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La figura histórica de Jesús

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162<br />

LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

<strong>de</strong>l mundo, tus hijos han vuelto sus rostros a mí, porque soy ante ti<br />

como un hijo <strong>de</strong> la casa. Juro por tu gran nombre que no me moveré <strong>de</strong><br />

aquí hasta que tengas piedad <strong>de</strong> tus hijos". Empezó a lloviznar, pero<br />

Honi no estaba satisfecho: "No he rezado para pedir esta clase <strong>de</strong> lluvia,<br />

sino la lluvia <strong>de</strong> buena voluntad, bendición y misericordia". Entonces<br />

empezó a llover sin parar, y continuó por tanto tiempo que algunos <strong>de</strong><br />

los habitantes <strong>de</strong> Jerusalén se subieron a la zona más alta <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong>l<br />

Templo. El fariseo principal <strong>de</strong> su tiempo no sabía a qué carta quedarse<br />

con Honi y su hazaña: "Si no fueras Honi, ¡habría pronunciado una<br />

excomunión contra ti! Pero ¿qué te voy a hacer?: importunas a Dios, y<br />

él hace tu voluntad, lo mismo que un hijo que importuna a su padre,<br />

y éste hace su voluntad". 7 El comportamiento <strong>de</strong> Honi, que era tan<br />

impertinente que llegaba a ser casi blasfemo, fue perdonado a causa <strong>de</strong> su<br />

intimidad con Dios.<br />

También sabemos <strong>de</strong> Honi por Josefo. Según éste, Honi (Onías en<br />

griego) era muy conocido como el hombre que, en una sequía, había<br />

rezado para que lloviera y cuya oración había sido atendida por Dios. Su<br />

reputación era tal que, durante el período <strong>de</strong> guerra civil entre Hircano II<br />

y Aristóbulo II, los partidarios <strong>de</strong> Hircano lo capturaron y le or<strong>de</strong>naron<br />

que lanzara una maldición sobre Aristóbulo y su bando. Honi, en vez <strong>de</strong><br />

eso, ofreció una oración pidiendo que no se diera tal maldición: "Oh Dios,<br />

rey <strong>de</strong>l universo, puesto que estos hombres que están a mi lado son tu pueblo<br />

y los sitiados son tus sacerdotes, te suplico que no les escuches contra<br />

esos hombres, ni hagas que ocurra lo que estos hombres te pi<strong>de</strong>n contra<br />

aquellos otros". Los seguidores <strong>de</strong> Hircano, escribe Josefo, apedrearon a<br />

Honi hasta la muerte (Antig. 14,22-24). Quienes contaban con la atención<br />

<strong>de</strong> Dios no eran necesariamente populares.<br />

Algunas <strong>figura</strong>s proféticas prometieron milagros, aunque no sabemos<br />

que los realizaran. No mucho <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte y resurrección <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong>,<br />

a principios <strong>de</strong> los años cuarenta, Teudas reunió seguidores en el <strong>de</strong>sierto<br />

y les prometió que marcharían hasta el río Jordán y que las aguas se dividirían<br />

-lo que a él lo convertiría en una especie <strong>de</strong> segundo Moisés-. Más<br />

tar<strong>de</strong>, un profeta <strong>de</strong> Egipto, conocido simplemente como "el Egipcio",<br />

prometió a sus seguidores que caminarían alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la muralla <strong>de</strong> Jerusalén<br />

y que ésta caería —lo que a él lo convertiría en un segundo Josué-.<br />

Ninguno <strong>de</strong> los dos planes fue puesto a prueba, pues en ambas ocasiones<br />

los romanos mandaron tropas para <strong>de</strong>tener a la multitud. Teudas y varios<br />

<strong>de</strong> sus seguidores resultaron muertos, lo mismo que muchos seguidores <strong>de</strong>l<br />

Egipcio, aunque éste escapó. 8<br />

7 Geza Vermes, <strong>Jesús</strong> the Jew, pp. 69s; Misná, Taanit 3,8.<br />

8 Guerra 2,261-263; Antig. 20,97s, 167-172.<br />

LOS MILAGROS<br />

163<br />

Conviene notar especialmente que algunos <strong>de</strong> los milagros analizados<br />

en esta sección no son curaciones, sino milagros "<strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong> la naturaleza".<br />

