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SANTOS JULIÁ - Prisa Revistas

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Un hadiz atribuido a Aixa,<br />

la joven preferida entre las<br />

muchas mujeres de Mahoma,<br />

nos informa sobre la explosiva<br />

situación del emergente estado<br />

islámico a la muerte del Enviado.<br />

“Cuando murió el Profeta, los beduinos<br />

apostataron. Los judíos y los cristianos<br />

levantaron cabeza. La incredulidad<br />

que se había ocultado, se manifestó.<br />

Los musulmanes fueron como un rebaño<br />

de corderos, sobresaltados por la lluvia de<br />

una noche de invierno. Su Profeta ya no<br />

estaba allí. Por fin Alá los reunió alrededor<br />

de Abú Bakr” (cit. en Gaudefroy-<br />

Demombynes, 1969, 206).<br />

1. Mahoma ha muerto sin<br />

nombrar sucesor. Una reunión de<br />

urgencia de los Compañeros del<br />

Profeta resuelve la peligrosa crisis<br />

de sucesión nombrando “califa”<br />

(vicario del Enviado de Alá) a<br />

Abú Bakr, padre de Aixa, a la sazón<br />

un venerable anciano. A los<br />

dos años muere envenenado tras<br />

haber sometido con mano de hierro<br />

a los rebeldes beduinos y designado<br />

a Omar como sucesor.<br />

“Un hombre fue a escuchar a Omar<br />

y se dirigió a él como Califa de Alá (vicario<br />

de Dios). Omar le maldijo y dijo:<br />

‘Ése fue David’. Entonces el hombre le<br />

llamó ‘Califa (vicario) del Profeta de<br />

Dios’ y Omar dijo: ‘Pero ése fue Abú<br />

Bakr, que ahora ha muerto’. Así el hombre<br />

se dirigió a él como ‘Califa del Califa<br />

(vicario del vicario) del Profeta de<br />

Dios’, y Omar dijo: ‘Esto es correcto,<br />

pero el título acabará haciéndose demasiado<br />

largo’, y el hombre le preguntó:<br />

‘Entonces, ¿cómo te llamaremos?’, y<br />

Omar le respondió: ‘Sois creyentes y yo<br />

soy vuestro príncipe, por tanto, llamadme<br />

Príncipe de los Creyentes (Emir al-<br />

Muminim)’ (vid. Lewis, 1990, 79).<br />

El califato es la primera y más<br />

importante institución de soberanía<br />

en la historia islámica, re-<br />

solviendo en la Umma el vacío<br />

de poder producido por la muerte<br />

del Profeta. El hadiz mentado<br />

hace referencia a las discusiones<br />

entre los Compañeros sobre el alcance<br />

de tal término como título<br />

de soberanía. Expresamente mentado<br />

en una aleya del Corán:<br />

“¡David! No te hemos colocado<br />

como califa en la tierra. ¡Juzga entre<br />

los hombres según la verdad!”<br />

(38, 25). “El califa es, en realidad,<br />

el lugarteniente del Legislador<br />

inspirado ((Mahoma)), encargado<br />

de mantener la religión y<br />

de servirse de ella para gobernar el<br />

mundo” (Ibn Jaldún, 1977, 379).<br />

Omar, el primer gran estratega<br />

militar de la expansión islámica,<br />

arrasó el Imperio Persa de los sasánidas<br />

y derrotó al Imperio Bizantino:<br />

Persia, Siria, Palestina y<br />

Egipto se incorporaron al naciente<br />

imperio islámico. Malherido<br />

por un cristiano persa (armado<br />

con un alfanje envenenado),<br />

Omar, antes de morir, nombró<br />

una junta con los seis Compañeros<br />

más distinguidos para que eligiesen<br />

entre ellos su sucesor<br />

(644). Resultó Utman, era el de<br />

más años y, como los dos califas<br />

precedentes, yerno del Profeta.<br />

Doblemente yerno, pues fue el<br />

único musulmán que casó, sucesivamente,<br />

con dos hijas de Mahoma<br />

(con la segunda, tras enviudar<br />

de la primera): de ahí su<br />

apodo como “el dueño de las dos<br />

luces” (Vernet, 1990, 151-152).<br />

Utman prosiguió la expansión<br />

islámica y fijó canónicamente las<br />

suras del Corán. Durante su califato,<br />

cundió el descontento entre<br />

los musulmanes más rigurosos<br />

y los Compañeros menos favorecidos,<br />

denunciando el nepotismo<br />

y la corrupción de los gobernantes.<br />

En 656, mientras leía en su<br />

residencia de Medina una copia<br />

SEMBLANZA<br />

LA SUCESIÓN DE MAHOMA<br />

Genealogía del Islam<br />

