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Campbell, Joseph – El Heroe De Las Mil Caras (241p) - el cine signo

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CAPÍTULO III<br />

TRANSFORMACIONES DEL HÉROE<br />

1. EL HÉROE PRIMORDIAL Y EL HÉROE<br />

HUMANO<br />

[282] PODEMOS hacer la diferenciación entre dos etapas: la primera, de las<br />

emanaciones inmediatas d<strong>el</strong> Creador Increado a los personajes fluidos pero fuera d<strong>el</strong> tiempo<br />

de las edades mitológicas; la segunda, de los Creadores Creados a la esfera de la historia<br />

humana. <strong>Las</strong> emanaciones se han condensado, <strong>el</strong> campo de la conciencia se ha restringido.<br />

Donde anteriormente eran visibles los cuerpos causales ahora sólo sus efectos secundarios<br />

llegan a ser <strong>el</strong> foco de la estrecha pupila d<strong>el</strong> ojo humano. <strong>El</strong> ciclo cosmogónico, por lo tanto,<br />

ha de seguir ad<strong>el</strong>ante no por medio de los dioses, que se han vu<strong>el</strong>to invisibles, sino por los<br />

héroes de carácter más o menos humano y por medio de los cuales se realiza <strong>el</strong> destino d<strong>el</strong><br />

mundo. Ésta es la línea donde los mitos de la creación empiezan a dar lugar a la leyenda,<br />

como en <strong>el</strong> libro d<strong>el</strong> Génesis después de la expulsión d<strong>el</strong> Paraíso. La metafísica cede su lugar<br />

a la prehistoria, que es vaga y opaca en un principio, pero se vu<strong>el</strong>ve gradualmente precisa en<br />

los detalles. Los héroes se vu<strong>el</strong>ven menos y menos fabulosos, hasta que al fin, en los estadios<br />

finales de las diversas tradiciones locales, la leyenda desemboca a la luz d<strong>el</strong> día d<strong>el</strong> tiempo<br />

hecho crónica.<br />

Mwuetsi, <strong>el</strong> Hombre de la Luna, fue liberado, como un ancla que se abandona; la<br />

comunidad de sus hijos flotó libremente en <strong>el</strong> mundo diario de la conciencia despierta. Pero<br />

se nos dice que estaban entre <strong>el</strong>los hijos directos d<strong>el</strong> padre ahora submarino, quienes, como<br />

los hijos de su primera concepción, habían crecido de la infancia a la madurez en un solo día.<br />

Estos portadores especiales de la fuerza cósmica constituyeron una aristocracia espiritual y<br />

social. Llenos con una doble carga de energía creadora, <strong>el</strong>los mismos fueron las fuentes de la<br />

rev<strong>el</strong>ación. Tales figuras aparecen en <strong>el</strong> estado primario de todos los pasados legendarios.<br />

Son los héroes culturales, los fundadores de ciudades.<br />

<strong>Las</strong> crónicas chinas declaran que cuando la tierra se [283] había solidificado y los<br />

pueblos se establecían en las orillas de los ríos, Fu Hsi, <strong>el</strong> “Emperador C<strong>el</strong>este” (2953-2838 a.<br />

C.), gobernó sobre <strong>el</strong>los. Enseñó a sus tribus a pescar con redes, a cazar y a criar animales<br />

domésticos; dividió la gente en clanes e instituyó <strong>el</strong> matrimonio. <strong>De</strong> una tablilla sobrenatural<br />

que le fue confiada por un monstruo en forma de caballo que salió de las aguas d<strong>el</strong> río Meng,<br />

dedujo los Ocho Diagramas que permanecen hasta nuestros días como los símbolos<br />

fundamentales d<strong>el</strong> pensamiento chino tradicional. <strong>El</strong> emperador nació de una concepción<br />

milagrosa, después de una gestación de doce años; y su cuerpo era de serpiente, con brazos<br />

humanos y cabeza de buey. 1<br />

Shen Nung, su sucesor, <strong>el</strong> “Emperador Terrestre” (2838-2698 a. C.), tenía ocho pies y<br />

siete pulgadas de alto, con cuerpo humano pero con cabeza de toro. Había sido concebido<br />

milagrosamente por medio de la influencia de un dragón. La madre avergonzada había<br />

dejado a su hijo en la ladera de una montaña, pero las bestias salvajes lo protegieron y lo<br />

alimentaron, y cuando la madre lo supo fue a buscarlo y lo volvió a su casa. Shen Nung<br />

1 Giles, op. cit., pp. 233-234; Rev. J. MacGowan, The Imperial History of China (Shanghai, 1906), pp. 4-5;<br />

Friedrich Hirth, The Ancient History of China (Columbia University Press, 1908), pp. 8-9.<br />

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