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SANTOS JULIÁ - Prisa Revistas

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LENGUA, NACIÓN Y ESTADO<br />

“El prejuicio es bueno porque hace feliz. Empuja a<br />

los pueblos hacia su centro, fortalece los lazos de la<br />

raza, hace florecer a los pueblos en su forma propia,<br />

los hace más ardientes y, consiguientemente<br />

más felices”.<br />

Herder.<br />

Otra filosofía de la historia<br />

para la educación de la humanidad. 1774.<br />

“El Estado comienza cuando el hombre se afana<br />

por evadirse de la sociedad nativa dentro de la cual<br />

la sangre lo ha inscrito. Y quien dice la sangre dice<br />

también cualquier otro principio natural; por<br />

ejemplo, el idioma. Originariamente el Estado<br />

consiste en la mezcla de sangres y lenguas. Es superación<br />

de toda sociedad natural. Es mestizo y plurilingüe”.<br />

Ortega y Gasset.<br />

La rebelión de las masas, 1929.<br />

1. Territorios, pueblos,<br />

Estados y lenguas<br />

¿Quién es ciudadano, es decir, quién forma<br />

parte del pueblo de un Estado? Todo<br />

Estado tiene al menos dos elementos, territorio<br />

y pueblo, que se refieren mutuamente.<br />

Pero la primacía de uno u otro varía<br />

grandemente en el tiempo. En el Antiguo<br />

Régimen los súbditos se vinculan<br />

directamente a la Corona por una relación<br />

de subordinación y lealtad. Se es<br />

pueblo de un Estado porque se tiene el<br />

mismo soberano, de modo que la conexión<br />

política es vertical, no horizontal. El<br />

Estado construye el pueblo; no al revés.<br />

La democracia supone, por el contrario,<br />

un previo pacto preconstituyente horizontal<br />

entre ciudadanos (no súbditos) sobre<br />

el que se construye el Estado, y por<br />

ello tiene como prerrequisito un grupo<br />

humano, un demos, un pueblo, una comunidad<br />

en su sentido clásico (Gemeinschaft)<br />

que ha generado una solidaridad<br />

interna, una confianza ab intra, previa a y<br />

base del pacto constituyente. Eso es la nación:<br />

un grupo con la suficiente solidaridad<br />

como para generar un proyecto de vida<br />

política en común (Renan).<br />

EMILIO LAMO DE ESPINOSA<br />

Pues bien, a la hora de pensar la relación<br />

entre pueblo y Estado el pensamiento<br />

político europeo y, por supuesto el español<br />

se ha estructurado a partir de una simple y<br />

sencilla fórmula que funciona en el pensamiento<br />

como una creencia más que como<br />

una idea, por retomar la distinción de Ortega:<br />

más que pensar esas ideas somos pensados<br />

por ellas. Y la fórmula dice que una<br />

Nación es un Estado y un Estado es<br />

una Nación, de modo que ni la moderna<br />

idea del Estado plurinacional ni la de nación<br />

de naciones encajan fácilmente en esa<br />

tradición. Que por el contrario –y no sin<br />

importantes excepciones, que veremos– se<br />

ha ajustado a un doble modelo, aparentemente<br />

contradictorio pero finalmente coincidente<br />

en la identidad lengua=nación=Estado.<br />

Es decir, allí donde hay una lengua<br />

hay una nación; y allí donde hay una nación,<br />

hay (o debe haber) un Estado. Pero<br />

también viceversa, de modo que la fórmula<br />

no debe leerse sólo de abajo arriba, de la<br />

lengua hacia el Estado, sino también de<br />

arriba abajo, desde el Estado a la lengua. Y<br />

ahora lo que resulta es que allí donde hay<br />

un Estado debe haber una nación; y para<br />

que haya una nación debe haber una sola<br />

lengua. Así, cuando se dice que el hecho diferencial<br />

de una lengua otorga derechos de<br />

autodeterminación se argumenta desde la<br />

nación al Estado, de abajo arriba. Pero<br />

cuando un Estado trata de imponer una<br />

lengua (como intentaba en Francia en<br />

1794 el Abbé Gregoire), la lógica funciona<br />

de arriba abajo: si queremos tener una democracia<br />

viable debemos crear una nación<br />

a través de la lengua.<br />

Los modelos<br />

de Francia y Alemania<br />

Es importante entender que ambos modelos<br />

reproducen específicas experiencias<br />

históricas de construcción del Estado-nación:<br />

la francesa y la alemana. Y<br />

así encontramos, de una parte, el mode-<br />

lo francés que, partiendo de la preexistencia<br />

del Estado Absoluto francés, trastocado<br />

por los revolucionarios de 1789<br />

en voluntad del pueblo, construye la nación<br />

francesa imponiendo la lengua desde<br />

el mismo Estado y utilizando como<br />

instrumentos privilegiados la escuela y<br />

el cuartel, de modo que ser francés –más<br />

allá de razas, religiones u otros símbolos<br />

identificadores– es pertenecer a la nación<br />

francesa cuyo rasgo determinante<br />

es hablar una lengua. Tarea nada sencilla<br />

pues, como mostró Eugen Weber, la<br />

transformación de los campesinos en<br />

franceses no culminaría sino con la brutal<br />

sacudida de la Gran Guerra 1 .<br />

Y de otra parte el modelo alemán de<br />

nacionalidad étnica, que parte de otra<br />

experiencia histórica: la nación precede<br />

al Estado (no al revés, como Francia), de<br />

modo que se es alemán porque se habla<br />

alemán y la pertenencia a esa nación hace<br />

a uno ciudadano. Francia es Estado<br />

ya en el siglo XVIII o incluso antes, mucho<br />

antes de ser nación, cosa que solo<br />

alcanza a lo largo del XIX; Alemania es<br />

ya nación a comienzos del XIX (véanse<br />

los Discursos a la nación alemana de<br />

Fichte), mucho antes de la unificación<br />

de Bismarck de 1870 2 . Aunque, incluso<br />

en este caso, Bismarck necesitó lanzar<br />

una Kulturkampf tras la unificación para<br />

reforzar la nación desde el Estado.<br />

Pero lo paradójico es que el resultado,<br />

ya sea porque el Estado hace a la nación o<br />

porque la nación hace al Estado, es el mismo:<br />

Estado, nación y lengua coinciden.<br />

Bien porque los ciudadanos deben ser nacionales<br />

o porque los nacionales deben ser<br />

1 Weber, E.: Peasants into Frenchmen: the modernization<br />

of rural France 1870-1914. Chatto and Windus,<br />

Londres, 1976.<br />

2 Fichte, Johann Gottfried von: Discursos a la<br />

nación alemana, e.o. 1807-1808. Editora Nacional,<br />

Madrid, 1977.<br />

14 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 121

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