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10. Hacia la Fundación

En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.

En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.

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que el doctor Seldon insistió con vehemencia en ver personalmente al general, y se<br />

podría argumentar que eso era precisamente lo que usted pretendía.<br />

E<strong>la</strong>r emitió una breve y nerviosa carcajada.<br />

-Con el debido respeto, eso sí suena a delirio paranoico, doctora.<br />

-Y después de <strong>la</strong> fiesta -siguió diciendo Dors-, ¿acaso no fue usted el primero en<br />

sugerir que un grupo de co<strong>la</strong>boradores del proyecto fuese al Hotel Límite de <strong>la</strong> Cúpu<strong>la</strong>?<br />

-Sí, y recuerdo que usted dijo que era una buena idea.<br />

-¿No cree que esa sugerencia podía tener como objetivo poner nerviosa a <strong>la</strong> junta<br />

proporcionándole otro ejemplo de <strong>la</strong> popu<strong>la</strong>ridad de Hari? ¿Y no podría haber sido<br />

concebida para tentarme a entrar en el recinto imperial?<br />

-¿Acaso podría haber<strong>la</strong> detenido? -replicó E<strong>la</strong>r, y <strong>la</strong> incredulidad fue sustituida por <strong>la</strong><br />

ira-. Usted ya había tomado su propia decisión al respecto.<br />

Dors no prestó ninguna atención a sus pa<strong>la</strong>bras.<br />

-Y, naturalmente, tenía <strong>la</strong> esperanza de que al entrar en el recinto imperial causaría el<br />

alboroto suficiente para que <strong>la</strong> junta sintiera todavía más animadversión hacia Hari.<br />

-Pero... ¿Por qué, doctora Venabili? ¿Por qué iba a hacer todo eso?<br />

-Se podría responder que para librarse del doctor Seldon y sucederle como director del<br />

proyecto.<br />

-¿Cómo puede pensar eso de mí? No puedo creer que esté hab<strong>la</strong>ndo en serio. Está<br />

haciendo lo que dijo que haría al comienzo de <strong>la</strong> conversación, ¿no? Me está<br />

demostrando lo que puede hacerse cuando una mente ingeniosa está totalmente decidida<br />

a encontrar algo que pueda parecer una prueba...<br />

-Pasemos a otro asunto. He dicho que usted podía utilizar los despachos vacíos para<br />

mantener conversaciones privadas y que podía haber estado allí con un miembro de <strong>la</strong><br />

junta.<br />

-Eso ni siquiera merece que lo niegue.<br />

-Pero le oyeron. Una niña entró en el despacho, se encogió en un sillón donde no podía<br />

ser vista y oyó su conversación.<br />

E<strong>la</strong>r frunció e! ceño.<br />

-¿Qué oyó?<br />

-Dijo que había oído a dos hombres hab<strong>la</strong>ndo de <strong>la</strong> muerte. No es más que una niña y<br />

no pudo repetir nada con detalle, pero hubo dos pa<strong>la</strong>bras que <strong>la</strong> impresionaron mucho y<br />

se le quedaron grabadas en <strong>la</strong> memoria: eran «muerte» y «limonada».<br />

-Me parece que ahora está pasando de <strong>la</strong> fantasía a, si me disculpa, <strong>la</strong> locura. ¿Qué<br />

re<strong>la</strong>ción puede existir entre esas dos pa<strong>la</strong>bras, y qué tienen que ver conmigo?<br />

-Al principio pensé en tomar<strong>la</strong>s de forma literal. La niña en cuestión adora <strong>la</strong> limonada.y<br />

había mucha limonada en <strong>la</strong> fiesta, pero nadie <strong>la</strong> había envenenado.<br />

-Bien, le agradezco que no lleve <strong>la</strong> locura demasiado lejos.<br />

-Después comprendí que <strong>la</strong> niña había oído otra cosa, y que su imperfecto dominio del<br />

lenguaje y su afición a esa bebida <strong>la</strong> habían convertido en «limonada».<br />

-¿Se ha inventado una distorsión? -resopló E<strong>la</strong>r.<br />

-Por un tiempo pensé que en realidad lo que oyó quizá fue «<strong>la</strong> ayuda de un profano».<br />

-¿Qué significa eso?<br />

-Un asesinato llevado a cabo mediante profanos..., personas que no son expertas en<br />

matemáticas y...<br />

Dors se interrumpió y frunció el ceño. Alzó una mano y se apretó el pecho.<br />

-¿Le ocurre algo, doctora Venabili? -preguntó E<strong>la</strong>r con repentina preocupación.<br />

-No -dijo Dors, y pareció recuperarse.<br />

Durante unos momentos no dijo nada y E<strong>la</strong>r carraspeó.<br />

-Doctora Venabili -dijo, y en su rostro ya no había señal alguna de que todo aquello le<br />

pareciera gracioso-, sus comentarios se están volviendo más ridículos a cada momento

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