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hacen ascender hasta setenta y ocho mil pesos fuertes, cuando
no eran sino treinta y cuatro mil. Pero así es el mundo:
Cuando los buenos alababan la previsión del Gobierno y
su esmerada solicitud en establecel' casas de abasto, los libelistas
que se titulan patriotas, le hacen cargos por el di·
nero enviado a Curazao con este objeto, y añaden que po't' su
puesto para dispone?' de ellos a última hora. Ripio miserable
que no merece contestación porque, todo hombre de
bien, aunque no goce de la l'eputación y celebridad que el señor
Báez, tiene mil veces en más estima su honor, que su
vida y que todos los tesoros del mundo; y nO es posible supone'r
por más que ellos supO'Yl,gan, que el hombre que ha
sabido aumentar con honradez los bienes que heredó de sus
mayores, vaya a empañar ese nombre sin mancha apropiándose
la suma de treinta y cuatro mil pesos; suma que los
libelistas, en sus ensueños de ambición, creyeron poseer tan
fácilmente, según se evielencia por el escrito que dirigieron
al Cónsul Dominicano en CUl'azao y que copiaremos mas
adelante.
"Mientras tanto, el Gobilerno P,rovisional comprendiendo
el inminente riesgo que corren los intereses de la
nación, ha dado un Decreto por el cual se mandan embargar
los fondos pertenecientes al Erario público que se encuentren
dentl"O o fuera del país, y al mismo tiempo se embargan
también cuantos bienes se reconozcan como pertenecientes
al señor Buenaventura Báez".
Mucho antes de aparecer en la Gaceta de los facciosos
tan ridículo decreto, ya los cabecillas de la insurrección habían
dispuesto de cuarenta mil y más pesos fuertes que se
hallaban depositados en la Administración Particular de
Santiago, producto de los billetes de caja énviados a aquella
Provincia, y cuya medida, hasta cierto punto laudable,
la quiso convertir en cargo la ambición desenfrenada de
esos hombres irreflexivos. Las sumas que existían en Puerto
Plata como producido ele los derechos de Aduana, y las
que se acababan de enviar a la Provincia de La Vega, todas
fueron extraídas por el que se dice Gobierno Provisional
sín necesidad de decreto. Es preciso, pues, convenir en que