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La figura histórica de Jesús

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164<br />

LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

Nuestro interés en este momento, sin embargo, se centra en la "magia<br />

blanca". Los magos eran una fuente potencial <strong>de</strong> curación: podían mezclar<br />

diversas sustancias, aplicarlas a las partes <strong>de</strong>l cuerpo que había que curar,<br />

<strong>de</strong>cir los conjuros correctos y obrar milagros <strong>de</strong> sanación. Que todas estas<br />

prácticas mágicas eran conocidas en el judaismo palestinense <strong>de</strong>l siglo I<br />

está claro por una historia <strong>de</strong> Josefo. En medio <strong>de</strong> una loa a Salomón,<br />

Josefo explica que el rey israelita legó hechizos y técnicas para expulsar<br />

<strong>de</strong>monios que algunos judíos todavía utilizaban. Según Josefo, Eleazar<br />

expulsó un <strong>de</strong>monio en presencia <strong>de</strong>l general romano Vespasiano, <strong>de</strong> sus<br />

hijos y sus tribunos, entre otros:<br />

"Puso en la nariz <strong>de</strong>l poseído un anillo que tenía bajo su sello una <strong>de</strong> las<br />

raíces prescritas por Salomón, y entonces, cuando el hombre la olió,<br />

salió el <strong>de</strong>monio por sus orificios nasales... Entonces, <strong>de</strong>seando convencer<br />

a los presentes y <strong>de</strong>mostrarles que tenía este po<strong>de</strong>r, Eleazar colocó<br />

una taza o palangana llena <strong>de</strong> agua un poco aparte y mandó al <strong>de</strong>monio,<br />

cuando salió <strong>de</strong>l hombre, que la volcase y que hiciese saber a los<br />

espectadores que había <strong>de</strong>jado al hombre".<br />

El <strong>de</strong>monio obró <strong>de</strong>bidamente y, <strong>de</strong> esa forma, la sabiduría <strong>de</strong> Salomón<br />

se reveló con claridad (Josefo, Antig. 8,46-49).<br />

El <strong>de</strong>monio <strong>de</strong> esta historia, lo mismo que el echado por Apolonio,<br />

dio un signo <strong>de</strong> que había sido expulsado. Pero el exorcismo fue bastante<br />

diferente. Apolonio simplemente or<strong>de</strong>nó al espíritu que se marchara,<br />

Eleazar utilizó un secreto transmitido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos <strong>de</strong> Salomón. Apolonio<br />

era autónomo: confeccionaba sus propias reglas y ejercía su propio<br />

po<strong>de</strong>r espiritual, "carismático". Eleazar había aprendido qué raíces se<br />

<strong>de</strong>bían usar en los exorcismos.<br />

De la lectura <strong>de</strong> todas estas historias -curaciones realizadas por Dios o<br />

por un dios, milagros obrados por individuos carismáticos o por magospo<strong>de</strong>mos<br />

concluir que los pueblos más antiguos no tenían la rígida separación<br />

entre "mundo natural" y "sobrenatural" que hoy es común -aunque<br />

no universal—. Des<strong>de</strong> su punto <strong>de</strong> vista, el cosmos estaba poblado por espíritus<br />

buenos y malos que podían entrar a voluntad en el mundo <strong>de</strong> la percepción<br />

sensorial. Algunas personas podían dominar dichos espíritus. <strong>La</strong> creencia<br />

general en un mundo poblado por po<strong>de</strong>res espirituales se pue<strong>de</strong> ilustrar<br />

fácilmente citando a Pablo: "Para que ante el nombre <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> doble la<br />

rodilla todo lo que hay en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda<br />

lengua proclame que Jesucristo es Señor" (Flp 2,10-11). Existían seres con<br />

rodillas encima y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la tierra, lo mismo que en ella. <strong>La</strong> coinci<strong>de</strong>ncia<br />

entre "sobrenatural" y "natural" se ve <strong>de</strong> forma especialmente clara si<br />

consi<strong>de</strong>ramos las palabras ru'ah ypneuma. Ru'ah es una palabra hebrea que<br />

significa "viento" o "espíritu" (<strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong>l contexto); pneuma es su<br />

término correspondiente en griego. Actualmente consi<strong>de</strong>ramos el "viento<br />

