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Untitled - Edocr

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Me parece que ése debe de ser de los buenos. Pero ¿no nos lo<br />

quitará la viuda, Tom? Está en su terreno.<br />

¡Quitárnoslo ella! Puede ser que quiera hacer la prue¬ba. Quien<br />

encuentra uno de esos tesoros escondidos, él es el dueño. No<br />

importa de quién sea el terreno.<br />

Aquello era tranquilizador. Prosiguieron el trabajo. Pa¬sado un rato<br />

dijo Huck:<br />

¡Maldita sea! Debemos de estar otra vez en mal sitio. ¿Qué te<br />

parece?<br />

Es de lo más raro, Huck. No lo entiendo. Algunas ve¬ces andan en<br />

ello brujas. Puede que en eso consista.<br />

¡Quiá! Las brujas no tienen poder cuando es de día.<br />

Sí, es verdad. No había pensado en ello. ¡Ah, ya sé en qué está la<br />

cosa! ¡Qué idiotas somos! Hay que saber dónde cae la sombra de<br />

la rama a media noche ¡y allí es donde hay que cavar!<br />

¡Maldita sea! Hemos desperdiciado todo este trabajo para nada.<br />

Pues ahora no tenemos más remedio que venir de noche, y esto<br />

está la mar de lejos. ¿Puedes salir?<br />

Saldré. Tenemos que hacerlo esta noche, porque si al¬guien ve<br />

estos hoyos en seguida sabrá lo que hay aquí y se echará sobre<br />

ello.<br />

Bueno; yo iré por donde tu casa y maullaré.<br />

Convenido, vamos a esconder la herramienta entre las matas.<br />

Los chicos estaban allí a la hora convenida. Se sentaron a esperar,<br />

en la oscuridad. Era un paraje solitario y una hora que la tradición<br />

había hecho solemne. Los espíritus cuchi¬cheaban en las inquietas<br />

hojas, los fantasmas acechaban en los rincones lóbregos, el ronco<br />

aullido de un can se oía a lo le¬jos y una lechuza le contestaba con<br />

un graznido sepulcral. Los dos estaban intimidados por aquella<br />

solemnidad y habla¬ban poco. Cuando juzgaron que serían las<br />

doce, señalaron dónde caía la sombra trazada por la luna y<br />

empezaron a cavar. Las esperanzas crecían. Su interés era cada<br />

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