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07. Las Corrientes del Espacio

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

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-!Oiga...¡<br />

Lo hizo en tono de perfecta cortesía, pero al cabo de unos instantes tuvo que repetirlo con más fuerza y menos<br />

cortesía.<br />

El hombre que apareció no tenía un aspecto impresionante. En primer lugar no llevaba uniforme de yachtman.<br />

En segundo, necesitaba afeitarse y la repelente gorra que llevaba se inclinaba sin la menor elegancia. Parecía<br />

cubrir la mitad de su rostro. Finalmente, adoptaba una actitud de peculiar y sospechosa cautela.<br />

-Soy Marjis Genro -dijo éste-. ¿Es suya esta nave?<br />

-Sí, señor -respondió el hombre fríamente.<br />

Genro no hizo caso de su tono. Echó la cabeza atrás y estudió cuidadosamente las líneas de la nave. Se quitó lo<br />

que quedaba <strong>del</strong> cigarrillo de los labios y lo lanzó al aire. No había alcanzado todavía la máxima altura de su<br />

arco cl,1ando con un 1eve destello se desvaneció.<br />

-¿Le importaría que entrase? -preguntó Genro.<br />

El hombre vaciló un instante y se echó a un lado. Genro entró.<br />

-¿Qué clase de motor lleva esta embarcación? -preguntó.<br />

-¿Por qué la pregunta usted?<br />

Genro era alto, tenía la piel y los ojos oscuros y llevaba, el cabello encrespado y corto. Le pasaba al otro media<br />

cabeza, y su sonrisa dejaba aparecer unos dientes blancos y espaciados.<br />

-Para serle completamente franco -respondió-, deseo comprar una nueva embarcación.<br />

-¿Quiere usted decir que le interesa ésta?<br />

-No sé. Algo por este estilo, quizá, si el precio es justo.<br />

Pero no sé si le molestaría que mirase los controles y motores...<br />

El hombre permanecía silencioso, La voz de Genro adquirió un tono más frío.<br />

-Como quiera, desde luego... -Y dio media vuelta.<br />

-Quizá vendería... -dijo el hombre. Buscó en sus bolsillos-. Aquí está la patente -añadió.<br />

Genro la examinó por todas partes con ojos experimentados.<br />

-¿Es usted Deamone? -preguntó devolviéndosela.<br />

El hombre asintió.<br />

-Puede usted entrar si quiere. Genro examinó brevemente el gran cronómetro de a bordo, las palancas<br />

fosforescentes que relucían brillantemente incluso bajo la luz <strong>del</strong> día que indicaba la segunda hora después de<br />

la puesta de sol.<br />

-Gracias. ¿Quiere mostrarme el camino?<br />

El hombre buscó nuevamente en sus bolsillos y le tendió un manojo de llaves.<br />

Subieron la corta rampa que llevaba a la compuerta de aire y entraron. Lenta y silenciosamente, la compuerta se<br />

abrió y Genro penetró en la oscuridad. La luz roja de la compuerta se encendió automáticamente mientras la<br />

puerta se cerraba tras ellos. La puerta interior se abrió y mientras entraban en la nave se encendieron las luces<br />

blancas en toda su longitud.<br />

-Myrlyn Terens no tenía elección. No recordaba ya los remotos tiempos en que la palabra «elección» existía.<br />

Durante largas y desesperadas horas había estado cerca de la nave de Deamone esperando e incapaz de hacer<br />

otra cosa. Hasta entonces no le había llevado a nada. No veía que pudiese llevarle a otra cosa que a su<br />

detención.<br />

y entonces aquel desconocido había llegado para mirar la nave. Tratar siquiera con él era una locura. Le sería<br />

imposible mantener la impostura estando en contacto con él. Pero tampoco podía permanecer donde estaba.<br />

Por lo menos en el interior de la nave podía haber comida, Era extraño que no se le hubiese ocurrido antes. y la<br />

había.<br />

-Es cerca de la hora de cenar -dijo Terens-. ¿Querría usted comer algo?<br />

El desconocido no le había mirado ni por encima <strong>del</strong> horI:tbro.<br />

-Pues..., quizá más tarde. Gracias.<br />

Terens no insistió. Le dejó estudiar la nave y se dedicó a la carne envasada y las frutas envueltas en celulita.<br />

Bebió con sed. Frente a la cocina había una ducha. Se encerró en ella y se duchó. Era un placer poderse quitar<br />

aquel gorro,aunque fuese temporalmente. Encontró incluso un estrecho armario en el que pudo cambiarse de<br />

ropa.<br />

Cuando Genro regresó era mucho más dueño de sí mismo.<br />

-Oiga, ¿le importaría que nave? -dijo.<br />

-No hay inconveniente. ¿Sabe usted gobernar este mo<strong>del</strong>o? -preguntó Terens con una perfecta imitación de la<br />

indiferencia.<br />

-Así lo creo -dijo el otro con una sonrisa-. Me vanaglorio de poder gobernar cualquier tipo de nave normal. De<br />

todos modos, me he tomado la libertad de llamar a la torre de control y hay un pozo de despegue disponible,<br />

Aquí tiene usted mi título de navegante si quiere examinarlo antes de que salga.<br />

Terens le dirigió una mirada tan breve como la que Genro había dirigido al suyo<br />

-Los controles son suyos dijo<br />

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