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SANTOS JULIÁ - Prisa Revistas

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CUADRO 1<br />

ciudadanos, en la fórmula ilustrada de la<br />

civilización cosmopolita y republicana francesa<br />

o en la fórmula romántica de la cultura<br />

casticista y étnica, la tradición ilustrada del<br />

ius soli y la tradición historicista del ius sanguinis<br />

acaban coincidiendo: el Estado lo<br />

forman ciudadanos culturalmente homogéneos;<br />

el demos que sustenta al Estado es culturalmente<br />

homogéneo y extrae su solidaridad<br />

política –aquella sobre la que se asienta<br />

el Estado– de esa misma homogeneidad. Y<br />

por supuesto, ambos nacionalismos se caracterizan<br />

porque, al tiempo que niegan diferencias<br />

hacia dentro, exigen el reconoci-<br />

Nº 121 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA<br />

Estado=Política<br />

Francia Alemania<br />

El Estado precede a la nación La nación precede al Estado<br />

Ciudadanía republicana Ciudadanía étnica<br />

La Republique El Volkgeist<br />

Ius soli Ius sanguinis<br />

Una “civilización” Las “culturas”<br />

Asimilación Exclusión<br />

Nación=Cultura<br />

miento de ellos mismos como diferentes<br />

hacia fuera.<br />

Por supuesto, más allá de la similitud,<br />

hay diferencias muy importantes. Así, el<br />

modelo germánico está abierto a la diversidad<br />

de culturas (incluso las fomenta) y<br />

no tiene el pathos imperialista o “civilizador”<br />

del francés que, asentado como cree<br />

estar en una única Raison universal, no reconoce<br />

otra forma de ser hombre que la<br />

del citôyen. De modo que las actitudes hacia<br />

el reconocimiento de la diversidad son<br />

muy distintas, lo que muestra la profunda<br />

ambivalencia que late detrás de ambos<br />

modelos: el aparente multiculturalismo y<br />

respeto a la diversidad del germánico esconde<br />

malamente una voluntad identitaria,<br />

xenófoba o incluso racista, mientras<br />

que el imperialismo del modelo francés<br />

abre amplias vías para la integración y es<br />

respetuoso con el principio de igualdad.<br />

El esquema alemán tiende, pues, a un<br />

multiculturalismo de la separación, mientras<br />

el francés, que tiende a la homogeneidad,<br />

lo hace desde la perspectiva de la incorporación<br />

y la asimilación.<br />

Por lo demás, el argumento de que<br />

sólo un demos culturalmente homogéneo<br />

puede sostener la democracia no está lamentablemente<br />

muerto y renace no sólo<br />

dentro de los viejos o nuevos Estados sino<br />

también a la hora de abordar procesos de<br />

articulación política supraestatal. Así, y<br />

como recordaba hace poco Luis María<br />

Díez Picazo, la famosa sentencia del Tribunal<br />

Constitucional alemán de 12 de<br />

octubre de 1993 relativa al tratado<br />

de Maastricht se basaba justamente en la<br />

idea de que “la democracia sólo puede llegar<br />

a funcionar allí donde existe una previa<br />

realidad nacional; y ello, por supuesto,<br />

no en un sentido étnico, sino predomi-<br />

15

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