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SANTOS JULIÁ - Prisa Revistas

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Estados-nación en algunas partes es la<br />

causa de la pérdida de ese mismo carácter<br />

en otras.<br />

“La persecución racial” –señala la ACNUR– “es<br />

una de las principales causas de que los refugiados<br />

huyan… Irónicamente, estos mismos flujos de refugiados<br />

se citan como una de las causas de las<br />

nuevas tendencias xenófobas”.<br />

En todo caso, la gente que emigra o<br />

simplemente se traslada geográficamente<br />

ya no lo hace como “bárbaro” a la búsqueda<br />

de la “civilización”, sino como<br />

miembro de otra cultura y junto con ella,<br />

y espera ser respetado en esa adscripción<br />

del mismo modo que en su país se respeta<br />

la cultura occidental. Hasta hace pocos<br />

años se podía esperar que el inmigrante<br />

(salvo que fuera un gestarbeiter, trabajador<br />

temporalmente invitado) acabaría integrándose,<br />

lo que era tanto como decir<br />

asimilándose a la sociedad receptora, según<br />

la pauta tradicional de desarrollo en<br />

dos o –como mucho– tres generaciones.<br />

Sabemos que, por múltiples razones (y la<br />

facilidad de comunicación con sus sociedades<br />

de origen, otro efecto de la globalización,<br />

es la más importante), esta disposición<br />

a la asimilación es cada vez más<br />

débil 21 y la tendencia es, por el contrario,<br />

conservar (o incluso acentuar) las diferencias<br />

como símbolos de identidad 22 . La<br />

consecuencia es la emergencia de “ciudades<br />

globales”, literalmente microcosmos<br />

del mundo (usualmente de áreas de influencia<br />

política de esa metrópolis) en los<br />

que las fronteras políticas se dislocan en<br />

relación con las fronteras culturales.<br />

Aquellas, las fronteras políticas, son relativamente<br />

estables; pero las culturales devienen<br />

lo que hace años llamé microfronteras<br />

23 , a saber, gentes con variadas creencias<br />

religiosas, lenguas maternas,<br />

perteneciendo a distintos grupos étnicos,<br />

con variados hábitos culinarios, vestidos<br />

y modos de amar, cantar o llorar, que viven<br />

juntos coexistiendo (y eventualmente<br />

conviviendo) en los mismos espacios sociales,<br />

fábricas, oficinas, universidades,<br />

supermercados, hoteles, museos o disco-<br />

21 Aunque no tanto como se cree. Acerca de la<br />

asimilación lingüística de los emigrantes en Estados<br />

Unidos véase el interesante trabajo de Alejandro Portes<br />

y Lingxin Hao en Revista de Occidente, Nº 24,<br />

abril del 2001.<br />

22 Véase, por ejemplo, Glick Schiller, N., Basch,<br />

L. y Blanc-Szanton, C. (eds): Towards a transnational<br />

perspective on migration, New York Academy of Sciences,<br />

Nueva York, 1992.<br />

23 Véase, ‘Fronteras culturales’, en E. Lamo de<br />

Espinosa (editor): Culturas, Estados, Ciudadanos, págs.<br />

13-79. Alianza Editorial, Madrid, 1996.<br />

Nº 121 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

tecas. Una tendencia a la emergencia de<br />

espacios de coexistencia multicultural sin<br />

duda creciente, que continuará incluso si<br />

el desarrollo económico hiciera innecesaria<br />

la emigración económica pues sus raíces<br />

están en la globalización misma por la<br />

que el mundo deviene un solo mundo.<br />

Es por ello por lo que los tradicionales<br />

melting-pots, es decir, lugares de mezcla y<br />

fusión de etnias o culturas están pasando<br />

a ser salad-bowl, una mezcla abigarrada<br />

de tipos humanos con las más plurales<br />

referencias.<br />

Veamos algunos ejemplos generados<br />

por las fortísimas inmigraciones internacionales.<br />

Se estima que en 1995 emigraron a<br />

Estados Unidos unos 90.000 mexicanos,<br />

algo bien conocido. Pero se ignora que<br />

también emigraron 55.000 rusos, 51.000<br />

filipinos, 42.000 vietnamitas, 39.000 dominicanos<br />

y unos 35.000 chinos. El fenómeno<br />

se repite en otras muchos Estados. A<br />

Japón emigraron ese mismo año 39.000<br />

chinos, 30.000 filipinos, 27.000 americanos,<br />

12.000 brasileños y unos 6.000 tailandeses.<br />

A Canadá emigraron 32.000 chinos<br />

de Hong Kong, 16.000 indios, 15.000 filipinos,<br />

13.000 chinos y 9.000 de Sri Lanka.<br />

