Agosto Nº 141 - Biblioteca Virtual El Dorado

Si por si acaso no existiese esa desconfianza; si fuese su
\oluntad que yo administre como Jefe del Ejecutivo el Estado
q ue ac~~ba de nacer, ocasion tendrá para manifestarlo en las
próximas elecciones, que celebradas cuando yo no esté ni en el
empleo ni en el pais, serán la libre i jenuina espresion de aque
Ua voluntad; i entonces nadie tendrá derecho para emitir una
censura contra el soberano i árbitro de su propia suerte. Si,
al contrario, quisiese, como yo lo quiero, alejar no solo el peligro,
sino aun las apariencias i las sospechas del peligro; si par~
ello fija su atencion en otro candidato, ¿ por qué se le habria
hecho sufrir dUlå.nte un año la contrariedad de tener un Administrador
que no fuese de su entero agrado?
La reflexion que vOl a hacer, no es ménos justa, i la emitt
confiado en que no se tomará sino en el ríjido sentido que yo
quiero darle. Donde quiera que los partidos políticos, i las
cuestiones que estos promueven, se relacionan con principios
tomados de la eienci.: social, la eleccion que para Jefe del Eje
cutivo hiciese una Asamblea representativa, mostraria claramente
el predominio en ella de los principios u opiniones que
profesase el candidato. Entre nosotros, donde los hombres públicos
escasean, i donde apénas se comienza a estudiar las cien
cias políticas, una eleccion no da bastante indicio de las ideas
que predominan en los electores, i puede ser determinada por
consideraciones distintas de la uniformidad entre las opiniones
de aquellos i las del candidato que han hecho triunfar.
Semejante fenómeno esplica por qué la Asamblea Constituyente
no ha estado de acuerdo con mis indicaciones, en pun
tos mui sustanciales, de que solo citaré dos porque ellos afectan
la existencia misma del Gobierno. La milicia local i la contribucion
directa, que yo miro como instituciones de absoluta necesidad
en el Estado, temo mucho que no lleguen a serIo, segúii
el jiro que los respectivos proyectos de lei han tomado en la
Asamblea, desde que fueron sometidos a su examen.
De estas premisas no me propongo sacar sino una deduccion
que hace a mi objeto. ¿ Cómo podría yo aceptar la res
ponsabilidad anexa a mis funciones de Administrador, o eje.
cutor de las leyes, si los principios en que éstas se fundan difieren
sustanc¡almente de los mios? ¿ Podré garantizar ni aun
prometerme buenos resultados, cuando yo mismo he creido de
tiempo atrás que no se producen con aquellos elementos? No
concibo un papel más difícil que el de un ejecutor a niiIen repugnan
las leyes que está llamado a plantear, o a quien se
rehusan las que ha pedido como indispensables.
Otro motivo personal, pero no indigno de esponerse aqui,
viene en apoyo de los anteriores. Soi padre de una familia
jóven. que se educa en el estranjero, donde he fijado mi re si-
(lecia hace algunos años. La aciaga rebelion de Abril de 1854,
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