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<strong>Mercado</strong> y sociedad. La utopía política de Friedrich Hayek<br />

sus creadores. Estos se despojan de la propiedad de lo suyo, de lo<br />

propio, de su propia identidad, para atribuirla a los objetos “humanizados”<br />

que a sus ojos adquieren vida propia y exigen regir la vida<br />

humana. 156<br />

Los individuos se despojan simbólicamente, sin darse cuenta, llevados<br />

por “la lógica de las apariencias” (Hinkelammert), de sus mejores<br />

cualidades, de su energía, e incluso de su capacidad de conocer.<br />

El mercado en el pensamiento de Hayek se convierte en el Sujeto,<br />

en una Suprapersona; adquiere imaginariamente todas las cualidades<br />

que solo pertenecen a los seres humanos: gran conocimiento, autorregulación,<br />

poder sobre la vida y la muerte, justicia, etc., las cuales<br />

la teología cristiana atribuye a Dios en modo perfecto y superlativo.<br />

Convierte a los sujetos reales, despojados simbólicamente de su fuerza<br />

real, en servidores suyos. Dicha forma de alienación ofrece una<br />

notable analogía con el proceso de la alienación religiosa descrita por<br />

Feuerbach y Marx: “En la región nebulosa del mundo religioso los<br />

productos del cerebro humano tienen el aspecto de seres independientes,<br />

dotados de cuerpos inusitados (particulieres), en comunicación<br />

con los hombres y entre ellos” (Marx, 1965, p. 606).<br />

Podría decirse, desde la perspectiva de Heidegger, que estas formas<br />

de monismo, surgidas como “filosofías científicas”, representan<br />

un intento de las ciencias de convertirse en metafísicas (1958). Por<br />

ello, no pueden pensar (Denken) (Heidegger, 1959) la realidad, pues<br />

se fundan en una visión del ente como disponibilidad. El monismo<br />

expresa la “voluntad de poder”, diría Nietszche, de convertir sus teorías<br />

económicas específicas en el principio fundante y omnipresente<br />

de la realidad. Los monismos, sin embargo, diría Heidegger, no pueden<br />

pensar la realidad porque no quieren recordar, no quieren mantener<br />

la memoria de lo pensado. 157 Están movidos por la entusiasta<br />

156 Marx señala, en ese mismo texto, que la alienación en las mercancías ha<br />

sido precedida por la alienación religiosa, la cual es el paradigma de toda<br />

alienación.<br />

157 “La mémoire est le rassemblement de la pensée” (Heidegger, 1959, p. 22).<br />

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