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07. Las Corrientes del Espacio

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

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Durante un desesperado momento estuvo tentado de atacar el patrullero, pero después, inesperadamente, no<br />

tuvo necesidad.<br />

Al principio fue como un destello. El patrullero empezó a volverse un poco demasiado tarde. <strong>Las</strong> lentas<br />

reacciones de la edad le traicionaron. El látigo de nervio de buey le fue arrancado de las manos y antes de que<br />

pudiese hacer más que iniciar un ronco grito, fue alcanzado en la sien. Cayó al suelo.<br />

Rik gritaba con <strong>del</strong>eite y Terens exclamó:<br />

-¡Valona! ¡Por todos los demonios de Sark, Valona!<br />

4<br />

El rebelde<br />

Terens reaccionó casi en el acto.<br />

-¡Fuera! ¡Pronto! -dijo, echando a andar.<br />

Por un momento sintió el impulso de arrastrar el cuerpo <strong>del</strong> inconsciente patrullero a la sombra de los pilares<br />

que bordeaban el vestíbulo principal, pero era obvio que no tenía tiempo.<br />

Salieron a la rampa cuando el sol de la tarde caldeaba y daba brillantez al mundo que les rodeaba. Los colores<br />

de Ciudad Alta tenían un matiz anaranjado.<br />

-¡Venga! -dijo Valona con ansia.<br />

Pero Terens la cogió por el brazo. Sonreía, pero su voz era dura y baja.<br />

-No corras. Anda con naturalidad y sígueme. Sujeta a Rik. No le dejes correr .<br />

Dieron algunos pasos con la sensación de estar caminando sobre algo pegajoso. ¿Había ruido detrás de ellos<br />

en la biblioteca? ¿O era su imaginación? Terens no se atrevía a volverse.<br />

-Entremos aquí -dijo.<br />

El letrero indicador de la acera relucía bajo la luz de la tarde. No podía competir con el sol de Florina. Decía:<br />

«Entrada a la Ambulancia».<br />

Entraron por una puerta lateral y siguieron entre unas paredes increíblemente blancas. Sobre el material<br />

aséptico de las paredes se veían algunas bombillas de una materia desconocida. Una mujer de uniforme los<br />

contemplaba desde lejos y no vaciló, frunció el ceño al verles acercarse. Terens no la esperó. Dio media vuelta,<br />

siguió otro corredor y después otro. Pasaron junto a otras mujeres de uniforme y Terens podía darse cuenta de<br />

la perplejidad que suscitaba. Era un hecho sin precedentes ver indígenas rondando sin compañía por los pisos<br />

altos <strong>del</strong> hospital. ¿Qué había que hacer?<br />

.Eventualmente, desde luego, serían detenidos. Así, pues, el corazón de Terens latió con más fuerza cuando vio<br />

una puerta que decía: «A la Sección Indígena». El ascensor estaba a su nivel. Metió en él a Rik ya Valona y el<br />

zumbido <strong>del</strong> artefacto al arrancar fue la sensación más <strong>del</strong>iciosa <strong>del</strong> día.<br />

En la Ciudad había tres clases de edificios. La mayoría eran edificios bajos, construidos enteramente en el nivel<br />

bajo. Alojamientos de obreros y trabajadores, generalmente de tres pisos. Fábricas, panaderías, oficinas. Otros<br />

eran edificios altos; domicilios de los sarkitas, teatros, la biblioteca, arenas para deportes. Pero unos pocos eran<br />

dobles, con pisos y entradas abajo y arriba; las estaciones de patrulleros, por ejemplo, y los hospitales.<br />

Era, pues, posible trasladarse de Ciudad Baja a Ciudad Alta utilizando uno de los hospitales a fin de evitar los<br />

grandes ascensores de carga con sus lentas ascensiones y sus poco amables operadores. Para un indígena,<br />

hacerlo era completamente ilegal, desde luego, pero el <strong>del</strong>ito era un acicate más para el culpable <strong>del</strong> <strong>del</strong>ito de<br />

haber agredido a un patrullero.<br />

Salieron por el nivel inferior. El esmalte aséptico de las paredes seguía allí, pero tenía un aspecto menos<br />

ligeramente opaco, como si lo hubiesen Limpiado con menor frecuencia. Los bancos que se alineaban a lo largo<br />

de las paredes de Ciudad Alta habían desaparecido. La mayoría de ellos estaban en una sala de espera llena de<br />

hombres y mujeres cansados y. temerosos. Un solo ayudante trataba de poner orden en aquel zafarrancho,<br />

consiguiendo pobres resultados.<br />

La enfermera estaba hablando con un pobre viejo que doblaba y desdoblaba la rodillera de su raído pantalón y<br />

contestaba sus preguntas con tono plañidero.<br />

-¿De qué se queja usted, exactamente?.. ¿Desde cuándo estos dolores?. ¿Ha estado usted ya en algún<br />

hospital? Bien, escuche; no pretenderán ustedes venir a molestarnos por cualquier tontería. Siéntese y el doctor<br />

le verá y le dará alguna medicina.<br />

Con voz aguda gritó:<br />

-¡El siguiente!y murmuró algo en voz baja.<br />

Terens, Valona y Rik salían cautelosamente de entre la muchedumbre. Valona, como si la presencia de sus<br />

compatriotas florianos hubiese liberado su lengua de la parálisis, susurraba tensamente.<br />

-Tenía que venir, Edil. Estaba tan inquieta por Rik. Creía que no volvería a traérmelo y...<br />

-¿Cómo has subido a Ciudad Alta? preguntó Terens mientras se abría paso entre los indígenas.<br />

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