Agosto Nº 141 - Biblioteca Virtual El Dorado

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social acelerado por el perturbador influjo de la población de
tránsito.
Durante esos años, bisoño en nuestras realidades políticas
y sociales, sus reacciones son académicas. Enfrentado a un asunto,
lo estudia desde un mirador fundameritalmente lógico. Hemos
vißto que así ocurrió cuando la breve trayectoria del Estado;
esa postura caracteriza su Exwmen soln'e fr-anca cO'luTu:cridón,
yeso advertimos también en algunos escritos de 1850 y 1851. SIl
discurso del Cabildo de Panamá el 28 de noviembre de 1850, acor
de en sustancia con la versión tradicional de la independeucia d'"
Espafia, ofrece m:,pectos originales al considerar la coyuntura (le
su hora y las responsabilidades que nos tocaban como propietarios
de un territorio excepcionaL. "¿ Cuál podrá ser el curso qUe!
tomen los acontecimientos? ¿ Cuál la suerte definitiva del Istmo
de Panamá'! Diez años más habrán dado a eßte país una trall\formación
que difícilmente preverá alguno. Mas ese cambio,
esa trasformación portentosa ¡, serán en bien de i os actuales d uefios
de esta tierra privilegiada'! Tampoco puedo deeirlo: solo me
atrevo a asegurar que pasarán en bien del jénero humano. Rí,
f,eñore¡:: cualquiera que sea el último destino de nosotros los poseedores
del Istmo en el año de 1850, el país será grande, rico y
poderoso; servirá al tráfico del mundo por un ferrocarril qne
acorte aun más la ya corta distancia entre los dos mares; ofrecerá
asilo y trabajo a todos los habitantes del globo, y ~~i no e8
la propiedad exclusiva de una raza o de un pueblo, será el camino
y la posada de todos los pueblos y de todas las razas. Tal debe
ser nuestra únii.a ambición, nuestro más ferviente deßeo. Nada
podríamos tampoco contra el de¡Üino de Dios nos tenga deparado,
y si él ha creído que los derechos e intereses de la humanidad en
este Istmo no se amalgaman con nuesLra permanente dominación,
cúmplase enhorabuena su soberana voluntad, cuando nos conste
suficientemente, después de empleados nuestros medios físicos y
morales para retener la prenda que poseemos." y cinco meses
más tarde, al fundamentar un proyecto de acuerdo municipal relgcior.ado
con la "cuestión ejidos", su argumentación es más juri
(lica y formal que resultado de una apreciación objetiva del pn'blema
de la tierra en Panamá, cireunstancia tomada en cuenb
en su discurso de 15 de julio de 1855, al asumir la Jefatura Superior
del Estado. Entonces ya sabía que "las cosas no son cierta;,
porque una ley las diga, cuando ellas están en contradicción con
la realidad de los hechos" C) y nada le impedía modificar opiniones
que deseubría equivocadas. Una modalidad que le enalter:e
le impide encontrar desdoro
so rectificar criterios cuando nuevos
elementos de juicio lo aeonsejan.
Uueno de una útil eXlJeriencia pananiefia en asuntus prov~n
ciale¡: y municipales -había sido cabildante y diputado provm-
íO
(8) Mcndez Pereil'a, O. C. Pág. 219.
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