Campbell, Joseph – El Heroe De Las Mil Caras (241p) - el cine signo
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joven a su padre y a sus tías. <strong>El</strong> joven permaneció allí una noche y al día siguiente volvió a su<br />
casa y le dijo a su madre que había encontrado a su padre. Pero su madre enfermó y murió.<br />
<strong>El</strong> joven se dijo a sí mismo: ‘No tengo por qué seguir viviendo con esta gente,’ <strong>De</strong> manera<br />
que los dejó y fue al manantial. Y allí estaba su madre. Ésa fue la manera en que él y su<br />
madre fueron a vivir con su padre. Su padre era Avaiyo’ pi’i (serpiente roja d<strong>el</strong> agua). Les<br />
dijo que no hubiera podido vivir con <strong>el</strong>los en Sikyat’ki. Por eso enfermó a la madre d<strong>el</strong><br />
muchacho, para que muriera y ‘viniera a vivir conmigo —dijo <strong>el</strong> padre—: ahora viviremos<br />
todos juntos’, le dijo Avaiyo’ a su hijo. Así fue como <strong>el</strong> joven y su madre fueron a vivir allí.” 41<br />
Este cuento, como <strong>el</strong> de la mujer almeja, repite punto por punto la narrativa mítica.<br />
<strong>Las</strong> dos historias son encantadoras dentro de la aparente inocencia de su fuerza. <strong>El</strong> extremo<br />
opuesto es la narración de la muerte d<strong>el</strong> Buddha; llena de humor, como todos los grandes<br />
mitos, pero consciente hasta un grado máximo.<br />
“<strong>El</strong> Bendito, acompañado por una gran congregación de sacerdotes, se acercó al<br />
banco más alejado d<strong>el</strong> río Hirannavati, y a la ciudad de Kusinara, y al soto Upavattana de los<br />
Mallas, y habiendo llegado, se dirigió al venerable Ananda:<br />
[321] ‘Ten la bondad, Ananda, de tenderme una cama con la cabecera al norte en<br />
medio de dos árboles gem<strong>el</strong>os. Estoy cansado, Ananda, y quisiera recostarme.’<br />
‘Sí, Reverendo Señor’, dijo <strong>el</strong> venerable Ananda al Bendito y tendió la cama con la<br />
cabecera al norte en medio de dos árboles gem<strong>el</strong>os. Cuando <strong>el</strong> Bendito yació en su lado<br />
derecho, como lo hacen los leones, y colocó un pie encima d<strong>el</strong> otro, permaneció alerta y<br />
consciente.<br />
En ese momento, los dos árboles gem<strong>el</strong>os habían florecido completamente, aunque<br />
no era estación de flores, y los capullos cayeron sobre <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> Tathagata, y se<br />
derramaron y esparcieron sobre su cuerpo en adoración al Tathagata. 42 También cayó d<strong>el</strong><br />
ci<strong>el</strong>o polvo de madera de sándalo y cayó sobre <strong>el</strong> cuerpo d<strong>el</strong> Tathagata y se esparció sobre él<br />
en adoración al Tathagata. Y música sonó en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o en adoración al Tathagata y coros<br />
c<strong>el</strong>estes cantaron en adoración al Tathagata.”<br />
Durante las conversaciones que entonces tuvieron lugar, mientras <strong>el</strong> Tathagata yacía<br />
sobre su costado como un león, un gran sacerdote, <strong>el</strong> venerable Upavana, estaba de pie frente<br />
a él, abanicándolo. <strong>El</strong> Bendito le ordenó que se hiciera a un lado; y <strong>el</strong> asistente d<strong>el</strong> Bendito,<br />
Ananda, se quejó con <strong>el</strong> Bendito. ‘Reverendo Señor —dijo— ¿cuál fue la razón y cuál la<br />
causa, de que <strong>el</strong> Bendito fuera duro con <strong>el</strong> venerable Upavana y le dijera: hazte a un lado,<br />
sacerdote, no te pares frente a mí?’ ”<br />
<strong>El</strong> Bendito replicó: “Ananda, casi todas las deidades de diez mundos han venido<br />
juntas a contemplar al Tathagata. A una distancia, Ananda, de doce leguas a la redonda,<br />
alrededor de la ciudad de Kusinara y d<strong>el</strong> soto de Upavattana de los Mallas, no hay un<br />
pedazo de tierra libre ni para meter la punta de un cab<strong>el</strong>lo, todo está ocupado por las<br />
poderosas deidades. Estas deidades, Ananda, están indignadas y dicen. ‘<strong>De</strong> lejos hemos<br />
venido a contemplar al Tathagata, pues raras veces un Tathagata, un santo y Supremo<br />
Buddha se ha levantado en <strong>el</strong> mundo; y esta noche, en la última v<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> Tathagata pasará al<br />
Nirvana; pero ese poderoso sacerdote está de pie frente al Bendito y lo oculta, y no tenemos<br />
oportunidad de ver al Tathagata aunque sus últimos momentos se acercan’. Por eso, Ananda,<br />
están indignadas las deidades.”<br />
[322] “¿Qué hacen las deidades, Reverendo Señor, a quienes <strong>el</strong> Bendito percibe?”<br />
“Algunas de las deidades, Ananda, están en <strong>el</strong> aire, con las mentes colmadas de cosas<br />
terrestres, y dejan flotar sus cab<strong>el</strong>los y gritan alto y tienden los brazos y gritan más y caen de<br />
cabeza al su<strong>el</strong>o y ruedan de un lado para otro diciendo: ‘<strong>De</strong>masiado pronto ha de pasar <strong>el</strong><br />
Bendito al Nirvana; muy pronto desaparecerá de nuestra vista la Luz d<strong>el</strong> Mundo.’ Algunas<br />
41 Parsons, op. cit., pp. 194-195.<br />
42 Tathagata: “Llegado al, o residente en” (gata}, “tal estado o condición” (tatha), o sea un Iluminado, un<br />
Buddha.<br />
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