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422 ARCHIVO GENERAL DE LA NACION
en La Romana, para que i l'esolvía ausentarme pudiese
hacerlo en ese buque. Mi contestación a los señores Cónsules
está muy terminante. Léase lo que les dije, y mis
conciudadanos verán cual era realmente mi determinación:
prefería que me sacrificaran antes que abandonar
el país del modo que se pretendía, porque salir de la República
como nn prófugo no sólo era darles al señor Báez
y a su señor Ministro de Guerra y Marina un triunfo esplendente,
sino que a más de dejar establecido el fatal precedente
de que bastara la más ligera indicación de riesgo
para que cualquier ciudadano corriera una suerte igual e
la mía, toda mi reputación y toda mi dignidad iban a quedar
envilecidas y depuestas con mengua de los títulos que in rubor
y que con 01'gU1l0 puedo decir que he aclquirido por mi
servicios prestados al país.
Ya, pocos días antes, había yo mandado al señor Juan
Bautista Morel para que se acercara al señor Báez y a ,'u
señor Ministro de Guerra y Marina, con el objeto de inducir
a esos hombres a que moderaran el estado de il'l'itación
en que ellos mismos habían puesto a sus parciales, porque
tal era la algazara y las acrimonias con que se me maltrataba
por medio de la prensa, tales eran las amenazas y los
insultos que se me hacían, que llegué a creer que los hombres
de orden, todos mis amigos, ofendidos de semejantes
escándalos y previendo las consecuencias que pudiera traer
al paítl una política tan disociadora, concibieran el peligroso
pensamient9 de comprometer el caso de una insurrección.
El señor Báez y su señor Ministro de Guerra y Marina me
conocían muy a fondo: sabían que mis principios habían
sido siempre inalterables, que en mi carrera política no he
tenido otros pensamientos que sostener la independencia,
ele mi patria, garantir la conservación del orclen y de una
bien entendida libertad; pero desgraciadamente había empeños
en desacreditarme: se había resuelto quitarme del
medio; porque mi presencia en la República era un grave
inconveniente a la siniestra política que se inauguraba, y (1
este fin cualquier resorte, por ilícito que fuese, debía precisamente
moverse para llevar a ejecución tan malvados