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La figura histórica de Jesús

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LA FIGURA HISTÓRICA DE JESÚS<br />

consejeros expertos. Casi por <strong>de</strong>finición, los especialistas en ley religiosa<br />

<strong>de</strong>sean que la gente asuma sus opiniones y acepte sus interpretaciones <strong>de</strong><br />

lo que es una conducta correcta. Los especialistas religiosos se ven espontáneamente<br />

a sí mismos como los intermediarios a través <strong>de</strong> los cuales se<br />

da a conocer la voluntad <strong>de</strong> Dios. En la Palestina <strong>de</strong>l siglo I existía una<br />

rivalidad consi<strong>de</strong>rable entre los especialistas que intentaban dirigir al pueblo.<br />

<strong>La</strong>s circunstancias políticas y militares suponían que, ciertamente, en<br />

algunos ámbitos <strong>de</strong> la vida no podía darse rivalidad entre aspirantes a dirigentes.<br />

Para la mayoría <strong>de</strong> los judíos, carecía <strong>de</strong> sentido el tener opiniones<br />

sobre algunas gran<strong>de</strong>s cuestiones, tales como la política exterior; un dirigente<br />

que hubiera sostenido que Dios quería que los judíos se aliaran con<br />

los partos (por ejemplo) habría tenido una carrera muy corta.<br />

Pese a esas limitaciones, gran parte <strong>de</strong> la vida no estaba controlada por<br />

Roma, Antipas ni Pilato. Cada familia concreta tenía cierta libertad <strong>de</strong><br />

elección sobre cómo observar el sábado, cómo guardar las fiestas, qué alimentos<br />

comer, cuándo evitar las relaciones sexuales (a causa <strong>de</strong>l período<br />

menstrual <strong>de</strong> la mujer), etc. Estos temas, junto con muchos otros <strong>de</strong> gran<br />

importancia en la vida diaria, eran tratados en su totalidad por la ley<br />

mosaica, la cual, a su vez, <strong>de</strong>bía ser interpretada. Por ejemplo, los diez<br />

mandamientos incluían la prohibición <strong>de</strong> trabajar en sábado (Ex 20,8-11;<br />

Dt 5,12-15), pero la Biblia hebrea da muy pocas <strong>de</strong>finiciones concretas <strong>de</strong><br />

"trabajo". Prácticamente todos los judíos querían obe<strong>de</strong>cer sus leyes y, por<br />

tanto, necesitaban saber lo que podían o no podían hacer los sábados. Asimismo,<br />

la Biblia prohibe las relaciones sexuales cuando la mujer está<br />

menstruando (Lv 18,19; 20,18) y <strong>de</strong>termina que el período menstrual<br />

dura siete días (Lv 15,19). Pero ¿cómo se <strong>de</strong>ben contar exactamente los<br />

días? ¿Qué pasaba si, en un día supuestamente seguro, aparecía sangre <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la relación? ¿Se había transgredido la ley? En realidad, los individuos<br />

no repensaban la ley, y llegaban a nuevas <strong>de</strong>cisiones cada vez que se<br />

planteaba una cuestión. Observaban la ley en las formas tradicionales, <strong>de</strong><br />

las maneras recomendadas por los especialistas. <strong>La</strong> vida, entonces como<br />

ahora, era muy complicada, y constantemente surgían nuevas cuestiones.<br />

retrato o el <strong>de</strong> Augusto. Sólo dos <strong>de</strong> sus obras, por lo que sabemos, llevaron a los<br />

judíos piadosos a cuestionarlo. Véanse las historias <strong>de</strong> su teatro y <strong>de</strong>l águila dorada<br />

colocada sobre la puerta <strong>de</strong>l Templo: Antig. 15,268-275; Guerra 1,648-650. Está<br />

claro que calculó si sus construcciones públicas y su*amor al teatro y los juegos<br />

públicos ofen<strong>de</strong>rían o no hasta el punto <strong>de</strong> que se siguiese un alzamiento <strong>de</strong> la<br />

población. El hecho más impresionante es, a mi modo <strong>de</strong> ver, que construyera<br />

gymnasia para las ciuda<strong>de</strong>s gentiles fuera <strong>de</strong> su territorio, pero ni un solo gymnasion<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su reino, ni siquiera en Cesárea. Sin duda, había leído o aprendido<br />

las lecciones <strong>de</strong> la rebelión contra Antíoco IV Epífanes (supra, pp. 35-36). Sobre<br />

la política <strong>de</strong> Hero<strong>de</strong>s, véase a<strong>de</strong>más mi ensayo "<strong>Jesús</strong> in Historical Context".<br />

