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SANTOS JULIÁ - Prisa Revistas

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EL PARTO DE LOS MONTES EN LA EDUCACIÓN<br />

porque los alumnos pasan de curso aunque<br />

su rendimiento no sea el adecuado, y eso<br />

les hace esforzarse poco.<br />

En primer lugar, hay que recordar que<br />

bastantes alumnos repiten (el 35% de los<br />

alumnos de 15 años ha repetido algún curso).<br />

Pero, además, si tratamos de producir<br />

individuos que sean autónomos, lo que tenemos<br />

que favorecer es la motivación intrínseca<br />

de los alumnos, es decir, que se esfuercen<br />

por su propia convicción, porque<br />

lo que realizan les resulte interesante o vislumbren<br />

su utilidad para el futuro. Pasar de<br />

curso o repetir es, por el contrario, una forma<br />

de promover la motivación extrínseca,<br />

basada en el poder y la autoridad, y asociada<br />

con el castigo. Las desventajas de la repetición<br />

de curso han sido señaladas muchas<br />

veces y, sin duda, son mayores cuanto<br />

más jóvenes son los alumnos. Esa práctica<br />

conduce a separar al alumno de sus compañeros,<br />

a segregarle de su grupo y representa<br />

una forma de castigo de gran dureza. El<br />

alumno que repite es valorado negativamente<br />

por sus nuevos compañeros y probablemente<br />

el profesor también lo mira con<br />

desconfianza.<br />

Si lo que se busca es una educación<br />

democrática hay que proporcionar a todos<br />

los alumnos las mismas oportunidades.<br />

El alumno que no consigue alcanzar<br />

los niveles establecidos para un curso está<br />

poniendo de manifiesto algún tipo de<br />

problema que es necesario detectar con<br />

precisión porque puede deberse a muy diversas<br />

causas, que requerirán tratamientos<br />

muy diferentes. El origen puede estar en<br />

simples problemas de tipo físico que no<br />

se han detectado, como que el niño ve u<br />

oye mal o que tiene alguna otra pequeña<br />

deficiencia, que puede ser debida a múltiples<br />

causas, lo que puede conducir a que el<br />

niño tenga poca capacidad de atención, sea<br />

hiperactivo o no se interese por las actividades<br />

escolares. O las dificultades pueden<br />

ser de carácter social al no vivir en unas<br />

condiciones adecuadas o encontrarse en un<br />

medio que no estimula para nada su trabajo<br />

escolar. Hay que tener en cuenta que los<br />

niños de clase baja parten en la carrera educativa<br />

en condiciones mucho peores que los<br />

hijos de profesionales, que de algún modo<br />

se han familiarizado con el conocimiento<br />

desde que nacen. Esos son los problemas<br />

que hay que detectar para ayudar al niño o<br />

la niña que no consigue seguir el ritmo de<br />

escolaridad normal. Pero tal y como se están<br />

planteando las cosas, parece que los chicos<br />

no avanzan porque no tienen ganas de<br />

estudiar y no se les obliga suficientemente.<br />

Naturalmente, prestar atención a esas dificultades<br />

es algo que hay realizar de una ma-<br />

nera individualizada y requiere un personal<br />

competente para ello. En esa tarea pueden<br />

colaborar los profesores, pero no pueden<br />

ser completamente responsables de ella, sino<br />

que se requiere otro personal de apoyo.<br />

La escuela diferenciada. Los itinerarios<br />

Uno de los grandes triunfos democráticos<br />

que ha conseguido la educación es haber<br />

hecho que todos los niños y jóvenes tengan<br />

acceso a ella en condiciones relativamente<br />

similares. El sistema educativo anterior<br />

a la Ley General de Educación de<br />

1970 era claramente discriminador porque<br />

separaba a los niños a los 10 años<br />

mediante el examen de ingreso, dirigiendo<br />

a unos hacia la continuación de los estudios<br />

y manteniendo otros durante cuatro<br />

años más en la escuela en un callejón<br />

sin salida. La Ley de 1970 estableció un<br />

sistema unificado para todos hasta los 14<br />

años.<br />

Creo que uno de los rasgos de los niños<br />

y jóvenes de hoy es que se encuentran<br />

enormemente desorientados ante sus<br />

perspectivas futuras. Se les mantiene en<br />

un estado infantil durante muchos más<br />

años que antes y por ello los adolescentes<br />

tienen cada vez menos claro, no lo que<br />

querrían ser, sino lo que podrán ser. Sin<br />

