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Untitled - Edocr

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Habéis sido muy buenos conmigo, hijos; mejores que ningún otro<br />

del pueblo. Y no lo olvido, no. Muchas veces me digo a mí mismo,<br />

digo: «Yo les arreglaba las cometas y sus co¬sas a todos los chicos<br />

y les enseñaba los buenos sitios para pescar, y era amigo de ellos,<br />

y ahora ninguno se acuerda del pobre Muff, que está en apuros,<br />

más que Tom y Huck. No, ellos no me olvidan digo yo , y yo no me<br />

olvido de ellos.» Bien, muchachos; yo hice aquello porque estaba<br />

loco y borra¬cho entonces; y sólo así lo puedo comprender, y ahora<br />

me van a colgar por ello, y está bien que así sea. Está bien, y es lo<br />

me¬jor además, según espero. No vamos a hablar de eso; no<br />

quie¬ro que os pongáis tristes, porque sois amigos míos. Pero lo<br />

que quiero deciros es que no os emborrachéis, y así no os ve¬réis<br />

aquí. Echaos un poco a un lado para que os vea mejor. Es un alivio<br />

ver caras de amigos cuando se está en este paso, y nadie viene por<br />

aquí más que vosotros. Caras de buenos ami¬gos..., de buenos<br />

amigos. Subíos uno en la espalda del otro para que pueda tocarlas.<br />

Así está bien. Dame la mano; la tuya cabe por la reja, pero la mía<br />

no. Son manos bien chicas, pero han ayudado mucho a Muff Potter<br />

y más le ayudarían si pu¬diesen.<br />

Tom llegó a su casa tristísimo y sus sueños de aquella noche fueron<br />

una sucesión de horrores. El próximo día y al siguiente rondó por<br />

las cercanías de la sala del tribunal, atraí¬do por un irresistible<br />

impulso de entrar, pero conteniéndose para permanecer fuera. A<br />

Huck le ocurría lo mismo. Se es-quivaban mutuamente con gran<br />

cuidado. Uno y otro se aleja¬ban de cuando en cuando, pero la<br />

misma trágica fascinación los obligaba a volver en seguida. Tom<br />

aguzaba el oído cuando algún ocioso salía fuera de la sala; pero<br />

invariablemente oía malas noticias: el cerco se iba estrechando más<br />

y más, impla¬cable, en torno del pobre Potter. Al cabo del segundo<br />

día la conversación del pueblo era que la declaración de Joe el<br />

Indio se mantenía en pie a inconmovible y que no cabía la menor<br />

duda sobre cuál sería el veredicto del jurado.<br />

Tom se retiró muy tarde aquella noche y entró a acos¬tarse por la<br />

ventana. Tenía una terrible excitación y pasaron muchas horas<br />

antes de que se durmiera. Todo el pueblo acu¬dió a la siguiente<br />

mañana a la casa del tribunal, porque era aquél el día decisivo.<br />

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