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Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

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El primer día <strong>de</strong> la nov<strong>en</strong>a, por la mañana, lavamos los pitos, que se guardaban<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> al ano anterior; t<strong>en</strong>ían forma <strong>de</strong> pajaritos y se ll<strong>en</strong>aban con agua para que<br />

sonaran como gorjeo <strong>de</strong> pájaros. Martillo <strong>en</strong> mano, sobre un yunque aplanábamos<br />

checas <strong>de</strong> gaseosa para clavarlas sobre un pedazo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y armar sonajeros. Así<br />

quedaban listos los instrum<strong>en</strong>tos para acompañar los villancicos.<br />

Por la noche iban llegando los ahijados <strong>de</strong> mamá y <strong>de</strong> la tía, como convocados a<br />

<strong>una</strong> conv<strong>en</strong>ción. Todos puntuales, bi<strong>en</strong> vestidos y recién bañados. No quedaba<br />

mucho espacio para los <strong>de</strong>más. Entre gozo y gozo cantaban <strong>en</strong> coro. La parte que<br />

más recuerdo es la rogativa para el Niño que se rego<strong>de</strong>aba <strong>en</strong> llegar: “V<strong>en</strong>, v<strong>en</strong> no<br />

tar<strong>de</strong>s tanto”.<br />

Después <strong>de</strong> los pastores <strong>de</strong> Belén, <strong>de</strong>l burrito, <strong>de</strong> nana nanita y <strong>de</strong> tú taina, v<strong>en</strong>ía<br />

el reparto <strong>de</strong> dulces, galletas y refrescos. Así durante todo el nov<strong>en</strong>ario. El<br />

veinticuatro los niños, y también las niñas, llegaban bi<strong>en</strong> temprano, traían los ojos<br />

ansiosos. Después <strong>de</strong> la nov<strong>en</strong>a todos regresaban a sus casas felices y cont<strong>en</strong>tos con<br />

su paquetito <strong>en</strong> la mano.<br />

Con diciembre también llegaban la brisa loca levanta ar<strong>en</strong>a, techos y faldas; los<br />

buses con excursiones <strong>de</strong> cachaquitas; los discos <strong>de</strong> la Billo’s y los Melódicos y los<br />

almac<strong>en</strong>es “agáchate”. Estos últimos t<strong>en</strong>ían pat<strong>en</strong>te <strong>de</strong> corso para invadir los<br />

an<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> la Av<strong>en</strong>ida Campo Serrano durante la temporada navi<strong>de</strong>ña. Después<br />

<strong>de</strong>saparecían. En t<strong>en</strong><strong>de</strong>retes exhibían muñecos y juguetes <strong>de</strong> plástico, jueguitos <strong>de</strong><br />

sala y comedor <strong>en</strong> ma<strong>de</strong>ra, bolas, escobas, traperos y recogedores <strong>en</strong> miniatura y los<br />

vistosos camiones multicolores <strong>en</strong> ma<strong>de</strong>ra. Entre finales <strong>de</strong> los cincu<strong>en</strong>ta y comi<strong>en</strong>zos<br />

<strong>de</strong> los ses<strong>en</strong>ta todos tuvimos o añoramos un camión <strong>de</strong> esos. No habían salido aún<br />

los <strong>de</strong> control remoto, pero <strong>de</strong> todas formas aquellos que halábamos con <strong>una</strong> pita<br />

eran preferidos a los <strong>de</strong> cuerda, por más vistosos que éstos fueran.<br />

Almac<strong>en</strong>es como el Lola, Universo, Mogollón, Pu<strong>en</strong>te & González mostraban lo<br />

mejor para satisfacer las solicitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los niños al Niño Dios. Aunque a <strong>de</strong>cir verdad<br />

muchas veces las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong> los padres no coincidían con los caprichos <strong>de</strong> algunos<br />

niños, qui<strong>en</strong>es ing<strong>en</strong>uam<strong>en</strong>te manifestaban sus <strong>de</strong>seos por escrito <strong>en</strong> la cartita que,<br />

ilusos, colocaban sobre el pesebre <strong>de</strong> la iglesia, sin ser lo sufici<strong>en</strong>te explícitos con los<br />

papás, o por lo m<strong>en</strong>os con copia a éstos<br />

El día veinticinco, con la sonrisa alegre <strong>de</strong> muchos, se veían también algunos ojos<br />

llorosos e inconformes <strong>de</strong> niños que resignados arrastraban los carritos o pateaban<br />

<strong>una</strong> pelota <strong>de</strong> plástico imitación balón <strong>de</strong> cuero, regalos que no eran los esperados<br />

por ellos.<br />

Se hizo costumbre que el veinticuatro <strong>de</strong> diciembre, in<strong>de</strong>p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>de</strong> la situación<br />

económica, había que estr<strong>en</strong>ar. No era extraño ver a niños caminar incómodos por<br />

los zapatos apretados que por <strong>de</strong>sesperados insistieron <strong>en</strong> llevar, como si <strong>en</strong> el<br />

almacén no hubiera otras tallas. Así ocurría con las camisas y los pantalones.<br />

Muchas <strong>de</strong> esas camisas nuevas resultaron quemadas <strong>en</strong> la primera postura, por<br />

los triquetraques y las lluvias <strong>de</strong> estrellas <strong>en</strong> la Nochebu<strong>en</strong>a. Todos los años<br />

aspirábamos a permanecer <strong>de</strong>spiertos hasta la medianoche para asistir a la “misa <strong>de</strong><br />

gallo”, <strong>en</strong> especial a la <strong>de</strong> San Francisco para ver el nacimi<strong>en</strong>to <strong>de</strong>l Niño Dios, que<br />

todos los años variaba según el ing<strong>en</strong>io y creatividad <strong>de</strong> Alfredo Ovalle González,<br />

qui<strong>en</strong> se <strong>en</strong>cargaba <strong>de</strong> armar y <strong>de</strong>sarmar el pesebre durante el nov<strong>en</strong>ario; pero el<br />

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