14.05.2013 Views

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

26. Entre comparsas y letanías<br />

El mejor sitio que <strong>en</strong>contré para ver pasar el carnaval fue el almacén. T<strong>en</strong>ía yo<br />

nueve años y era lunes <strong>de</strong> carnaval. Detrás <strong>de</strong>l vidrio, por <strong>en</strong>cima <strong>de</strong> bolsas <strong>de</strong><br />

confites y paquetes <strong>de</strong> galletas, los vi llegar. Eran unos muchachos <strong>de</strong> diversas<br />

eda<strong>de</strong>s, todos semi<strong>de</strong>snudos, ap<strong>en</strong>as con <strong>una</strong> pantaloneta, el cuerpo cubierto con<br />

aceite quemado y negro <strong>de</strong> humo; llevaban <strong>en</strong> las manos un palo embadurnado <strong>de</strong><br />

negro con el que am<strong>en</strong>azaban a la g<strong>en</strong>te con tiznarla si no les daban <strong>una</strong> moneda. Se<br />

referían a la moneda <strong>de</strong> cinco c<strong>en</strong>tavos, que era <strong>de</strong> cobre y con el cinco <strong>en</strong> romanos<br />

(V). “Chinco… chinco”, <strong>de</strong>cían con voz gutural, <strong>en</strong> actitud intimidante.<br />

Las personas mayores los llamaban fantomas y nosotros les <strong>de</strong>cíamos indios. En<br />

especial no hacían nada, sólo andaban por las calles cerrándoles el paso a los<br />

transeúntes, hostigándolos para que les dieran <strong>una</strong> moneda. Yo les t<strong>en</strong>ía miedo y me<br />

limitaba a observarlos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l mostrador.<br />

Como el almacén quedaba sobre la carrera cuarta, cerca <strong>de</strong> la plaza <strong>de</strong> San<br />

Francisco, allí llegaban o pasaban casi todos los disfraces y comparsas. Algunos<br />

v<strong>en</strong>ían <strong>en</strong> tr<strong>en</strong> o <strong>en</strong> bus <strong>de</strong> Ciénaga o <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong> la Zona Bananera; otros, <strong>de</strong><br />

los barrios <strong>de</strong> la ciudad.<br />

Des<strong>de</strong> allí gozaba vi<strong>en</strong>do las danzas y las actuaciones <strong>de</strong> los distintos grupos.<br />

Recuerdo la Danza <strong>de</strong> los diablos, extraída <strong>de</strong> las festivida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Corpus Cristi. Eran<br />

hombres disfrazados con camisas y pantalones rojos, terminados <strong>en</strong> puntas y <strong>en</strong> cada<br />

<strong>una</strong> había un cascabel. Las máscaras o caretas <strong>de</strong> diablo estaban montadas sobre<br />

recuadros y se las ponían más como sombreros que para taparse el rostro, y <strong>en</strong> los<br />

talones, a manera <strong>de</strong> espuelas, llevaban filosas hojas <strong>de</strong> cuchillos. La danza consistía<br />

<strong>en</strong> el cruce rítmico <strong>de</strong> las piernas, con el riesgo <strong>de</strong> cortarse con los cuchillos, al son<br />

<strong>de</strong> la acor<strong>de</strong>ón y un tambor. El sonido era similar al que se les oye a los conjuntos<br />

musicales <strong>de</strong> los indios <strong>de</strong> la Sierra Nevada.<br />

Otro grupo llegaba, <strong>de</strong> pronto, con <strong>una</strong> caja <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra como <strong>una</strong> pequeña tarima<br />

y sobre ésta figuras articuladas <strong>de</strong> hombres y mujeres, accionadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo como<br />

marionetas; ejecutaban el baile <strong>de</strong>l pilón o las pilan<strong>de</strong>ras. También con música <strong>de</strong><br />

acor<strong>de</strong>ón y tambor; con sonido igual al anterior.<br />

La cacería <strong>de</strong>l tigre, conformada por tres hombres como cazadores, vestidos <strong>de</strong><br />

caqui, con sombrero <strong>de</strong> corcho y provistos <strong>de</strong> rifle, otro disfrazado <strong>de</strong> perro y otro <strong>de</strong><br />

tigre. Mi<strong>en</strong>tras el perro dormía a pata suelta, los tres cazadores husmeaban <strong>en</strong> busca<br />

<strong>de</strong>l tigre, <strong>en</strong> tanto que éste se les iba por <strong>de</strong>trás y les hurgaba el trasero. Así hasta<br />

cuando mataban al tigre y <strong>de</strong>cían alg<strong>una</strong>s letanías. Los observadores se reían,<br />

aplaudían y contribuían con alg<strong>una</strong>s monedas.<br />

Otro <strong>de</strong> los disfraces simpáticos era el <strong>de</strong>l parto callejero. Un grupo <strong>de</strong> hombres<br />

disfrazados <strong>de</strong> mujer, <strong>una</strong> <strong>de</strong> ellas <strong>en</strong> avanzado estado <strong>de</strong> gravi<strong>de</strong>z, uno <strong>de</strong> médico y<br />

otro <strong>de</strong> <strong>en</strong>fermera. Entraban haciéndose notar por la gritería; la mujer embarazada<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> romper fu<strong>en</strong>te se tiraba al suelo y com<strong>en</strong>zaba a gritar por los dolores <strong>de</strong><br />

parto; los gritos eran expresiones grotescas alusivas al presunto padre y la<br />

irresponsabilidad <strong>de</strong> traer un niño con lo grave <strong>de</strong> la situación económica. Las<br />

comadronas obligaban al médico para que interviniera, pero éste no sabía qué hacer<br />

y consultaba a la <strong>en</strong>fermera, que tampoco sabía. Al fin at<strong>en</strong>dían el parto y nacía la<br />

53

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!