10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
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civilización, sino a un lunático delirante que profetiza el desmoronamiento y <strong>la</strong> ruina de un<br />
inmenso y poderoso Imperio?<br />
»La mismísima naturaleza de su trabajo amenaza <strong>la</strong> textura del Imperio, y no me refiero<br />
al Imperio monolítico que no tiene nombre ni rostro... No, me estoy refiriendo al corazón y<br />
el alma del Imperio..., sus habitantes. Cuando les dice que el Imperio está en decadencia<br />
les hace responsables de eso, y les recuerda que ellos también están en decadencia..., y,<br />
mi querido profesor, el ciudadano corriente no puede enfrentarse a esa acusación.<br />
Seldon, le guste o no se ha convertido en un objeto de irrisión, un hazmerreír, un b<strong>la</strong>nco al<br />
que ridiculizar.<br />
-Discúlpeme, jefe de bibliotecarios, pero en ciertos círculos ya hace años que soy un<br />
hazmerreír.<br />
-Sí, pero sólo en ciertos círculos, y este último incidente y su publicidad le han expuesto<br />
al ridículo no sólo en Trantor sino en todos los mundos. Profesor, si <strong>la</strong> Biblioteca Galáctica<br />
aprueba tácitamente su trabajo proporcionándole esos despachos, <strong>la</strong> biblioteca se<br />
convertirá en el hazmerreír de todos los mundos. No importa lo que yo pueda opinar<br />
personalmente de su teoría y su enciclopedia: soy el jefe de bibliotecarios de <strong>la</strong> Biblioteca<br />
Galáctica de Trantor, y debo pensar en <strong>la</strong> biblioteca antes que en ninguna otra cosa.<br />
»Y ésa es <strong>la</strong> razón de que deba responder a su petición con una negativa.<br />
Hari Seldon se echó atrás tan bruscamente como si acabara de ser golpeado.<br />
-Aparte de eso -siguió diciendo Acarnio-, debo advertirle de que sus privilegios han sido<br />
suspendidos durante dos semanas..., y que <strong>la</strong> efectividad de dicha suspensión empieza<br />
ahora mismo. Profesor Seldon, el consejo celebrará una reunión especial, y dentro de dos<br />
semanas le notificaremos si hemos decidido poner fin a nuestra re<strong>la</strong>ción con usted o si<br />
deseamos que prosiga.<br />
Acarnio se quedó cal<strong>la</strong>do durante unos momentos. Después puso <strong>la</strong> palma de <strong>la</strong>s<br />
manos sobre <strong>la</strong> reluciente e impoluta superficie de su escritorio y se levantó.<br />
-Eso es todo, profesor Seldon..., por ahora.<br />
Hari Seldon también se puso en pie, pero sin <strong>la</strong> flexibilidad y <strong>la</strong> rapidez con que se<br />
había incorporado Tryma Acarnio.<br />
-¿Se me permitirá dirigirme al consejo? -preguntó Seldon-. Quizá si pudiera explicarles<br />
<strong>la</strong> importancia vital de <strong>la</strong> psicohistoria y de <strong>la</strong> enciclopedia...<br />
-Me temo que no será posible, profesor -dijo Acarnio en voz baja, y Seldon tuvo un<br />
fugaz atisbo del hombre del que le había hab<strong>la</strong>do Las Zenow.<br />
Pero el gélido burócrata volvió a ocultarle en seguida, y Acarnio le acompañó hasta <strong>la</strong><br />
puerta.<br />
-Dos semanas, profesor Seldon -dijo Acarnio mientras los paneles se deslizaban a un<br />
<strong>la</strong>do-. Hasta entonces.<br />
Hari cruzó el umbral para dirigirse hacia el vehículo que le esperaba y los paneles<br />
volvieron a cerrarse tras él.<br />
«(Qué voy a hacer ahora? -se preguntó Seldon desconso<strong>la</strong>damente-. ¿Será posible<br />
que esto signifique el fin de mi trabajo?<br />
28<br />
-Wanda, querida, ¿qué es lo que te tiene tan atareada? -preguntó Hari Seldon al entrar<br />
en el despacho de <strong>la</strong> Universidad de Streeling que ocupaba su nieta.<br />
La habitación había sido el despacho del bril<strong>la</strong>nte matemático Yugo Amaryl, cuya<br />
muerte había empobrecido considerablemente al proyecto psicohistoria. Afortunadamente<br />
durante los últimos años Wanda había asumido el papel de Yugo, y había seguido<br />
introduciendo mejoras y ajustes en el primer radiante.