 421
¿y por qué tal humillación? ¿por evadirme de un juicio en
que sin duda debían aparecer como culpables únicamente
los mismos que se empeñaban en mi persecución? Que den
gracias el señor Báez y su señal' Ministro de Guerra y Marina
de que yo haya protestado no recordar más el pasado,
ese pasado que si algo tiene que remuerda mi espíritu, es
sólo la condescendencia que tuve de haberlos amparado en
mi política y dádoles una posición que no merecían y en la
que tantos males han causado a esta tierra.
Para mí, un juicio no podía nunca llenarme de temores,
porque si algunos hombl'es comprendían mal mi conducta
como Presidente de la República y como General en
Jefe de los Ejércitos, y solicitaban ponerme en estado de
acusación, habiéndose llenado las formalidades de la ley y
remitiéndome ante un tribunal de jueces imparciales, el resultado
que debía" aguardar no podía ser otro que el de una
absolución que m.te llenara de satisfacción y de gloria y que
arrastrara de vergüenza y de oprobio a mis encarnizados
enemigos; pero no se trataba de respetar la ley: el señor
Báez y su señor Ministro de Guerra y Marina 10 que querían
era sacrificarme o alejarme del país, y no sintiéndose
con suficiente valor para llevar a cabo lo primero, inventaron
un tejido de intrigas en que apareciera yo pidiendo
mi pasaporte para de ese modo dejar cubiertas las apariencias.
Véase lo que pasó. Después que pOI' un acto solemne
celebrado por la intervención del Cuerpo Consular me hallaba
yo retil'ado a la vida privada y el señor Báez ocupaba
la Presidencia de la República, recibo en Diciembre de 18ú6
un acto colecticio suscrito por los señores Cónsules de España,
Francia e Inglaterra, en que manifestaban la conveniencia
de que me retirase temporalmente de la República,
para que me sust1'a§em del resultado de un §uicio para el
eual convendría maY01' calma de la, que existía en los espí­
1'ÍtuS. Ese acto que va inserto a continuación, me fué entregado
por el señor Che1'Y Coén, quien particularmente me
hizo entender que se tenía a mi disposición la goleta holandesa
Australia que en aquellos momentos se hallaba surta