EL JUDAÍSMO COMO RELIGIÓN<br />

Por ejemplo, un campesino judío tal vez tuviera la oportunidad <strong>de</strong> comprar<br />

tierra situada fuera <strong>de</strong> la zona tradicional <strong>de</strong> asentamiento judío que<br />

se <strong>de</strong>termina en la Biblia hebrea. Necesitaba saber si <strong>de</strong>bía pagar o no al<br />

Templo <strong>de</strong>rechos sobre el producto <strong>de</strong> la tierra. Deseaba preguntárselo a<br />

un especialista.<br />

En el judaismo, la condición <strong>de</strong> especialista quedaba <strong>de</strong>finida por la<br />

posesión <strong>de</strong> un conocimiento preciso y una interpretación bien fundada<br />

<strong>de</strong> la ley mosaica y <strong>de</strong> las diversas tradiciones relativas al modo <strong>de</strong> observarla.<br />

Cuando el consejo revolucionario <strong>de</strong>cidió investigar la manera en<br />

que Josefo llevaba la guerra en Galilea, envió una <strong>de</strong>legación integrada por<br />

especialistas —especialistas no en la ciencia militar, sino en la ley y tradición<br />

judía—. Esa <strong>de</strong>legación <strong>de</strong> cuatro hombres la formaban dos fariseos<br />

proce<strong>de</strong>ntes "<strong>de</strong> los estratos inferiores" <strong>de</strong> la sociedad (o sea, que no eran<br />

ni sacerdotes ni aristócratas), un fariseo que era sacerdote, y un aristócrata<br />

sacerdotal (<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> sumos sacerdotes). Si los galileos indicaban<br />

que eran leales a Josefo porque era un especialista en la ley, los <strong>de</strong>legados<br />

podían contestar que también ellos lo eran; si su li<strong>de</strong>razgo provenía <strong>de</strong> su<br />

función sacerdotal, los <strong>de</strong>legados podían señalar que dos <strong>de</strong> ellos eran<br />

sacerdotes (Vida 197s). El li<strong>de</strong>razgo <strong>de</strong> la nación -esto es, en tiempos <strong>de</strong><br />

<strong>Jesús</strong>, <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> los aspectos <strong>de</strong> la vida que no eran <strong>de</strong>cididos por<br />

Roma, Pilato ni Antipas— <strong>de</strong>pendía en muy gran medida <strong>de</strong> la pericia en<br />

el ámbito <strong>de</strong> la ley y la tradición judías. Por este pasaje sabemos que había<br />

dos grupos <strong>de</strong> especialistas reconocidos: los sacerdotes y los fariseos.<br />

En la historia judía, al menos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el retorno <strong>de</strong>l exilio babilónico,<br />

los sacerdotes habían sido los especialistas principales. Según una opinión<br />

muy difundida, para el siglo I éstos habían cedido ya su autoridad a los<br />

fariseos laicos. Sin embargo, esto es incorrecto. Los sacerdotes <strong>de</strong> ningún<br />

modo habían renunciado al li<strong>de</strong>razgo, y gran parte <strong>de</strong>l pueblo miraba a<br />

ellos cuando se planteaban cuestiones. No voy a justificar aquí esta postura,<br />

pero voy a hacer un breve estudio sobre el sacerdocio y la autoridad<br />

sacerdotal antes <strong>de</strong> ocuparme <strong>de</strong> los fariseos y los <strong>de</strong>más partidos. 9<br />

Los sacerdotes que servían en el Templo <strong>de</strong> Jerusalén no constituían<br />

un partido como tal. Eran más bien una clase, una clase amplia e importante.<br />

Los sacerdotes eran los únicos que podían ofrecer sacrificios. Estaban<br />

asistidos por un or<strong>de</strong>n inferior <strong>de</strong> clérigos, los levitas, que prestaban<br />

en el Templo servicios diversos: cantaban salmos durante las celebraciones<br />

públicas, custodiaban las puertas, limpiaban la zona <strong>de</strong>l Templo o presen-<br />

9 Para un análisis más <strong>de</strong>tallado, véase P&B, caps. 10, 15, 18 (especialmente<br />

pp. 388-404) y 21.<br />

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