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Untitled - Edocr

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Cuánto tiempo pasó después, hasta que Becky volvió a recobrar<br />

poco a poco los sentidos y a darse cuenta de que es¬taba llorando<br />

en los brazos de Tom, ninguno de ellos supo decirlo. No sabían sino<br />

que, después de lo que les pareció un intervalo de tiempo<br />

larguísimo, ambos despertaron de un pe¬sado sopor y se vieron<br />

otra vez sumidos en sus angustias. Tom dijo que quizá fuese ya<br />

domingo, quizá lunes. Quiso hacer hablar a Becky, pero la<br />

pesadumbre de su pena la tenía anona¬dada, perdida ya toda<br />

esperanza. Tom le aseguró que tenía que hacer mucho tiempo que<br />

habrían notado su falta y que sin duda alguna los estaban ya<br />

buscando. Gritaría, y acaso al¬guien viniera. Hizo la prueba; pero<br />

los ecos lejanos sonaban en la oscuridad de modo tan siniestro que<br />

no osó repetirla.<br />

Las horas siguieron pasando y el hambre volvió a ator¬mentar a los<br />

cautivos. Había quedado un poco de la parte del pastel que le tocó<br />

a Tom, y lo repartieron entre los dos; pero se quedaron aún más<br />

hambrientos: el mísero bocado no hizo sino aguzarles el ansia de<br />

alimentos.<br />

A poco rato, dijo Tom:<br />

¡Chist! ¿No oyes?<br />

Contuvieron el aliento y escucharon.<br />

Se oía como un grito remotísimo y débil. Tom contestó al punto, y<br />

cogiendo a Becky por la mano echó a andar a tientas por la galería<br />

en aquella dirección. Se paró y volvió a escuchar: otra vez se oyó el<br />

mismo sonido, y al parecer más cercano.<br />

¡Son ellos! exclamó Tom . ¡Ya vienen! ¡Corre, Becky! ¡Estamos<br />

salvados!<br />

La alegría enloquecía a los prisioneros. Avanzaban, con todo, muy<br />

despacio, porque abundaban los hoyos y despeña¬deros y era<br />

preciso tomar precauciones. A poco llegaron a uno de ellos y<br />

tuvieron que detenerse. Podía tener una vara de hondo o podíá<br />

tener ciento. Tom se echó de bruces al suelo y estiró el brazo<br />

cuanto pudo, sin hallar el fondo. Tenían que quedarse allí y esperar<br />

hasta que llegasen los que buscaban. Escucharon: no había duda<br />

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