10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-Al contrario, está en condiciones de recibir<strong>la</strong>s. Está evolucionando muy bien. Además,<br />
insiste en ver<strong>la</strong> y ha dejado muy c<strong>la</strong>ro que piensa insistir en ello. Creo que no sería<br />
prudente negarse a satisfacer su deseo.<br />
Llevaron a Manel<strong>la</strong> a su habitación, y Raych <strong>la</strong> saludó efusivamente mostrando <strong>la</strong><br />
primera y todavía débil señal de felicidad desde su ingreso en el hospital.<br />
Raych movió una mano en un inconfundible gesto de despedida dirigido a Dors, quien<br />
se marchó apretando los <strong>la</strong>bios.<br />
Llegó el día en que Raych le dio <strong>la</strong> terrible noticia.<br />
-Ha dicho que sí, mamá.<br />
-¿Esperas que me sorprenda? Qué estúpidos podéis llegar a ser los hombres... -replicó<br />
Dors-. Pues c<strong>la</strong>ro que ha dicho que sí. Ha caído en desgracia y <strong>la</strong> han echado del<br />
departamento de seguridad, tú eres lo único que tiene. Eres su única oportunidad de...<br />
-Mamá, si lo que intentas es perderme te aseguro que como sigas así lo conseguirás -<br />
<strong>la</strong> interrumpió Raych-. No digas esas cosas.<br />
-Sólo estoy pensando en tu bienestar.<br />
-Yo me ocuparé de eso, gracias. No soy <strong>la</strong> solución de nadie, y te darás cuenta con<br />
sólo pensarlo. No soy ningún prodigio de hermosura, soy bajito, papá ya no es primer<br />
ministro y tengo un espantoso acento de c<strong>la</strong>se baja. ¿Crees que hay algo en mí de lo que<br />
pueda sentirse orgullosa? Podría aspirar a alguien mucho mejor, pero me quiere a ml..., y<br />
permíteme que te diga que yo también <strong>la</strong> quiero.<br />
-Pero sabes lo que es.<br />
-Por supuesto que sé lo que es. Es una mujer que me ama y es <strong>la</strong> mujer a <strong>la</strong> que amo,<br />
eso es lo que es.<br />
-Y antes de que te enamorases de el<strong>la</strong>, ¿qué era? Estás al corriente de una parte de lo<br />
que hizo mientras trabajaba en Wye como agente secreta..., tú fuiste uno de sus trabajos.<br />
¿Cuántos más hubo? ¿Serás capaz de vivir con su pasado y con todo lo que hizo en<br />
nombre del deber? Ahora puedes permitirte el lujo de ser idealista, pero algún día tendrás<br />
tu primera discusión con el<strong>la</strong>, o <strong>la</strong> segunda o <strong>la</strong> número diecinueve..., y entonces no<br />
podrás contenerte y <strong>la</strong> l<strong>la</strong>marás «Pu...»<br />
-iNo digas eso! -gritó Raych con irritación-. Cuando nos peleemos usaré <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras<br />
más irracionales, desagradables, poco consideradas e insultantes que se me ocurran, hay<br />
un millón de pa<strong>la</strong>bras que se pueden utilizar en una situación semejante, y a el<strong>la</strong> se le<br />
ocurrirán unas cuantas que utilizar conmigo. Pero después, siempre podremos pedirnos<br />
perdón.<br />
-Eso es lo que crees, pero espera a que llegue el momento.<br />
Raych se había puesto b<strong>la</strong>nco.<br />
-Mamá, llevas veinte años con papá -dijo-. Papá es un hombre al que resulta muy difícil<br />
llevar <strong>la</strong> contraria, pero ha habido ocasiones en <strong>la</strong>s que habéis discutido. Os he oído.<br />
Durante esos veinte años, ¿te ha insultado utilizando alguna pa<strong>la</strong>bra que pudiera poner<br />
en entredicho tu papel como persona? Es más, ¿lo he hecho yo? ¿Puedes imaginarme<br />
haciendo algo semejante por muy enfadado que pueda llegar a estar?<br />
Dors luchó consigo misma. Su rostro no mostraba <strong>la</strong>s emociones como lo habría hecho<br />
el de Raych o el de Seldon, pero estaba c<strong>la</strong>ro que se había quedado sin hab<strong>la</strong> durante<br />
unos instantes.<br />
-De hecho -dijo Raych explotando su ventaja momentánea-, todo se reduce a que estás<br />
celosa porque Manel<strong>la</strong> le salvó <strong>la</strong> vida a papá. No quieres que nadie ocupe tu puesto.<br />
Bueno, pues no tuvíste <strong>la</strong> oportunidad de hacerlo... ¿preferirías que Manel<strong>la</strong> no hubiese<br />
disparado contra Andorin y que papá y yo hubiésemos muerto?<br />
-Insistió en ir a recibir a los jardineros solo -dijo Dors con voz estrangu<strong>la</strong>da por <strong>la</strong><br />
emoción-. No me permitió acompañarle.<br />
-Pero eso no fue culpa de Manel<strong>la</strong>.<br />
-¿Por eso quieres casarte con el<strong>la</strong>? ¿Por gratitud?