Campbell, Joseph – El Heroe De Las Mil Caras (241p) - el cine signo
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las conexiones con lo infrahumano. Éste es <strong>el</strong> sentido, como hemos visto, de la aventura d<strong>el</strong><br />
héroe.<br />
Pero los creadores de la leyenda raras veces se han contentado al considerar los<br />
grandes héroes d<strong>el</strong> mundo como meros seres humanos que traspasaron los horizontes que<br />
limitan a sus hermanos y regresaron con los dones que sólo puede encontrar un hombre con<br />
fe y valor tales. Por lo contrario, la tendencia ha sido siempre dotar al héroe de fuerzas<br />
extraordinarias desde <strong>el</strong> momento de su nacimiento, o aun desde <strong>el</strong> momento de su<br />
concepción. Toda la vida d<strong>el</strong> héroe se muestra como un conjunto de maravillas con la gran<br />
aventura central como culminación.<br />
Esto está de acuerdo con <strong>el</strong> punto de vista de que <strong>el</strong> heroísmo está predestinado, más<br />
bien que simplemente alcanzado, y abre <strong>el</strong> problema de la r<strong>el</strong>ación entre la biografía y <strong>el</strong><br />
carácter. Jesús, por ejemplo, puede aceptarse como un hombre que por medio de severas<br />
austeridades y meditaciones obtuvo la sabiduría; por otra parte, también puede creerse que<br />
un dios descendió y tomó sobre sí mismo la realización de una carrera humana. <strong>El</strong> primer<br />
punto de vista conduciría a imitar al maestro literalmente a fin de traspasar, de la misma<br />
manera que él lo hizo, la experiencia trascendente y la redención. Pero <strong>el</strong> segundo afirma que<br />
<strong>el</strong> héroe es más bien un símbolo para contemplarse que un ejemplo para seguirse<br />
literalmente. <strong>El</strong> ser divino es una rev<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> Yo omnipotente, que vive dentro de todos<br />
nosotros. Así, la contemplación de la vida debe entenderse como la meditación en nuestra<br />
propia divinidad inmanente, no como un pr<strong>el</strong>udio para precisar la imitación. La lección no es<br />
“haz esto y sé bueno”, sino “conoce esto y sé Dios”. 4<br />
[286] En la parte I, “La Aventura d<strong>el</strong> Héroe”, hemos visto <strong>el</strong> hecho de la redención<br />
desde <strong>el</strong> primer punto de vista, que puede ser llamado psicológico. Ahora debemos<br />
describirlo desde <strong>el</strong> segundo, en que se convierte en símbolo d<strong>el</strong> mismo misterio metafísico<br />
que le tocó al héroe mismo redescubrir y traer a la luz. En <strong>el</strong> presente capítulo, por lo tanto,<br />
hemos de considerar primero la infancia milagrosa, por medio de la cual se muestra que una<br />
manifestación especial d<strong>el</strong> principio divino inmanente ha encarnado en <strong>el</strong> mundo, y luego,<br />
en sucesión, los diferentes pap<strong>el</strong>es vitales por medio de los cuales <strong>el</strong> héroe puede realizar su<br />
tarea de destino. Estos varían en magnitud, de acuerdo con las necesidades de las épocas.<br />
Para decirlo en los términos ya formulados, la primera tarea d<strong>el</strong> héroe es<br />
experimentar conscientemente los estadios antecedentes d<strong>el</strong> ciclo cosmogónico; retroceder a<br />
las épocas de la emanación. La segunda es regresar de ese abismo al plano de la vida<br />
contemporánea, y servir allí de transformador humano de los potenciales demiúrgicos.<br />
Huang Ti tenía la facultad d<strong>el</strong> sueño, éste era su camino de descenso y de regreso. <strong>El</strong><br />
4 Esta fórmula, por supuesto, no es precisamente la de la enseñanza cristiana común en que, a pesar de que se<br />
dice que Jesús declaró que “<strong>el</strong> reino de los Ci<strong>el</strong>os está dentro de vosotros”, las iglesias mantienen que, puesto<br />
que <strong>el</strong> hombre ha sido creado sólo “a la imagen” de Dios, la distinción entre <strong>el</strong> alma y su creador es absoluta, y<br />
retiene así, en <strong>el</strong> último paso de su sabiduría la distinción dualista entre <strong>el</strong> “alma eterna” d<strong>el</strong> hombre y la<br />
divinidad. La trascendencia de esta pareja de contrarios no es apoyada (hasta es negada como “panteísmo” y<br />
algunas veces ha sido recompensada con la hoguera); sin embargo, las plegarias y los diarios de los místicos<br />
cristianos abundan en descripciones extáticas de la experiencia unificadora que sacude <strong>el</strong> alma (supra, pp. 43-<br />
44), mientras que la visión de Dante a la conclusión de la Divina Comedia (supra, p. 176) va por encima d<strong>el</strong><br />
dogma ortodoxo, dualista y concreto de la finalidad de las personalidades de la Trinidad. Donde este dogma no<br />
es trascendido, <strong>el</strong> mito d<strong>el</strong> Retorno al Padre se toma literalmente, como la última meta d<strong>el</strong> hombre (ver supra., p.<br />
236, nota 5).<br />
En cuanto al problema de imitar a Jesús como a un mod<strong>el</strong>o humano, y de meditar sobre Él como un<br />
dios, la historia de la actitud cristiana puede resumirse a grosso modo como sigue: 1) un período de seguir literalmente<br />
al maestro, Jesús, renunciando al mundo en la forma en que Él lo hizo (cristianismo primitivo); 2) un<br />
período de meditación sobre Cristo Crucificado como una divinidad dentro d<strong>el</strong> corazón, llevando la vida en este<br />
mundo como la d<strong>el</strong> sirviente de este dios (cristianismo antiguo y medieval); 3) rechazo de la mayor parte de los<br />
instrumentos que sustentan la meditación, pero continuando, sin embargo, la propia vida en <strong>el</strong> mundo como<br />
sirviente o vehículo d<strong>el</strong> dios que se ha dejado de imaginar (cristianismo protestante); 4) un intento de interpretar<br />
a Jesús como un ser humano mod<strong>el</strong>o, pero sin aceptar su camino ascético (cristianismo liberal). Comparar supra,<br />
p. 140, nota 83.<br />
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