<strong>en</strong> cuatro. No te <strong>de</strong>mores, le dice la mujer, y <strong>de</strong> paso compra el pan y la leche. ¿Oíste? 76
41. Olas que no veremos Me referí, hace algún tiempo, al atractivo espectáculo que ofrecía el extremo izquierdo <strong>de</strong>l malecón <strong>en</strong> la bahía al rev<strong>en</strong>tar <strong>de</strong> las olas contra el tajamar. De noche era especial, soberbio, al <strong>de</strong>stacarse, sobre el oscuro fondo, el reguero asc<strong>en</strong><strong>de</strong>nte <strong>de</strong> espumas que alcanzaba consi<strong>de</strong>rable altura. Notable, también, la audacia <strong>de</strong> los pelaos que hacían clavados olímpicos contra el oleaje, <strong>en</strong> los cuales <strong>de</strong>bían caer precisos <strong>en</strong> el cuerpo <strong>de</strong> la ola, pues antes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ésta se forman vacíos, y caer <strong>en</strong> uno <strong>de</strong> éstos era chocar con la ar<strong>en</strong>a o las piedras <strong>de</strong>l fondo. Me sorpr<strong>en</strong>dió, <strong>en</strong> estos días, ver a un grupo <strong>de</strong> niños lanzándose <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el segm<strong>en</strong>to <strong>de</strong> malecón compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre las calles 12 y 13. Tomaban impulso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy atrás y se lanzaban, unos <strong>de</strong> pies y otros <strong>de</strong> cabeza con los brazos ext<strong>en</strong>didos. Caían al mar, igual que <strong>en</strong> las viejas épocas. La playa <strong>de</strong> ese sector había <strong>de</strong>saparecido y el agua llegaba hasta el tajamar, con <strong>una</strong> profundidad apreciable que permitía a los muchachos hacer sus clavados. Y ¿dón<strong>de</strong> está la playa? Después <strong>de</strong> la draga china que rescató algo <strong>de</strong> playa, el mar volvió a llevarse la ar<strong>en</strong>a. Construyeron luego dos espolones y trajeron ar<strong>en</strong>a quién sabe <strong>de</strong> qué <strong>de</strong>sierto, pero <strong>de</strong> playa no era. Algún iluminado ger<strong>en</strong>te <strong>de</strong> Puertos, cuyo nombre no me interesa, abrió un boquete <strong>en</strong> el cerro <strong>de</strong> las “Abras <strong>de</strong> <strong>Santa</strong> Ana”. Más allá <strong>de</strong> las playas <strong>de</strong>l batallón Córdova y <strong>de</strong> san Fernando, he observado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre formaciones <strong>de</strong> ar<strong>en</strong>a <strong>en</strong> el pie <strong>de</strong> cerro similares a la que existió años ha <strong>en</strong> el Roda<strong>de</strong>ro (<strong>de</strong> ahí su nombre). Hoy esas formaciones son <strong>de</strong> un tamaño muy superior al que recuerdo <strong>de</strong> cuando niño. Sost<strong>en</strong>go, porque sí, que el aum<strong>en</strong>to <strong>de</strong> tamaño <strong>de</strong> esos “roda<strong>de</strong>ros” se <strong>de</strong>be a los cambios <strong>de</strong> corri<strong>en</strong>tes originados por el hueco que hicieron <strong>en</strong> el cerro, y a las edificaciones cerca <strong>de</strong> la playa que han <strong>de</strong>sviado la fuerza <strong>de</strong> los vi<strong>en</strong>tos, dando como resultado que la ar<strong>en</strong>a <strong>en</strong> lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>positarse sobre las playas, mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do, podría <strong>de</strong>cirse, el <strong>de</strong>posito natural <strong>de</strong> éstas, fue arrojada sobre las playas que se hallan más allá <strong>de</strong>l batallón. Incluso, éstas <strong>de</strong> por sí ya son más altas que las que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran fr<strong>en</strong>te al Paseo Bastidas. La construcción <strong>de</strong> dos espolones permitió ganar algo <strong>de</strong> playa y con el rell<strong>en</strong>o <strong>de</strong>sapareció la <strong>de</strong>presión que permitía que el agua chocara <strong>en</strong> el extremo sur <strong>de</strong>l malecón. Desapareció también el espectáculo, gratuito por cierto, para propios y visitantes, a que me he referido <strong>en</strong> los primeros párrafos. El espolón izquierdo, empero, siguió creci<strong>en</strong>do, porque así fue dispuesto, y nada más t<strong>en</strong>go que <strong>de</strong>cir, y se convirtió <strong>en</strong> la “Marina internacional” con capacidad para 90 ó 100 ò más yates, lo mismo da. Ésta cosa se abrió como un abanico <strong>de</strong> piedras sobre lo que creíamos era nuestra playa, <strong>en</strong> la que corrimos y nadamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> niños, y que, junto con otras cosas, nos ll<strong>en</strong>aron la cabeza con la esperanza <strong>de</strong> que <strong>Santa</strong> <strong>Marta</strong> t<strong>en</strong>ía vocación turística o que era la ciudad turística por excel<strong>en</strong>cia. Se vino <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Club <strong>Santa</strong> <strong>Marta</strong> hasta llegar casi a la línea <strong>de</strong> la calle 18. Sin duda alg<strong>una</strong> buscan consolidar alg<strong>una</strong> forma <strong>de</strong> turismo que muy pocos sab<strong>en</strong> <strong>de</strong> qué se trata o como es. El saldo <strong>de</strong> la bahía <strong>de</strong> <strong>Santa</strong> <strong>Marta</strong> quedó compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre las líneas <strong>de</strong> prolongación <strong>de</strong> la calle 18 y la calle 13; es <strong>de</strong>cir, nos <strong>de</strong>jaron un pedacito <strong>de</strong> 5 cuadras. Qué barbaridad. En Cartag<strong>en</strong>a se inv<strong>en</strong>taron playas don<strong>de</strong> no había e 77