14.05.2013 Views

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

Jirones de una historia en Santa Marta Jirones de una historia en ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

44. En la calle <strong>de</strong> la Cruz 2<br />

Corrían los primeros años <strong>de</strong> la década <strong>de</strong>l 50. Habíamos llegado a ocupar la casa<br />

<strong>de</strong> esquina <strong>en</strong> la calle <strong>de</strong> la cruz con carrera sexta. Estas vías no estaban<br />

pavim<strong>en</strong>tadas. La calle <strong>de</strong> la Cruz o 12 t<strong>en</strong>ía mayor circulación <strong>de</strong> vehículos por lo<br />

que preferíamos jugar <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> la carrera. La tierra <strong>de</strong>stapada permitía hacer el<br />

huequito para el juego <strong>de</strong> boliches, igual que trazar la ruta <strong>de</strong> la vuelta a Colombia,<br />

que escarbábamos con <strong>una</strong> tapa <strong>de</strong> gaseosa <strong>en</strong> el piso <strong>de</strong> barro, formando un<br />

ext<strong>en</strong>so canal curvilíneo <strong>en</strong> el que <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>slizarse, tiro a tiro, las canicas hasta que<br />

alg<strong>una</strong> alcanzara <strong>de</strong> primero la meta, consist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> llegar a un huequito <strong>en</strong> uno <strong>de</strong><br />

los extremos <strong>de</strong> la ruta. Se jugaba fútbol con bola <strong>de</strong> trapo. Jugábamos también las<br />

difer<strong>en</strong>tes versiones <strong>de</strong>l trompo, el piso <strong>de</strong> barro permitía hacer un mejor juego, pues<br />

sobre el pavim<strong>en</strong>to el trompo rebotaba corriéndose el riesgo <strong>de</strong> que golpeara e<br />

hiriera a alguno, a<strong>de</strong>más el perman<strong>en</strong>te golpe con el concreto hacía que se doblara la<br />

punta y el trompo terminaba “zaran<strong>de</strong>to”. Sobre el piso se trazaba el triangulo con las<br />

divisiones reglam<strong>en</strong>tarias para el juego <strong>de</strong> chequita. Al volver a jugar, al día<br />

sigui<strong>en</strong>te, sólo t<strong>en</strong>íamos que repintar la curva <strong>de</strong> la vuelta a Colombia, el circulo para<br />

el juego <strong>de</strong>l trompo con <strong>una</strong> moneda <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro o el triangulo para la chequita.<br />

Cuando llovía todo <strong>de</strong>saparecía.<br />

Nubarrones negros por el lado <strong>de</strong> Taganga era señal inequívoca <strong>de</strong> aguacero.<br />

Cuando este se <strong>de</strong>sataba ya los muchachos estábamos preparados para el baño. El<br />

primer aguacero <strong>de</strong> la temporada producía inconformidad, pues los padres impedían<br />

que nos bañáramos con las primeras aguas porque estas arrastraban toda la<br />

suciedad <strong>de</strong> la atmósfera y <strong>de</strong> los techos. Con el segundo, nadie podía ya <strong>de</strong>t<strong>en</strong>er las<br />

bandadas <strong>de</strong> pelaos chapoleando agua por las calles que fácilm<strong>en</strong>te se ll<strong>en</strong>aban. Del<br />

techo <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> los Ariza Caiafa salía un tubo que expulsaba un grueso y largo<br />

chorro <strong>de</strong> agua, bajo el cual formábamos un tropel luchando por un mejor puesto.<br />

Cuando el chorro perdía fuerza y por lo mismo interés, salíamos corri<strong>en</strong>do para la<br />

playa don<strong>de</strong> terminábamos dándonos un baño con agua <strong>de</strong> mar, que con la lluvia se<br />

ponía tibia <strong>en</strong> la superficie mi<strong>en</strong>tras el fondo se mant<strong>en</strong>ía <strong>de</strong> un frió int<strong>en</strong>so.<br />

Retozábamos y jugábamos bola. En esa época ningún rayo se atrevió a meterse con<br />

nosotros, como vi<strong>en</strong>e ocurri<strong>en</strong>do <strong>en</strong> estos tiempos que ya ha cobrado varias victimas<br />

<strong>en</strong>tre los bañistas <strong>en</strong> días <strong>de</strong> lluvia.<br />

Con los aguaceros la carrera sexta <strong>en</strong>tre calles once y doce quedaba inhabilitada<br />

para jugar boliche, trompo, bola <strong>de</strong> trapo o chequitas. Un ancho y ext<strong>en</strong>so charco<br />

cubría todo el espacio. En los primeros días aparecían mariposas <strong>de</strong> variados colores<br />

y alg<strong>una</strong>s libélulas sobrevolando a ras <strong>de</strong> agua. Los pelaos echábamos a navegar<br />

botes y barquitos construidos <strong>en</strong> cartulina o papel, labrados <strong>en</strong> ma<strong>de</strong>ra o <strong>una</strong> simple<br />

tabla, que halábamos <strong>de</strong> la proa con un hilo o pita. Este apacible juego duraba hasta<br />

cuando alguno irrumpía chapoteando agua y producía un catastrófico y colectivo<br />

naufragio que rematábamos con <strong>una</strong> lluvia <strong>de</strong> piedras sobre las naves. En el retomar<br />

piedras <strong>de</strong>l agua para arrojarlas <strong>de</strong> nuevo, resultaba siempre algún <strong>de</strong>scalabrado.<br />

83

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!