EXAMINANDO EXÃMENES - Encuentro Práctico
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En primer lugar, la DURACIÓN; en muchos casos los candidatos pueden invertir<br />
hasta cuatro horas en un único día para completar las diversas partes de estos<br />
exámenes… Pocos estudiantes habrán tenido la oportunidad de asistir a clases<br />
de esa duración: el agotamiento, la pérdida de concentración, convive con los<br />
exámenes; el esfuerzo cognitivo –repartido, disperso mejor, entre tareas<br />
diferentes- puede ser significativo; se debería determinar –no conozco<br />
demasiados estudios al respecto referidos al ELE- la incidencia de ese factor en el<br />
resultado final, con grupos muestra bien definidos sometidos a administraciones<br />
diferentes.<br />
Se podrá argüir que muchos estudiantes están acostumbrados a exámenes<br />
largos en sus trayectorias académicas, pero eso no resta valor a la afirmación: no<br />
parece una cuestión de “costumbres”: tal vez una temporización diferente les<br />
hubiera dado mejores resultados, y en cualquier caso esos exámenes no se han<br />
realizado por lo general en una lengua distinta a la L1. Con todo, con frecuencia<br />
se parece entrever un perfil idealizado del estudiante de ELE (en manuales, en<br />
determinados diseños de cursos y ofertas formativas): el de una persona joven,<br />
culta, universitaria, inteligente, motivada… Una joyita, vamos. La realidad, sin<br />
embargo, es otra, o por lo menos más compleja y diversa que ésa. Y en cualquier<br />
caso, queremos entender que la duración de los exámenes es un problema<br />
importante para una medición pertinente. Y no vale decir que las condiciones<br />
son idénticas para todos: los estudiantes no son iguales. Otro asunto es que la<br />
concentración en el tiempo sea el procedimiento más cómodo o más económico<br />
para administradores y candidatos: una cosa no quita la otra.<br />
En relación con lo anterior, convendría estudiar CÓMO ORDENAR LA SECUENCIA DE LAS<br />
PRUEBAS, Y EN RAZÓN DE QUÉ FUNDAMENTOS DIDÁCTICOS. La secuencia de los DELE<br />
dispone en primer lugar las pruebas de comprensión y producción escritas y a<br />
continuación la de comprensión oral y finalmente la de gramática y vocabulario.<br />
Los certificados de las Escuelas Oficiales de Idiomas de Cataluña proponen otra<br />
ordenación, que, por cierto, no coincide con la de las EEOOII de la Comunidad<br />
de Madrid… Si las decisiones son estrictamente internas, las razones pueden ser<br />
variadas: con frecuencia las tareas de comprensión auditiva no se acostumbran a<br />
poner en primer lugar (por aquello de si alguien llega un poquito tarde) y la parte<br />
de expresión escrita se suele emplazar al final de la prueba, como un apéndice.<br />
El panorama parece algo errático, sobre todo si entendemos que comúnmente<br />
se quiere revestir a los exámenes con un barniz de prueba científica… Las<br />
decisiones deberían adoptarse con arreglo al perfil de los candidatos (si se<br />
conoce el grupo), de acuerdo con el esfuerzo cognitivo general requerido e<br />
incluso en función de los estilos de aprendizaje. Pero, sobre todo, de acuerdo<br />
con los rasgos concretos, específicos, de las pruebas que se van a administrar<br />
(que ése sí es un elemento conocido). Los redactores de exámenes no son<br />
máquinas perfectas y los productos finales no se muestran siempre enteramente<br />
compensados en sus partes. Conviene, por consiguiente, analizar esto antes de<br />
administrar los exámenes y ajustar el orden de acuerdo con las exigencias de esa<br />
prueba… Eso significa que la ordenación puede ser diferente en cada caso: si el<br />
equipo de redactores / examinadores estima que la prueba –esa prueba<br />
marcoELE. revista de didáctica ELE / ISSN 1885-2211 / núm. 10, 2010 5