10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
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Parecía estar muy seguro de sí mismo, y Seldon se preguntó si <strong>la</strong> Biblioteca Galáctica<br />
habría ape<strong>la</strong>do ya muchas veces al emperador sin ningún éxito. Y se preguntó si recurrir<br />
al emperador serviría de algo.<br />
11<br />
El emperador Agis XIV no tenía ningún derecho real a ostentar ese nombre. Lo había<br />
adoptado al subir al trono con el deliberado propósito de establecer una conexión entre su<br />
persona y los Agis que habían gobernado hacía dos mil años, casi todos ellos de forma<br />
muy competente (especialmente Agis IV, quien había ocupado el trono imperial durante<br />
cuarenta y dos años y había mantenido el orden en un imperio próspero, con mano firme<br />
pero sin recurrir a <strong>la</strong> tiranía.)<br />
Agis XIV no se parecía a ninguno de los Agis anteriores, suponiendo que los registros<br />
holográficos tuvieran algún valor aunque, en realidad, Agis XIV tampoco se parecía<br />
mucho a <strong>la</strong> holografía oficial distribuida entre <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción del Imperio.<br />
De hecho, en cuanto Hari Seldon le vio pensó que a pesar de todos sus defectos y<br />
debilidades no cabía duda de que el emperador Cleón tenía una apariencia realmente<br />
imperial, y sintió una leve punzada de nostalgia.<br />
Agis XIV no poseía esa apariencia. Seldon nunca le había visto de cerca, y acababa de<br />
descubrir que <strong>la</strong>s escasas holografías que había visto se apartaban considerablemente de<br />
<strong>la</strong> realidad. «El holografista imperial conoce su trabajo y lo hace a <strong>la</strong> perfección», pensó<br />
Seldon con amargura.<br />
Agis XIV era bajito, tenía un rostro poco atractivo y unos ojos ligeramente saltones sin<br />
el brillo de <strong>la</strong> inteligencía. Su única cualificación para ocupar el trono era <strong>la</strong> de ser pariente<br />
co<strong>la</strong>teral de Cleón.<br />
Pero, a decir verdad, había que reconocer que no intentaba interpretar el papel de<br />
emperador poderoso y temible. Todo el mundo sabía que prefería ser l<strong>la</strong>mado<br />
«Ciudadano emperador» y que sólo el protocolo imperial y <strong>la</strong>s furiosas protestas que ello<br />
había provocado en <strong>la</strong> guardia imperial le habían impedido salir de <strong>la</strong> cúpu<strong>la</strong> y pasearse<br />
por Trantor. Al parecer, afirmaban los rumores, Agis deseaba estrechar <strong>la</strong> mano de los<br />
ciudadanos y escuchar personalmente sus quejas.<br />
(«Eso es un punto a su favor -pensó Seldon-, aunque nunca haya conseguido<br />
hacerlo.,)<br />
-Alteza, os agradezco que hayáis accedido a verme -murmuró Seldon haciendo una<br />
reverencia.<br />
Agis XIV poseía una voz límpida y bastante atractiva que no encajaba en nada con su<br />
apariencia.<br />
-Un ex primer ministro debe tener sus privilegios -dijo-, aunque admito que haber<br />
accedido a verle es algo que me permite estar orgulloso de mi asombroso valor.<br />
Había bastante humor en sus pa<strong>la</strong>bras, y de repente Seldon comprendió que un<br />
hombre podía no parecer inteligente y, sin embargo, serlo.<br />
-¿Valor, Alteza?<br />
-Naturalmente. Le l<strong>la</strong>man «Cuervo» Seldon, ¿no?<br />
-Alteza, el otro día oí ese apodo por primera vez.<br />
-Al parecer es una referencia a su psicohistoria, <strong>la</strong> cual parece predecir <strong>la</strong> caída del<br />
Imperio.<br />
-Se limita a apuntar una posibilidad, Alteza...<br />
-Y por eso se le ha re<strong>la</strong>cionado con ese pájaro mítico que trae malos augurios... pero<br />
creo que usted mismo es el pájaro que trae malos augurios.<br />
-Espero que no sea así, Alteza.<br />
-Vamos, vamos... Todos sabemos qué ha ocurrido. Eto Demerzel, el primer ministro de<br />
Cleón, quedó muy impresionado por sus investigaciones y mire qué le ocurrió..., fue