Honi -como muchos otros- oró pidiendo lluvia, mientras que Teudas<br />

y el Egipcio prometieron acontecimientos sobrenaturales que afectaban<br />

al agua (el Jordán) o a la piedra (las murallas <strong>de</strong> Jerusalén). Como<br />

Teudas y el Egipcio tuvieron seguidores, es evi<strong>de</strong>nte que la gente consi<strong>de</strong>raba<br />

creíbles sus promesas. Al parecer, todos coincidían en que Honi podía<br />

rezar con éxito para obtener la lluvia. Los judíos presuponían en todos<br />

estos casos que un individuo era capaz <strong>de</strong> influir en Dios, el cual, por<br />

supuesto, podía hacer lo que <strong>de</strong>sease.<br />

3) Hemos visto que la gente podía intentar conseguir milagros directamente<br />

<strong>de</strong> Dios (o, en el mundo grecorromano, <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los dioses) o<br />

<strong>de</strong> un individuo especialmente piadoso o dotado. Estos individuos se<br />

<strong>de</strong>nominan habitualmente "carismáticos": tenían un especial po<strong>de</strong>r espiritual<br />

o una aptitud especial para influir en Dios. Quizás <strong>de</strong>bamos referirnos<br />

a ellos como "autónomos", que se gobiernan a sí mismos, pues se relacionaban<br />

directamente con Dios y no eran empleados <strong>de</strong> un gobernante<br />

ni <strong>de</strong> un templo. Sin embargo, existía también una tercera fuente potencial<br />

<strong>de</strong> milagros, los magos, que cabe pensar que constituían un gremio <strong>de</strong><br />

taumaturgos. Los magos no eran carismáticos ni autónomos; esto es, no<br />

obraban milagros a causa <strong>de</strong> su relación especial con un dios, y sus técnicas<br />

habituales no eran <strong>de</strong> su propia invención. Hanina, como acabamos <strong>de</strong><br />

ver, sabía que, si su oración era fluida en su boca, Dios respon<strong>de</strong>ría positivamente<br />

a ella. Ésa era su propia piedra <strong>de</strong> toque, basada en su experiencia<br />

<strong>de</strong> oración a Dios. Los magos eran diferentes: seguían reglas.<br />

<strong>La</strong> magia se basaba en la aplicación particular <strong>de</strong> una i<strong>de</strong>a muy extendida:<br />

que existe una "gran ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong>l ser", en la cual todo está vinculado<br />

a otra cosa, por encima y por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> sí. Según ella, la manipulación <strong>de</strong><br />

ciertos elementos comunes —por ejemplo, el ajo, la orina <strong>de</strong> cabra y la<br />

hierba— influye en los seres inmediatamente superiores en la ca<strong>de</strong>na, y así<br />

en toda la ca<strong>de</strong>na arriba hasta llegar a la <strong>de</strong>idad. De ese modo, la acertada<br />

manipulación <strong>de</strong> los elementos más bajos, junto con los conjuros correctos<br />

y el uso <strong>de</strong> los nombres correctos, harán que la <strong>de</strong>idad superior cumpla<br />

los <strong>de</strong>seos propios. A los magos se les podía contratar. Un hombre<br />

podía <strong>de</strong>sear contratar a un mago para persuadir a Venus <strong>de</strong> que mandase<br />

a cierta doncella nubil a su alcoba.<br />

Mucha <strong>de</strong> la magia practicada en nombre <strong>de</strong> individuos concretos era<br />

negativa: era "magia negra". Los magos mal<strong>de</strong>cían a enemigos en nombre<br />

<strong>de</strong> sus clientes, por ejemplo. Tenían una reputación <strong>de</strong>sagradable, y los<br />

gobernantes <strong>de</strong> vez en cuando trataban <strong>de</strong> reprimirlos. <strong>La</strong> carrera <strong>de</strong> mago<br />

no era <strong>de</strong> las que las buenas familias codiciaban para sus hijos, aunque se<br />

basaba en una cosmovisión ampliamente sostenida.

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