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RESTOS HUMANOS<br />
del estar-en-el-mundo del hombre.<br />
El primero se remonta a los<br />
orígenes del existir humano. Lo<br />
que caracteriza, en efecto, el nacimiento<br />
del hombre es la neotecnia,<br />
el nacimiento prematuro.<br />
Nacemos demasiado pronto, mal<br />
pertrechados como animales; por<br />
eso tenemos que compensarlo espabilando,<br />
saliendo al mundo,<br />
buscando recursos en el mundo<br />
o, dicho heideggerianamente,<br />
“orientándonos al ser”. La primera<br />
convocatoria del ser es a espabilarnos,<br />
a inventar soluciones<br />
fuera de nosotros mismos. Para<br />
esa faena el lenguaje es fundamental,<br />
pues nos permite dominar<br />
las cosas y entendernos entre<br />
nosotros mismos.<br />
Pero resulta que el hombre,<br />
además de lenguaje, tiene casa –y<br />
ésta es la segunda manifestación<br />
del ser–. El hombre es un ser doméstico,<br />
domesticado. El ser-doméstico<br />
del hombre hay que entenderlo<br />
no en sentido metafórico<br />
sino literal. Hay que entender<br />
la domesticación como cría, doma<br />
y selección. Ese proceso se ha<br />
cobrado un alto precio según<br />
Nietzsche, a quien el autor cita.<br />
“Para vivir en esas casas” dice Nietzsche<br />
4 “el hombre tiene que empequeñecerse.<br />
Y es a causa de eso que los hombres<br />
enseñan la felicidad y la virtud”.<br />
Esa transformación del hombre<br />
original en hombre domesticado<br />
es la obra del humanismo. Y<br />
no es que Sloterdijk esté en contra<br />
de la cría, doma y selección<br />
del hombre; sólo está en contra<br />
de una interpretación jibarizada<br />
de la domesticación. Él, como<br />
Nietzsche, entrevé que el problema<br />
relevante de la futura humanitas<br />
se resuelve en un “combate<br />
entre criadores del hombre pequeño<br />
y del superhombre”.<br />
Llegados a este punto, Sloterdijk<br />
saca sus propias conclusiones.<br />
La crisis del hombre, de la<br />
humanitas, se debe al uso de malas<br />
técnicas de cría y doma, a malas<br />
“antropotécnicas”. Esa defi-<br />
4 Lo que dice Nietzsche en el párrafo<br />
‘De la virtud que humilla’, segundo libro de<br />
Así habló Zaratustra (en la edición de Edaf,<br />
pág. 175, Madrid, 1990).<br />
ciencia tiene su origen en la ceguera<br />
de la humanitas, que no ha<br />
querido ver lo evidente, a saber,<br />
que lo que está en juego, hoy como<br />
ayer, es la domesticación del<br />
hombre. Eso no lo ha sabido ver<br />
ni el humanismo clásico, ni la Escuela<br />
de Francfort, ni las filosofías<br />
humanistas de la posguerra (los<br />
existencialismos, los personalismos<br />
o las filosofías dialógicas).<br />
La filosofía moral tiene que<br />
plantearse la domesticación y selección<br />
del hombre teniendo en<br />
cuenta la existencia de un nuevo<br />
factor, desconocido por los antiguos:<br />
la posibilidad de un poder<br />
de selección que no tenía hasta<br />
ahora el hombre. Es la posibilidad<br />
técnica de una reforma genética<br />
de las propiedades de la especie.<br />
El hombre puede ya sacudirse el<br />
fatalismo del nacimiento, recurriendo<br />
al nacimiento opcional o<br />
a la selección prenatal. El autor<br />
aboga por el uso de las nuevas<br />
“antropotécnicas” con vistas a superar<br />
la crisis del hombre, una<br />
crisis que, como hemos visto,<br />
consiste en la incapacidad de la<br />
humanitas para superar la barbarie.<br />
Eso explica que, en el debate<br />
consiguiente, tanto Habermas como<br />
Tugendhat subrayen que lo<br />
que está en juego no es sino la<br />
sustitución de la ética por la genética<br />
como medio de mejorar<br />
moralmente la especie.<br />
La polémica se ha centrado en<br />
las relaciones entre ética y genética.<br />
A Tugendhat 5 eso de la “selección”,<br />
propiciada por Sloterdijk,<br />
le evoca las rampas de<br />
Auschwitz. Hay que reconocer,<br />
sin embargo, que el escrito Las<br />
reglas del parque humano va mucho<br />
más allá. Sloterdijk, en efecto,<br />
es bien sensible a la crisis del humanismo,<br />
al fracaso del ideal humano<br />
que hemos conocido. Lo<br />
que ocurre es que pasa demasiado<br />
deprisa sobre las causas de ese fenómeno,<br />
pues no se detiene en el<br />
fracaso, como si las ruinas del humanismo<br />
no significaran nada.<br />
Esa premura vicia su propuesta<br />
de solución. El problema no es,<br />
5 E. Tugendhat: ‘No hay genes para la<br />
moral,’ en Revista Occidente, núm. 220,<br />
pág. 107, mayo, 2000.<br />
en efecto, la sustitución de una<br />
