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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

barro y proclamar que el Templo sería <strong>de</strong>struido (Jr 19,1-13); Jeremías<br />

también cargó con un yugo para indicar que Judá <strong>de</strong>bía someterse a Babilonia<br />

(capítulos 27-28). Ezequiel llevó a cabo acciones mucho más complicadas,<br />

que requerían muchas explicaciones, como por ejemplo yacer<br />

tumbado durante largos períodos <strong>de</strong> tiempo, primero sobre un lado y<br />

luego sobre el otro (Ez 4-5; 12,1-16; 24,15-24). Todos estos signos eran<br />

difíciles <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r sin una interpretación verbal. Cargar con un yugo<br />

simboliza sumisión, pero ¿a quién? Romper un botijo simboliza <strong>de</strong>strucción,<br />

pero ¿<strong>de</strong> qué? Ir <strong>de</strong>snudo y <strong>de</strong>scalzo resulta ciertamente sorpren<strong>de</strong>nte,<br />

y todos sabían que el profeta estaba protestando contra algo, pero<br />

tendrían que preguntarle <strong>de</strong> qué se trataba para estar seguros.<br />

<strong>Jesús</strong> también utilizó acciones simbólicas, como ya hemos visto: su uso<br />

<strong>de</strong>l número 12 al hablar <strong>de</strong> sus discípulos comunicaba casi con certeza su<br />

intención <strong>de</strong> llamar a todo Israel, que en un tiempo estuvo dividido en<br />

doce tribus; <strong>Jesús</strong>, y posiblemente otras personas, entendieron que sus<br />

milagros, especialmente las expulsiones <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios, simbolizaban la victoria<br />

sobre el mal y la llegada próxima <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios. Los tres actos que<br />

llevó a cabo en Jerusalén son igualmente simbólicos, aunque en algunos<br />

casos el simbolismo resulta difícil <strong>de</strong> interpretar.<br />

El primero <strong>de</strong> esos tres actos es claro: <strong>Jesús</strong> entró en Jerusalén montado<br />

en un asno, cumpliendo así una profecía <strong>de</strong> Zacarías, que Mateo cita,<br />

pero que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser evi<strong>de</strong>nte para muchos:<br />

"Salta <strong>de</strong> alegría, Sión,<br />

lanza gritos <strong>de</strong> júbilo, Jerusalén,<br />

porque se acerca tu rey,<br />

justo y victorioso,<br />

humil<strong>de</strong> y montado en un asno,<br />

en un joven borriquillo" (Zac 9,9).<br />

Cabe pensar que la profecía creó el acontecimiento o que la profecía<br />

creó la historia y que el acontecimiento nunca tuvo lugar. Este es uno <strong>de</strong><br />

los numerosos casos en los cuales no po<strong>de</strong>mos estar absolutamente<br />

seguros <strong>de</strong> si fue <strong>Jesús</strong> mismo quien hizo realidad una profecía o si fue la<br />

tradición cristiana la que lo representó así. Me inclino a pensar que fue<br />

<strong>Jesús</strong> mismo quién leyó la profecía y <strong>de</strong>cidió cumplirla, con lo cual se<br />

<strong>de</strong>claró implícitamente "rey". Sus seguidores lo entendieron y estuvieron<br />

<strong>de</strong> acuerdo: aclamaron al Reino que venía (Me 1T, 10) e incluso a <strong>Jesús</strong><br />

mismo como rey (Mt 21,9; Le 19,38).<br />

Mateo y Lucas se refieren al "gentío" o a la "multitud", mientras que<br />

Marcos dice que "muchos" participaron en la aclamación a <strong>Jesús</strong>. Sin<br />

embargo, si hubo realmente una gran multitud, <strong>de</strong>bemos explicar cómo<br />

es que <strong>Jesús</strong> vivió aún otra semana. Una manifestación pública, acom-<br />

LA ÚLTIMA SEMANA DE JESÚS<br />

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panada <strong>de</strong> gritos <strong>de</strong> "rey" o incluso <strong>de</strong> "reino", habría sido sumamente<br />

incendiaria. <strong>La</strong> pascua era un tiempo propicio para que los elementos perturbadores<br />

incitaran a la multitud, y tanto el sumo sacerdote como el prefecto<br />

romano estaban alertas <strong>de</strong>l peligro. Sólo puedo indicar que la manifestación<br />

<strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> fue muy mo<strong>de</strong>sta: llevó a cabo un gesto simbólico para<br />

los miembros <strong>de</strong> su círculo, para quienes tenían ojos para ver.<br />

El segundo acto es más difícil <strong>de</strong> interpretar. <strong>Jesús</strong> volcó "las mesas<br />

<strong>de</strong> los cambistas y los puestos <strong>de</strong> los que vendían las palomas" (Me 11,15<br />

y par.). Comentó: "Mi casa será casa <strong>de</strong> oración", pero la habéis convertido<br />

"en una cueva <strong>de</strong> ladrones" (Me 11,17 y par.). Esta afirmación<br />

reúne frases <strong>de</strong> Isaías ("casa <strong>de</strong> oración", Is 56,7) y Jeremías ("cueva <strong>de</strong><br />

ladrones", Jr 7,11). Sin embargo, <strong>Jesús</strong> hizo también una segunda afirmación,<br />

y posiblemente una tercera, acerca <strong>de</strong>l Templo. Los autores <strong>de</strong><br />

los sinópticos le atribuyen una predicción <strong>de</strong> que el Templo sería <strong>de</strong>struido<br />

(Me 13,ls y par.), y atribuyen a quienes le acusaron en el juicio<br />

el testimonio <strong>de</strong> que amenazó con <strong>de</strong>struir el Templo (Me 14,58 //<br />

Mt 26,61). Esa amenaza aparece <strong>de</strong> nuevo durante la escena <strong>de</strong> la crucifixión;<br />

mientras colgaba <strong>de</strong> la cruz, los que miraban se mofaban <strong>de</strong> él:<br />

"¡Eh, tú, que <strong>de</strong>struías el Templo...!, ¡Sálvate a ti mismo bajando <strong>de</strong> la<br />

cruz!" (Me 15,29s // Mt 27,40). Posteriormente, Esteban, uno <strong>de</strong> los<br />

primeros cristianos, fue acusado <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que "<strong>Jesús</strong> <strong>de</strong> Nazaret <strong>de</strong>struirá<br />

este lugar", es <strong>de</strong>cir, el Templo (Hch 6,14). Estas diversas afirmaciones<br />

hacen difícil <strong>de</strong>cir qué simbolizó exactamente el acto <strong>de</strong> <strong>Jesús</strong> en el Templo.<br />

¿Purificación o <strong>de</strong>strucción? Y si <strong>de</strong>strucción, ¿fue una predicción o<br />

una amenaza?<br />

No hay manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>scartar ninguna <strong>de</strong> estas posibilida<strong>de</strong>s. Cabe imaginar<br />

que <strong>Jesús</strong> juzgaba poco honrado el comercio realizado en la zona <strong>de</strong>l<br />

Templo y que preveía que su nación se rebelaría un día contra Roma, lo<br />

cual conduciría a la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l Templo; son posibles tanto la reforma<br />

moral como la previsión. Vamos a consi<strong>de</strong>rar primero la reforma, que se<br />

<strong>de</strong>spren<strong>de</strong> <strong>de</strong> la cita <strong>de</strong> Jr 7,11: el Templo es una "cueva <strong>de</strong> ladrones". No<br />

hay indicios en las <strong>de</strong>más fuentes <strong>de</strong> que el dinero sagrado fuera objeto <strong>de</strong><br />

malversación, es <strong>de</strong>cir, que se utilizara para fines diferentes <strong>de</strong>l sostenimiento<br />

<strong>de</strong>l Templo y sus sacrificios; 13 pero, <strong>de</strong>bido al principio general <strong>de</strong><br />

13 En Babilonia, en el siglo IV AEC, los sacerdotes gastaban en sí mismos el<br />

dinero sagrado, en vez <strong>de</strong> en el mantenimiento <strong>de</strong> los templos (véase P&B, p.<br />

188). El sacerdocio <strong>de</strong> Jerusalén parece haber estado <strong>de</strong>dicado al servicio <strong>de</strong>l Templo<br />

y no hay indicios <strong>de</strong> que <strong>de</strong>scuidasen el edificio material <strong>de</strong>l Templo o los<br />

sacrificios en favor <strong>de</strong> su propio bolsillo. Sobre la piedad <strong>de</strong> los sacerdotes, véase<br />

P&B, pp. 91s, 182-189.

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