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Campbell, Joseph – El Heroe De Las Mil Caras (241p) - el cine signo

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sido ejecutado todavía; las Corrientes de la Venganza de Dios se han detenido; pero vuestra<br />

Culpa crece mientras tanto, y cada Día atesoráis más Ira; las Aguas crecen continuamente y<br />

corren con más y más fuerza; y es sólo <strong>el</strong> puro Placer de Dios <strong>el</strong> que detiene esas Aguas, que<br />

luchan por correr, y quieren seguir ad<strong>el</strong>ante. Si Dios retirara su Mano de la puerta que las<br />

sostiene, inmediatamente se abriría y las feroces Corrientes de la Ferocidad de la Ira de Dios<br />

se abalanzarían con una Furia inconmensurable, y caerían sobre vosotros con Fuerza<br />

omnipotente, y aunque vuestra Fuerza fuera Diez mil Veces mayor de lo que es, o Diez mil<br />

Veces más grande que la d<strong>el</strong> más robusto y grande Diablo d<strong>el</strong> Infierno, no habría nada que<br />

pudiera resistirla o soportarla...”<br />

Habiéndolos amenazado con <strong>el</strong> <strong>el</strong>emento d<strong>el</strong> agua, <strong>el</strong> pastor Jonathan se volvía a la<br />

imagen d<strong>el</strong> fuego. “<strong>El</strong> Dios que os sostiene sobre <strong>el</strong> Pozo d<strong>el</strong> Infierno, así como se sostiene<br />

una Araña o algún Insecto despreciable sobre <strong>el</strong> [120] Fuego, os aborrece y ha sido<br />

provocado tremendamente; su Ira hacia vosotros arde como <strong>el</strong> Fuego; os mira como si sólo<br />

fuerais Merecedores de consumiros en <strong>el</strong> Fuego; tiene los Ojos demasiado puros para teneros<br />

ante su Vista; vosotros sois Diez mil Veces más abominables a sus ojos, que la más horrible<br />

Serpiente venenosa es a los vuestros. Lo habéis ofendido infinitamente más que Reb<strong>el</strong>de<br />

contumaz alguno a su Príncipe; y sin embargo, no hay nada sino su Mano para impediros<br />

caer en <strong>el</strong> Infierno en cualquier Momento...<br />

Oh Pecadores... colgáis de un Hilo d<strong>el</strong>gado, con las Llamas de la Ira Divina<br />

cercándolo cada vez más, y preparadas para deshacerlo y quemarlo, y no tenéis Interés en<br />

hallar un Interventor, y nada que mostrar para salvaros, nada para guardaros de las Llamas<br />

de la Ira, nada vuestro, nada que hubierais hecho, nada que pudierais hacer para inducir a<br />

Dios a que os perdone por un Momento más...”<br />

Luego, al final, la gran imagen resolutoria d<strong>el</strong> segundo nacimiento, sólo por un<br />

instante, sin embargo:<br />

“Así estáis todos los que no habéis pasado nunca por un gran Cambio de Corazón,<br />

por voluntad de la Poderosa Fuerza d<strong>el</strong> Espíritu de Dios sobre sus almas, todos los que no<br />

han nacido de nuevo, convirtiéndose en Creaturas nuevas, y no se han levantado de la<br />

muerte en <strong>el</strong> Pecado a un nuevo Estado, hasta entonces no experimentado, de Luz y Vida (lo<br />

que puede suceder aunque hayáis reformado vuestra Vida en muchas Cosas, y hayáis tenido<br />

sentimientos R<strong>el</strong>igiosos, y conservéis una Forma de R<strong>el</strong>igión en vuestras Familias y<br />

Habitaciones y en la Casa de Dios, y seáis estrictos en <strong>el</strong>la) están en las manos de un Dios<br />

airado; no es sino su pura Complacencia lo que impide que en este Momento seáis tragados<br />

por una <strong>De</strong>strucción sinfín...” 45<br />

La “pura complacencia de Dios” que defiende al pecador de la flecha, d<strong>el</strong> agua, de las<br />

llamas, es lo que se llama en <strong>el</strong> vocabulario tradicional d<strong>el</strong> cristianismo “misericordia” de<br />

Dios; y la “poderosa fuerza d<strong>el</strong> espíritu de Dios” que tiene poder de cambiar los corazones,<br />

es la “gracia” de Dios. En la mayor parte de las mitologías, las imágenes de misericordia y de<br />

gracia, se dan en forma tan vívida [121] como las de la justicia y la ira, de manera que se<br />

mantiene <strong>el</strong> equilibrio y <strong>el</strong> corazón recibe más apoyo que castigo en su camino. “¡No<br />

temáis!”, dice <strong>el</strong> gesto de la mano d<strong>el</strong> dios Shiva, mientras baila ante sus devotos la danza de<br />

la destrucción universal. 46 “No temáis porque todo permanece [122] en Dios. <strong>Las</strong> formas que<br />

45 Jonathan Edwards, Sinners in the Hands of an Angry God (Boston, 1742).<br />

46 Lám. IX. <strong>El</strong> simbolismo de esta <strong>el</strong>ocuente imagen ha sido bien expuesto por Ananda K.<br />

Coomaraswamy, The Dance of Shiva (Nueva York, 1917), pp. 56-66, y por Heinrich Zimmer, Myths and<br />

Symbols in Indian Art and Civilization, pp. 151-175. En resumen: la mano derecha extendida sostiene <strong>el</strong><br />

tambor, cuyo batir es <strong>el</strong> batir d<strong>el</strong> tiempo, <strong>el</strong> tiempo es <strong>el</strong> primer principio de la creación. La mano<br />

izquierda extendida sostiene la llama, que es la llama de la destrucción d<strong>el</strong> mundo creado; la segunda<br />

mano derecha asume la actitud de “no temáis”, mientras que la segunda mano izquierda señala al<br />

levantado pie izquierdo y está en la “posición d<strong>el</strong> <strong>el</strong>efante” (<strong>el</strong> <strong>el</strong>efante es <strong>el</strong> que abre los caminos a<br />

través de la “s<strong>el</strong>va d<strong>el</strong> mundo”, esto es, <strong>el</strong> guía divino); <strong>el</strong> pie derecho está plantado en la espalda de<br />

un enano, <strong>el</strong> demonio d<strong>el</strong> “no conocer” que significa <strong>el</strong> paso de las almas d<strong>el</strong> Dios a la materia, pero <strong>el</strong><br />

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