Campbell, Joseph – El Heroe De Las Mil Caras (241p) - el cine signo
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astón y temblaba, y se lo mostraron al Futuro Buddha, pero en forma que sólo él y <strong>el</strong><br />
cochero pudieran verlo.<br />
Entonces <strong>el</strong> Futuro Buddha dijo a su cochero: ‘Amigo, dime quién es este hombre. Ni<br />
siquiera su p<strong>el</strong>o es como <strong>el</strong> de los otros hombres.’ Y cuando oyó la respuesta, dijo:<br />
‘Vergüenza de nacer, si todo aqu<strong>el</strong> que ha nacido ha de hacerse viejo.’ Y con <strong>el</strong> corazón<br />
agitado regresó y ascendió a su palacio.<br />
‘¿Por qué ha regresado mi hijo tan pronto?’, preguntó <strong>el</strong> rey.<br />
Señor, ha visto a un viejo —fue la respuesta—, y porque lo ha visto quiere retirarse<br />
d<strong>el</strong> mundo.’<br />
[60]<br />
‘¿Quieres matarme, que dices esas cosas? Que preparen inmediatamente unas<br />
representaciones para que las vea mi hijo. Si podemos lograr que disfrute d<strong>el</strong> placer dejará<br />
de pensar en retirarse d<strong>el</strong> mundo.’ Entonces <strong>el</strong> rey mandó que su guardia se extendiera<br />
media legua en cada dirección.<br />
Otro día, que <strong>el</strong> Futuro Buddha deseó ir al parque, vio a un hombre enfermo que los<br />
dioses le habían enviado y habiendo hecho la misma pregunta, regresó con <strong>el</strong> corazón<br />
agitado y ascendió a su palacio.<br />
<strong>El</strong> rey hizo la misma pregunta y dio la misma orden que había dado antes y aumentó<br />
su guardia y la colocó a tres cuartos de legua en redondo.<br />
Y otro día que <strong>el</strong> Futuro Buddha volvió al parque, vio un hombre muerto que los<br />
dioses le habían enviado y habiendo hecho la misma pregunta, regresó con <strong>el</strong> corazón<br />
agitado y ascendió a su palacio.<br />
Y <strong>el</strong> rey hizo la misma pregunta y dio las mismas órdenes que había dado antes y<br />
extendió la guardia de nuevo y la colocó una legua en redondo.<br />
Y otro día en que <strong>el</strong> Futuro Buddha volvió a ir al parque, vio un monje, cuidadosa y<br />
decentemente ataviado, que los dioses le habían enviado y le preguntó a su cochero: ‘Dime,<br />
¿quién es ese hombre?’ ‘Señor, ése es uno de los que se han retirado d<strong>el</strong> mundo’, y <strong>el</strong> cochero<br />
empezó a cantar las alabanzas d<strong>el</strong> retiro d<strong>el</strong> mundo. La idea d<strong>el</strong> retiro d<strong>el</strong> mundo fue d<strong>el</strong><br />
agrado d<strong>el</strong> Futuro Buddha.” 9<br />
Este primer estadio de la jornada mitológica, que hemos designado con <strong>el</strong> nombre de<br />
“la llamada de la aventura”, significa que <strong>el</strong> destino ha llamado al héroe y ha transferido su<br />
centro de gravedad espiritual d<strong>el</strong> seno de su sociedad a una zona desconocida. Esta fatal<br />
región de tesoro y p<strong>el</strong>igro puede ser representada en varias formas: como una tierra distante,<br />
un bosque, un reino subterráneo, o bajo las aguas, en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, una isla secreta, la áspera cresta<br />
de una montaña; o un profundo estado de sueño; pero siempre es un lugar de fluidos<br />
extraños y seres polimorfos, tormentos inimaginables, hechos sobrehumanos y d<strong>el</strong>eites<br />
imposibles. <strong>El</strong> héroe puede obedecer su propia voluntad para llevar al cabo la aventura,<br />
como hizo Teseo cuando llegó [61] a la ciudad de su padre, Atenas, y escuchó la horrible<br />
historia d<strong>el</strong> Minotauro; o bien puede ser empujado o llevado al extranjero por un agente<br />
benigno o maligno, como Odiseo, que fue transportado por <strong>el</strong> Mediterráneo en los vientos<br />
d<strong>el</strong> encolerizado dios Poseidón. La aventura puede comenzar como un mero accidente, como<br />
la de la princesa d<strong>el</strong> cuento de hadas; o simplemente, en un paseo algún fenómeno llama al<br />
ojo ocioso y aparta al paseante de los frecuentados caminos de los hombres. Los ejemplos se<br />
multiplican, ad infinitum, desde cualquier rincón d<strong>el</strong> mundo. 10<br />
9 Reproducido con <strong>el</strong> permiso de los editores de Henry Clarke Warren, Buddhism in Translations<br />
(Harvard Oriental Series, 3; Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1896), pp. 56-57.<br />
10 En la sección anterior y a través de las siguientes páginas, no he intentado agotar las evidencias.<br />
Haberlo hecho en la forma en que, por ejemplo, lo hace Frazer en La rama dorada hubiera alargado<br />
prodigiosamente mis capítulos, sin aclarar la línea básica d<strong>el</strong> monomito. En vez de eso, doy en cada<br />
sección unos pocos ejemplos destacados de un grupo de tradiciones representativas ampliamente<br />
difundidas. Durante <strong>el</strong> curso de mi trabajo, cambio gradualmente mis fuentes de información, para<br />
que <strong>el</strong> lector pueda apreciar las cualidades peculiares de los diferentes estilos. Cuando <strong>el</strong> lector llegue<br />
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