LOS MILAGROS<br />

165<br />

natural y el "espíritu" sobrenatural. El hecho <strong>de</strong> que la misma palabra<br />

pudiera tener ambos significados, tanto en el mundo <strong>de</strong> habla griega<br />

como en el <strong>de</strong> habla hebrea y aramea, <strong>de</strong>muestra, sin embargo, que los<br />

antiguos no veían la realidad <strong>de</strong> la misma manera que nosotros. Tanto el<br />

"espíritu" como el "viento" eran fuerzas invisibles, y, según la opinión <strong>de</strong><br />

la mayoría, un espíritu era tan "natural" como el viento. En Jn 3 se juega<br />

con el doble significado <strong>de</strong> pneuma: "El pneuma sopla don<strong>de</strong> quiere...; lo<br />

mismo suce<strong>de</strong> con el que nace <strong>de</strong>l pneuma" (3,8). <strong>La</strong> traducción es ésta:<br />

"El viento sopla don<strong>de</strong> quiere...; lo mismo suce<strong>de</strong> con el que nace <strong>de</strong>l espíritu".<br />

En el siglo I, ni quienes hablaban griego ni quienes hablaban hebreo<br />

o arameo pensaban que el viento era lo mismo que el espíritu. El juego <strong>de</strong><br />

palabras con pneuma <strong>de</strong>muestra que sabían distinguir los significados<br />

según el contexto. No obstante, la falta <strong>de</strong> distinción verbal indica que, al<br />

principio <strong>de</strong> la formación <strong>de</strong> cada lengua, el espíritu era tan natural como<br />

el viento. Este concepto <strong>de</strong> "naturaleza" continuaba vigente en el siglo I,<br />

en parte porque se seguía utilizando el vocabulario antiguo, pero en parte<br />

porque el movimiento <strong>de</strong>l viento era misterioso y no se consi<strong>de</strong>raba consecuencia<br />

<strong>de</strong> circunstancias físicas.<br />

El pasaje que acabamos <strong>de</strong> citar <strong>de</strong> Flp 2 ("toda rodilla se doble"), a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> aportar una prueba <strong>de</strong> la creencia común en los po<strong>de</strong>res espirituales,<br />

pone también <strong>de</strong> manifiesto la suposición <strong>de</strong> que algunos nombres<br />

tenían po<strong>de</strong>r ("toda lengua confiese que Jesucristo es Señor"). <strong>La</strong> cuestión<br />

<strong>de</strong>l nombre en que se hacía algo era importante. Lo vemos claramente en<br />

los evangelios y en muchos otros lugares. Juan, el hijo <strong>de</strong> Zebe<strong>de</strong>o, dijo a<br />

<strong>Jesús</strong> que él y otros discípulos habían visto a un hombre "expulsando<br />

<strong>de</strong>monios en tu nombre" y se lo habían prohibido. <strong>Jesús</strong> replicó: "No se lo<br />

prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre pue<strong>de</strong> luego<br />

hablar mal <strong>de</strong> mí" (Me 9,38-41). En otra ocasión, algunos <strong>de</strong> los adversarios<br />

<strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> le acusaron <strong>de</strong> expulsar <strong>de</strong>monios usando el nombre <strong>de</strong> Belzebú,<br />

el príncipe <strong>de</strong> los <strong>de</strong>monios. <strong>Jesús</strong> lo negó y volvió esa i<strong>de</strong>a contra<br />

sus críticos: "Y si yo expulso los <strong>de</strong>monios con el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Belzebú, vuestros<br />

hijos ¿con qué po<strong>de</strong>r los expulsan?". A continuación, pasó a <strong>de</strong>clarar<br />

que echaba <strong>de</strong>monios con el Espíritu <strong>de</strong> Dios (Mt 12,27-29). Con ello<br />

daba por supuesto que otros podían expulsarlos. <strong>La</strong> cuestión era: ¿con qué<br />

po<strong>de</strong>r?, ¿en nombre <strong>de</strong> quién?<br />

Aunque la creencia en espíritus y <strong>de</strong>monios estaba generalizada, y pese<br />

a que la mayoría <strong>de</strong> la gente, tanto judíos como gentiles, creía que los<br />

mediadores humanos podían animar a los po<strong>de</strong>res espirituales a intervenir<br />

en el curso normal <strong>de</strong> los acontecimientos, había protestas racionalistas.<br />

Cicerón (106-143 AEC) lo expresaba así:<br />

Pues nada pue<strong>de</strong> ocurrir sin causa; nada ocurre que no pueda ocurrir,<br />

y cuando lo que podía ocurrir ha ocurrido, no se pue<strong>de</strong> interpretar

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