estrategia ineficaz (la representada<br />
por la ética) por otra eficaz (la<br />
que propicia la genética). En ese<br />
planteamiento, Sloterdijk parece<br />
saber demasiado bien lo que sea el<br />
hombre o lo que tenga que ser.<br />
Hay que hilar más fino. Para<br />
señalar una nueva dirección del<br />
humanismo hay que analizar bien<br />
en qué consiste su deshumanización,<br />
pues como dice Juliana<br />
González el problema no se resuelve<br />
negando la humanitas sino<br />
resolviendo sus contradicciones 6 .<br />
2. Hay que partir de un análisis<br />
riguroso de la crisis del hombre.<br />
Ahora bien, el hombre moderno<br />
no muere en el circo romano,<br />
ni en el “tercer entorno”, ni en<br />
los bombardeos de la población<br />
civil, sino en Auschwitz, es decir,<br />
en los hornos crematorios de las<br />
cámaras de gas. ¿Por qué esa relevancia<br />
de Auschwitz? Pues porque<br />
en las cámaras de gas no sólo<br />
muere el hombre físicamente sino<br />
que la muerte física es la consecuencia<br />
de una liquidación metafísica<br />
previa. No hay que olvidar<br />
que el campo era campo de exterminio<br />
y campo de concentración;<br />
en el primero se asesinaba al prisionero;<br />
el objeto del segundo era<br />
acabar con la humanidad del<br />
hombre. El judío tenía que morir<br />
físicamente porque ya se le había<br />
excluido metafísicamente de la<br />
humanidad del hombre.<br />
2.1. El campo es el lugar mayor<br />
de la reflexión filosófica del<br />
siglo XX pues su existencia es inexplicable<br />
sin la cultura que es la<br />
nuestra. El campo no es la negación<br />
de la modernidad sino una<br />
posibilidad de la misma. El campo<br />
no cierra sus puertas con la llegada<br />
de los aliados sino que éstas<br />
siguen abiertas, abiertas a nuestras<br />
propias lógicas; de ahí que<br />
tengamos que detenernos en el<br />
análisis de la relación entre modernidad<br />
y barbarie.<br />
La relación entre el campo y la<br />
modernidad puede ser investigada<br />
6 Juliana González: El ethos destino<br />
del hombre. FCE, México.<br />
7 Z. Bauman: Modernidad y Holocausto.<br />
Sequitur, Toledo, 1997.<br />
desde un punto de vista sociológico<br />
y, también, filosófico. Zygmund<br />
Baumann ha intentado el<br />
primero de ellos 7 . Su tesis es que<br />
el campo es impensable sin la organización<br />
burocrática de la sociedad<br />
moderna. Dos características<br />
la definen. En primer lugar,<br />
la presencia en la misma del principio<br />
weberiano de la “división en<br />
esferas”. La vieja racionalidad carismática,<br />
la que pretendía dar un<br />
sentido unitario y finalista a cualquier<br />
acción humana, ha quedado<br />
parcelada en racionalidades<br />
sectoriales (la “lógica del poder”,<br />
la “lógica del dinero”, la “lógica<br />
del saber”) que son autónomas.<br />
Se es racional si uno se atiene a cada<br />
lógica específica, sin preocuparse<br />
por el sentido final de cada<br />
acción. Lo importante es saber<br />
cómo llegar a la meta, sin preocuparse<br />
de si la meta es buena o<br />
mala, racional o irracional. El nazi<br />
que accionaba la cámara de gas<br />
lo que tenía que hacer es que el<br />
mecanismo funcionara sin preguntarse<br />
sobre el sentido de esa<br />
acción, que comportaba, de hecho,<br />
la muerte del judío por ser<br />
judío. Eso explica la facilidad con<br />
la que luego, en los juicios, se declararán<br />
inocentes invocando la<br />
obediencia debida.<br />
En segundo lugar, la validez<br />
indiscutible del “maximin”, esto<br />
es, cifrar la racionalidad de una<br />
acción en el logro del objetivo al<br />
menor costo posible. Máximo de<br />
beneficio al menor costo posible.<br />
Según Bauman, lo que en un<br />
principio pretendía el nazismo<br />
con los judíos no era su liquidación<br />
física sino salvaguardar la raza<br />
aria de la posible contaminación<br />
por razas inferiores. Por eso,<br />
la primera medida consistió en<br />
expulsar a los judíos de Alemania,<br />
para evitar la contaminación<br />
racial. Sólo cuando el pangermanismo<br />
comprendió que no había<br />
nada exterior a Alemania se planteó<br />
la estrategia de la “solución final”.<br />
Si nada había exterior a Alemania,<br />
todo era campo y, por tanto,<br />
la solución a la pureza aria era<br />
la liquidación física del judío.<br />
Más importante para nuestro<br />
propósito es el análisis filosófico<br />
del campo. Podríamos apelar a la<br />
tesis de Foucault y Agamben<br />
76 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 121