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07. Las Corrientes del Espacio

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

La historia ocurre durante el ascenso de Trántor desde ser una gran potencia regional hasta convertirse en un Imperio Galáctico, unificando millones de planetas. Esta historia ocurre alrededor del año 11.000 d. C. (inicialmente 34.500 d. C., según la cronología a principios de los años 1950), cuando el Imperio Trantoriano abarca aproximadamente la mitad de la Vía Láctea.

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-Sí, oficial. Hará cosa de media hora. Quizá menos.<br />

-Súbitamente se sonrojó. ¿Hay alguna relación entre ellos y...? Tenían reservas que estaban completamente en<br />

orden. No hubiera dejado pasar extranjeros si no estuviesen completamente en regla.<br />

Terens no le hizo caso. ¡Completamente en regla! El panadero había conseguido prepararlo en el transcurso de<br />

una noche. ¿Hasta qué profundidad llegaba la organización <strong>del</strong> espionaje de Trantor de la administración<br />

sarkita?<br />

-¿Qué nombres dieron? -Gareth y Hansa Barne.<br />

-¿Ha salido ya su nave? ¡Pronto! ¡Pronto!<br />

-No... no, señor. -¿Qué sección?<br />

-Diecisiete.<br />

Terens hizo un esfuerzo por no correr, pero su paso no estaba muy lejos de ello. De haber habido algún<br />

auténtico patrullero que le viese, aquella rápida y poco digna manera de correr hubiera sido su último paso hacia<br />

la libertad.<br />

Un oficial <strong>del</strong> espacio, de uniforme, estaba de pie al lado de la compuerta principal de aire de la nave, Terens<br />

jadeaba un poco.<br />

-¿Han subido ya a bordo Gareth y Hansa Barne? -preguntó.<br />

-No -respondió el oficial lacónicamente. Era un sarkita y para él un patrullero era sólo otro hombre de uniforme-.<br />

¿Ha recibido usted algún mensaje?<br />

-¡No han embarcado! -exclamó Terens perdiendo la paciencia.<br />

-Eso he dicho. y no esperaremos. Saldremos a la hora, con o sin ellos.<br />

Terens se alejó y llegó de nuevo al vigilante de la puerta.<br />

-¿Han salido?<br />

-¿Quién, señor?<br />

-Los Barne. Los que se iban a Wotex. No están a bordo de la nave. ¿Han salido?<br />

-No, señor. Que yo sepa, no. -¿y las otras salidas?<br />

-No hay más salidas, señor, esta es la única puerta.<br />

-¡Compruébalo miserable idiota!<br />

El portero descolgó el tubo de comunicación presa <strong>del</strong> pánico. Jamás un patrullero le había hablado en aquel<br />

tono y temía los resultados. A los dos minutos volvió a colgar.<br />

-No ha salido nadie, señor.<br />

Terens le miró. Bajo su gorra negra aparecía el cabello de color de arena, <strong>del</strong> que brotaba sudor que corría por<br />

sus mejillas.<br />

-¿Ha salido <strong>del</strong> puerto alguna nave desde que ellos entraron?<br />

El portero consultó el cuadro de marcha.<br />

-Una -dijo-. La nave de línea Endeavor.<br />

Deseoso de ganarse el favor <strong>del</strong> colérico patrullero, siguió dándole informaciones.<br />

-La Endeavor hace un viaje especial para llevar de regreso a Florina a lady Samia de Fife.<br />

No se tomó la molestia de explicarle en detalle por qué refinada manera de escuchar detrás de las puertas se<br />

había enterado de aquella «información confidencial».<br />

Pero para Terens ya nada importaba. Emprendió el regreso lentamente. Eliminemos lo imposible y lo que queda,<br />

por improbable que sea, es la verdad. Rik y Valona habían entrado en el aeropuerto. No habían sido detenidos,<br />

pues con toda seguridad el portero lo sabría. No andaban tranquilamente rondando por el puerto, pues a estas<br />

horas ya hubiesen sido detenidos. No estaban en la nave para la cual tenían los billetes. Y no habían salido <strong>del</strong><br />

campo. La única nave que había salido era la Endeavor. En ella, por consiguiente, quizá como prisioneros, quizá<br />

como polizontes, iban Rik y Valona.<br />

Y ambas versiones eran equivalentes. Si iban como polizontes no tardarían en ir como cautivos. Sólo una<br />

campesina floriniana y un desgraciado demente podían no comprender que ir como polizontes en una nave<br />

moderna <strong>del</strong> espacio era imposible. ¡Y de todas las naves <strong>del</strong> espacio habían elegido la que llevaba la hija <strong>del</strong><br />

Señor de Fife!<br />

¡El Señor de Fife!<br />

9<br />

El Señor<br />

El Señor de Fife era el individuo más importante de Sark, y por esta razón no le gustaba que le viesen de pie.<br />

Como su hija, era bajo, pero, al contrario que ella, no era perfectamente proporcionado, ya que su falta de<br />

estatura residía principalmente en sus piernas. Su rostro era incluso robusto y su cabeza indudablemente<br />

majestuosa, pero todo su cuerpo descansaba sobre unas piernas diminutas que tenían que hacer un esfuerzo<br />

para llevarlo.<br />

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