Y se estima que anualmente emigran permanentemente<br />

1,5 millones de personas y<br />

que otros tantos solicitan asilo, unos procesos<br />

de movimiento de población sólo comparables<br />

(aunque mayores) a los que se produjeron<br />

a finales del siglo pasado. Esta<br />

complejidad de los movimientos de población<br />

(de los flujos) modifica poderosamente<br />

la composición de los stocks, de modo<br />

que si en Madrid hay un 3% de población<br />

extranjera y un 10% en El Ejido, son el<br />

16% en París, el 20% de Londres o el 56%<br />

de Nueva York. Hay colegios de Madrid y<br />

Barcelona con más de 30 minorías lingüísticas,<br />

pero hay más de 200 minorías en los<br />

de Nueva York. Ésta es la verdadera globalización<br />

puesto que, más allá del regusto positivo<br />

o negativo que pueda producirnos el<br />

vocablo multiculturalismo, y más allá de<br />

repetidas discusiones filosóficas sobre el relativismo<br />

o los valores occidentales, el multiculturalismo<br />

es un hecho, una realidad<br />

que se juega cotidianamente en la coexistencia<br />

de personas con adscripciones culturales<br />

variadas conviviendo en andamios, invernaderos,<br />

supermercados, bares, plazas,<br />

discotecas o simples rellanos de la escalera.<br />

El mundo se está llenando de espacios sociales<br />

de convivencia multicultural, nos<br />

guste o no.<br />

4. Conclusión: la democracia<br />

de la diversidad<br />

De modo que Dios sí hizo un mundo<br />

EMILIO LAMO DE ESPINOSA<br />

complejo en identidades, lenguas y Estados.<br />

Y por si fuera poco los humanos<br />

nos hemos entretenido en complejizarlo.<br />

¿Qué conclusiones podemos sacar de todo<br />

ello?<br />

La primera es que el problema es cómo<br />

gestionamos la diversidad cuando la<br />

arquitectura de la política no puede ya<br />

basarse en una previa ciudadanía culturalmente<br />

homogénea. Aceptar que sólo<br />

en matemáticas ser diferente de algo (#)<br />

quiere decir ser más o menos; que algo<br />

diferente es sólo eso y no mejor o peor;<br />

que la libertad es también la libertad de<br />

expresión y esta la de expresar la propia<br />

cultura, una actitud que choca con hábitos<br />

centenarios etnocéntricos de rechazo<br />

de la diferencia. Las democracias,<br />

los Estados mismos, serán (son) crecientemente<br />

multiculturales, multiétnicos y<br />

multilingüisticos pues todo ello es, antes<br />

de nada, un hecho, un dato de la modernidad<br />

avanzada, fácilmente perceptible<br />

en las grandes urbes de todo el mundo<br />

o en los resorts turísticos, pero que<br />

avanza imparable en todas direcciones.<br />

La segunda conclusión es que hay<br />

muchos modos de gestionar la diversidad.<br />

La homogeneidad es simple pero la<br />

diversidad es, ciertamente, diversa. Podemos<br />

encontrar una sola minoría, dentro<br />

de una sola mayoría, o diversas minorías<br />

que, unidas, serían mayoría. Las<br />

minorías pueden ser de incorporación<br />

reciente o no; las distancias culturales<br />

entre las minorías o entre éstas y la<br />

eventual mayoría pueden ser grandes o<br />

pequeñas. En ciertos casos las distancias<br />

lingüísticas son enormes y en otros el<br />

aprendizaje de la nueva lengua (el bilingüismo)<br />

es fácil de alcanzar. No tiene<br />

nada que ver la situación de los cubanos<br />

en Florida con la de los argelinos en<br />

Francia, los turcos en Alemania, los catalanes<br />

en España, los aymara o quechua<br />

en Bolivia, y un largo etcétera. Los paisajes<br />

sociales son muy distintos y por<br />

ello, aunque no es imposible encontrar<br />

una filosofía común y es quizá sencillo<br />

definir lo que no se debe hacer, es dudoso<br />

que encontremos una única solución.<br />

En todo caso, la formula del Estadonación<br />

se ha quedado obsoleta, si es que<br />

alguna vez fue algo más que ideología.<br />

Pretender que los 188 Estados hoy existentes<br />

se asienten sobre un demos culturalmente<br />

homogéneos es un sin sentido.<br />

Pues o bien multiplicamos los Estados<br />

para ajustarlos a las naciones/lenguas<br />

hasta hacer el mundo políticamente inmanejable<br />

(y ya lo es con los existentes),<br />

justo cuando a consecuencia de la acele-<br />

21

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