embargo, las decisiones legislativas anticipadas<br />

por la ministra de Educación proponen<br />

que hacia los 14 años los alumnos<br />

tengan que elegir un camino o sean<br />

orientados hacia él en función de su rendimiento,<br />

cosa que actualmente tienen<br />

que hacer hacia los 16. Parece que es a todas<br />

luces prematuro, y se verán obligados<br />

a hacerlo sin ningún fundamento. Habría<br />

que evitar por todos los medios que esa<br />

decisión sea irreversible.<br />

En todo caso, tampoco parece que sea<br />

una medida que pueda contribuir a mejorar<br />

la educación, sino simplemente a establecer<br />

una discriminación más temprana.<br />

Algunos alumnos serán encaminados hacia<br />

una vía que les permita seguir estudiando,<br />

mientras que otros entrarán en un callejón<br />

que no tiene otra salida que una temprana<br />

inserción laboral, que previsiblemente tampoco<br />

se producirá, puesto que no hay trabajo<br />

para los jóvenes. Por tanto, en una sociedad<br />

que ha conseguido un nivel económico<br />

relativamente elevado, y en la que se<br />

considera que el estudio aumenta las posibilidades<br />

laborales, el bienestar, y que es un<br />

bien en sí mismo, se va a reducir la posibilidad<br />

de seguir estudiando para muchos jóvenes,<br />

que probablemente serán los socialmente<br />

más desfavorecidos. Sabemos perfectamente<br />

que el origen social tiene una<br />

influencia decisiva sobre el rendimiento es-<br />

colar, influencia que los Gobiernos que se<br />

preocupan por el futuro de sus ciudadanos<br />

procuran minimizar por medio de medidas<br />

de discriminación positiva. Las actuales<br />

propuestas del Gobierno van justamente en<br />

la dirección contraria.<br />

Las disputas sobre el contenido<br />

de los programas<br />

Se ha comprobado en numerosas ocasiones<br />

que cuando un Gobierno quiere hacer<br />

reformas educativas, pero en realidad no<br />

tiene nada que proponer, comienza por<br />

modificar los programas, variar el nombre<br />

de las asignaturas o modificar el número<br />

de horas semanales que se les dedican. En<br />

esto consistió principalmente el debate<br />

sobre las humanidades con el que nos distrajo<br />

durante algún tiempo la ministra<br />

Esperanza Aguirre.<br />

El problema de los contenidos de los<br />

programas tiene una importancia secundaria,<br />

ya que lo verdaderamente relevante es<br />

cómo se enseña y cómo se aprende, y eso<br />

depende sólo en una medida mínima de los<br />

contenidos. La cantidad de conocimientos<br />

existentes en la actualidad y que serían susceptibles<br />

de ser transmitidos en la escuela es<br />

abrumadora, por lo que resulta absolutamente<br />

indispensable seleccionar algunos.<br />

Me he ocupado extensamente de este asunto<br />

en diversos escritos (Delval, 1983, 1990,<br />

2000) y lo único que quiero recordar aquí<br />

es que lo importante es el modo en que se<br />

trabajen esos contenidos. Lo que habría<br />

que procurar es que los alumnos aprendieran<br />

a interpretar el mundo y a explicarlo,<br />

construyendo su propio conocimiento.<br />

Cuando un alumno es capaz de pensar por<br />

sí mismo, de buscar información, de valorar<br />

y criticar las ideas que se le presentan,<br />

podemos decir que está aprendiendo a pensar<br />

y no simplemente acumulando información.<br />

Y eso lo puede hacer sobre contenidos<br />

muy diversos. Pero para adquirir esas<br />

capacidades se requiere una escuela que esté<br />

organizada para promover el pensamiento<br />

creativo y profesores capaces de hacerlo.<br />

La reforma que realizó el PSOE trataba<br />

de establecer una serie de capacidades que<br />

constituían el contenido de los objetivos<br />

educativos. Intentaban especificar al máximo<br />

cuáles deberían ser los objetivos alcanzados<br />

al término de cada etapa educativa.<br />

Objetivos tan hermosos como pueda ser el<br />

siguiente correspondiente a las ciencias sociales:<br />

Identificar los procesos y mecanismos básicos<br />

que rigen el funcionamiento de los hechos sociales,<br />

utilizar este conocimiento para comprender las sociedades<br />

contemporáneas, analizar los problemas más<br />

acuciantes de las mismas y formarse un juicio perso-<br />

48 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 121

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