CARLOS MOYA<br />

del libro sagrado, murió a manos<br />

de los jarichíes, un movimento<br />

sectario que pretendía volver a la<br />

pureza religiosa de los orígenes.<br />

Un hijo de Abú Bakr, de nombre<br />

Muhammad (como su yerno el<br />

Profeta), fue el primero en allanar<br />

la morada califal y herir al anciano.<br />

Inmediatamente, en la mezquita<br />

de Medina, fue proclamado<br />

Alí: era primo hermano del Profeta,<br />

uno de sus primerísimos<br />

conversos (junto con Kadiya,<br />

Abú Bakr y el esclavo Zaid) y estaba<br />

casado con su hija predilecta,<br />

Fátima, madre de sus dos únicos<br />

descendientes masculinos.<br />

El partido que representaba<br />

Alí, autodenominado “pueblo de<br />

divina designación y ordenación”<br />

(al-Sharastani), los xiíes, mantenía<br />

que el nuevo Califa había sido<br />

señalado desde un principio, por<br />

Alá y su Profeta, como su legítimo<br />

sucesor; que sus tres antecesores<br />

en el califato, mediante engaños,<br />

le habían privado hasta entonces<br />

de sus legítimos derechos: había<br />

llegado la hora de restablecer el<br />

Islam en toda su pureza. La noble<br />

apostura de Alí, su probado valor<br />

y santidad, enardecía a sus seguidores<br />

xiíes (chiítas).<br />

“Cuando ocurrió el asesinato de Utman,<br />

los muslimes se hallaban dispersos<br />

en las comarcas del imperio (para ocuparlas<br />

y guardarlas), de suerte que sólo un<br />

pequeño número asistió a la exaltación<br />

de Alí al califato. Entre éstos, unos le<br />

prestaron el juramento de fidelidad<br />

(baiáa); pero los otros tomaron el partido<br />

de esperar hasta que se reunieran todos<br />

los musulmanes y escogieran un imam<br />

por unanimidad… Al mismo tiempo,<br />

los que se encontraban en las comarcas<br />

optaron por no reconocer la autoridad de<br />

Alí hasta después de vengar la muerte<br />

de Utman” (Ibn Jaldún, 1977, 413).<br />

Una confusa situación que<br />

acabaría desembocando en guerra<br />

civil. Mientras que los dos pri-<br />

meros califas pertenecían a los<br />

“emigrados” a Medina, Utman<br />

representaba a la nobleza coraixí<br />

de La Meca, que sólo al final, derrotada<br />

por el Profeta, había aceptado<br />

el Islam. Los asesinos de Utman<br />

procedían de la secta jarichí:<br />

surgida en los últimos años de<br />

Omar, con el propósito de establecer<br />

tribunales religiosos para<br />

juzgar quiénes eran auténticos<br />

creyentes y quiénes no de entre<br />

las tribus recién convertidas, había<br />

apoyado la exaltación al califato<br />

de Alí frente a la corrupción<br />

coraixí disparada en tiempos de<br />

su antecesor. El poderoso gobernador<br />

militar de Siria, Muawiya,<br />

pariente del califa asesinado, se<br />

erigió en su vengador, y se enfrentó<br />

a Alí (a quien previamente<br />

no había prestado juramento).<br />

Los padres de Muawiya se<br />

habían contado entre los peores<br />

enemigos del Profeta: Abú Sufian<br />

fue un poderoso mercader mequí,<br />

dirigente del clan omeya<br />

dentro de la tribu coraixí; Hind,<br />

la madre, ha pasado a todas las<br />

crónicas por su terrible ferocidad:<br />

habiendo muerto a Hamza, tío<br />

del Profeta, le abrió el pecho para<br />

comerse su hígado, en venganza<br />

por la muerte de su padre y<br />

hermanos en un choque armado<br />

con los musulmanes. Muawiya<br />

no sólo contaba con el apoyo de<br />

los potentes coraixíes, enaltecidos<br />

por Utman, sino con la infatigable<br />

inquina de Aixa contra Alí.<br />

La joven viuda del Profeta, que ya<br />

ostentaba el título de “madre de<br />

todos los creyentes”, a la vez que<br />

soliviantaba el ánimo de los<br />

Compañeros más reticentes contra<br />

el actual califa, legitimaba la<br />

“pureza religiosa” del partido de<br />

Muawiya.<br />

El odio de Aixa contra el primo<br />

y yerno de Mahoma venía<br />

52 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 121

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