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DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DOlVIlNICANA 279<br />
No conforme con esta promesa, porque aquietalse hubiera<br />
sido renunciar a sus elevadas aspiraciones, hizo <strong>de</strong><br />
modo que algunos individuos influyentes <strong>de</strong>l Clero, UllOS a<br />
sabiendas y otros engañados por sus intrigas y falsos informes,<br />
tomasen a su cargo <strong>la</strong> empresa <strong>de</strong> fascinar <strong>la</strong>s masas<br />
en su favor. El viernes <strong>de</strong> Dolores <strong>de</strong>l año próximo pasado<br />
está aún presente en nuestra imaginación con caracteres<br />
muy vivos. Vosotros, conciudadanos, sabéis tan bien como<br />
yo, que en ese día se convirtió <strong>la</strong> cátedra <strong>de</strong> Cristo en una<br />
tribuna política, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cual se <strong>de</strong>rramaron a manos nenas,<br />
sin duda con <strong>la</strong> mejor intención y en fuerza <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s<br />
maliciosas sugestiones, los mayores encomios en pro <strong>de</strong>l<br />
Gobierno y se fulminaron terribles anatemas contra los fingidos<br />
conspiradores. Esto, como era <strong>de</strong> esperarse, produjo<br />
a<strong>la</strong>rma en toda <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción y principalmente en los individuos<br />
<strong>de</strong>signados' a <strong>la</strong> ociosidad pública; los cuales se me<br />
abocaron al momento en <strong>la</strong> casa que yo ocupaba entonces<br />
extramuros <strong>de</strong> esta Ciudad y me suplicaTon que diera algún<br />
paso bastante a evitar el peligro que les amenazaba.<br />
El golpe estaba dado, sus efectos empezaron a sentirse<br />
instantáneamente y <strong>la</strong> repetición <strong>de</strong> él acaso hubiera sido<br />
causa <strong>de</strong> una conmoción popu<strong>la</strong>.r, harto fácil y hace<strong>de</strong>ra en<br />
países que como el nuestro rin<strong>de</strong>n una seña<strong>la</strong>da obediencia<br />
a los Ministros <strong>de</strong>l Señor. j Tea bien funesta por cierto fué<br />
a <strong>la</strong> que entonces se recurrió! Aún me hOTrorizo al consi<strong>de</strong>rar<br />
que el<strong>la</strong> pudo haber incendiado nuestro edificio social,<br />
y habernos hundido a todos entre <strong>la</strong>s can<strong>de</strong>ntes ruinas<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> Patria. i Y todo por <strong>la</strong> <strong>de</strong>smedida ambición <strong>de</strong> un hombre<br />
L.. Pero para contener esos amagos <strong>de</strong>l individualismo<br />
que amenazaba <strong>la</strong> estabilidad <strong>de</strong> nuestras instituciones, yo<br />
tenía y tengo <strong>la</strong> energía necesaria, e impulsado por el<strong>la</strong><br />
y por el fundado temor <strong>de</strong> aquellos conciudadanos, tuve<br />
aquel mismo día una entrevista con el señor Arzobispo: le<br />
advertí que era un error el creer que se conspiraba contra<br />
el Gobierno, cuando era éste el verda<strong>de</strong>ro y único conspirador;<br />
le hice presente <strong>la</strong>s funestas consecuencias que podía<br />
causar ese mismo error; le recordé los <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> los Ministros<br />
<strong>de</strong>l altar, y los suyos como jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia Domi-