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Podemos hablar de las actitudes de las encuestadas, compartiendo que había
una disposición general a participar dentro de la investigación. Encontramos casos
de resistencia, sobre todo por encontrarnos en lugares públicos y en dónde era
necesario estar en movimiento, como fue el caso de la marcha lésbica y la marcha
del orgullo, donde ellas querían ir con el contingente, con sus amigos y amigas y no
necesariamente detenerse por unos diez minutos a contestar preguntas.
Al ser lugares de encuentro, las zonas de la ciudad que elegimos nos llevaron a
realizar la encuesta en cafés y bares que se encontraban llenos de distracciones
y que nos enfrentaban a una tarea más ardua. En este entorno se suscitó, con
frecuencia aunque no de manera generalizada, la seducción como parte de la
dinámica de la encuesta, pues constantemente las encuestadoras eran invitadas a
beber y a formar parte de las reuniones que se estaban llevando a cabo.
Acerca de la percepción de riesgo, nuestra lectura es que se mantiene baja, lo que
provocó que se suscitara un mayor interés en la investigación, aunque consideramos
que no contribuía a generar resistencia sino, muy al contrario, las participantes se
mostraron interesadas y participativas, brindándonos sus datos para la siguiente fase
de la investigación que se realizará por medio de entrevistas y grupos focales.
Los métodos que usamos por ahora para referirnos a la percepción del riesgo
son subjetivos, pero no por eso desdeñables, ya que la interpretación de gestos y
expresiones como: “¿las mujeres lesbianas nos podemos infectar?”, “no sabía que
existían tantos métodos de protección”, ”eso no pasa, ¿o si?”, nos dicen mucho sobre
la ausencia de información, lo cual se traduce en baja percepción de riesgo y, por
tanto, de prevención.
Estimamos pertinente que estas experiencias se combinen más adelante con
los datos cuantitativos de la encuesta, que se mirarán en indicadores como
protección en primera relación sexual con mujer, conocimiento y uso de métodos
de higiene/protección, violencia física y verbal en la pareja, frecuencia de revisiones
ginecológicas, etc.
Otra situación interesante fue la aplicación de encuestas a parejas, pues daba pie
al imaginario de la historia sexual de su compañera, al cuestionamiento del tipo
de pareja en la que se encontraban y, en numerosas ocasiones, mostraban celos,
desconfianza y sensación de ser invadidas en su intimidad por la encuesta. Todas
estas observaciones dan cabida a la reflexión sobre temas relacionados con la
salud, los cuales no deben pensarse únicamente desde los aspectos biológicos del
cuerpo sino que implican también contextos, ideologías, moral, posiciones políticas
y afinidades teóricas en que están inmersos los cuerpos y los placeres.
Añadiendo a las anécdotas generadas durante las encuestas concebimos que el
tema de la sexualidad es polémico pero no sólo eso sino que también nos confronta
con realidades de violencia que, si bien como grupo ya habíamos considerado
en el cuestionario, no deja de ser preocupante verla en los rostros de mujeres que
fueron violadas en la infancia y/o adolescencia, que sufrieron maltrato físico y mental
en las relaciones de pareja, o la discriminación en la familia y el barrio.
Responder a un cuestionario no es simplemente obtener datos de manera
mecánica para producir estadísticas (que reconocemos como necesarias) sino
que también es una situación de encuentro con las problemáticas de las mujeres,
y específicamente de las mujeres lesbianas y bisexuales, por lo que es importante
que quienes realizan el cuestionario sean personas con un profundo interés y
Concurso “Buenas prácticas y abordajes innovadores sobre género, mujeres jóvenes y VIH en América Latina”
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