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10. Hacia la Fundación

En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.

En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.

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computerizado habría estado unido al sistema de <strong>la</strong> biblioteca mediante una conexión<br />

directa, y el emperador no habría tenido que esperar ni un instante. Eso ocurrió en los<br />

viejos tiempos, cuando había abundancia de créditos, c<strong>la</strong>ro, pero... Bueno, el resultado de<br />

<strong>la</strong> votación fue negativo.<br />

-¿De veras?<br />

-Oh, sí. Casi todo el consejo opinó que eso haría que el emperador tuviese una re<strong>la</strong>ción<br />

excesivamente íntima con <strong>la</strong> biblioteca y que pondría en peligro nuestra independencia<br />

del gobierno.<br />

-Y ese consejo que no quiere dob<strong>la</strong>r <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong> para honrar a un emperador, ¿accederá a<br />

tolerar mi presencia en <strong>la</strong> biblioteca?<br />

-Por el momento..., sí. Existe <strong>la</strong> sensación, y he hecho cuanto he podido para reforzar<strong>la</strong><br />

y extender<strong>la</strong>, de que si no tratamos cortésmente a un amigo personal del emperador <strong>la</strong><br />

posibilidad de un aumento presupuestario se esfumará del todo, así que...<br />

-Así que los créditos hab<strong>la</strong>n..., e incluso <strong>la</strong> tenue esperanza de conseguirlos puede<br />

hacer oír su voz, ¿no?<br />

-Me temo que sí.<br />

-¿Podré traer a mis colegas?<br />

Zenow puso cara de sentirse bastante incómodo.<br />

-Me temo que no. El emperador fue visto paseando con usted..., no con sus colegas.<br />

Lo siento, profesor.<br />

Seldon se encogió de hombros y se dejó dominar por una profunda me<strong>la</strong>ncolía. De<br />

todas formas no disponía de ningún colega al que llevar a <strong>la</strong> Biblioteca Galáctica. Por<br />

algún tiempo había albergado <strong>la</strong> esperanza de encontrar a otras personas con poderes<br />

simi<strong>la</strong>res a los de Wanda, y había fracasado. Él también necesitaría fondos para poner en<br />

marcha <strong>la</strong>s investigaciones..., y tampoco contaba con ellos.<br />

13<br />

Trantor, <strong>la</strong> ciudad-mundo capital del Imperio Galáctico, había cambiado<br />

considerablemente desde el día en el que Hari bajó del hipernavío que le había sacado de<br />

Helicón, su p<strong>la</strong>neta natal, hacía treinta y ocho años. Hari se preguntó si no sería <strong>la</strong> neblina<br />

propia de <strong>la</strong> memoria de un anciano <strong>la</strong> que hacía que el Trantor de aquel entonces bril<strong>la</strong>ra<br />

con un resp<strong>la</strong>ndor tan intenso en el ojo de su mente; o quizás hubiera sido <strong>la</strong> exuberancia<br />

de <strong>la</strong> juventud. Después de todo, un joven llegado de un mundo exterior tan provinciano<br />

como Helicón no podía por menos que sentirse impresionado ante <strong>la</strong>s torres<br />

resp<strong>la</strong>ndecientes, <strong>la</strong>s cúpu<strong>la</strong>s centelleantes y <strong>la</strong>s abigarradas masas vestidas con ropajes<br />

multicolores que parecían ir y venir incesantemente por todo Trantor tanto de día como de<br />

noche.<br />

«Y ahora -pensó Hari con tristeza-, <strong>la</strong>s calles y avenidas están casi desiertas incluso a<br />

plena luz del día.... Pandil<strong>la</strong>s de matones contro<strong>la</strong>ban varias partes de <strong>la</strong> ciudad y<br />

competían unas con otras para aumentar sus respectivos territorios. El número de<br />

agentes de seguridad había disminuido, y los que quedaban sólo tenían tiempo para<br />

atender y procesar <strong>la</strong>s quejas en <strong>la</strong> oficina central. Naturalmente cada vez que se recibía<br />

una l<strong>la</strong>mada de emergencia se enviaba a un grupo de agentes, pero éstos llegaban a <strong>la</strong><br />

escena del crimen después de que se hubiera cometido, y ni siquiera intentaban fingir que<br />

protegían a los ciudadanos de Trantor. Quien salía a <strong>la</strong> calle era consciente del riesgo que<br />

corría..., y el riesgo era muy grande. Pero Hari Seldon seguía corriendo ese riesgo en<br />

forma de un paseo diario, como si desafiara a <strong>la</strong>s fuerzas que estaban destruyendo su<br />

amado Imperio invitándo<strong>la</strong>s a que le destruyeran también.<br />

Hari Seldon caminaba con su paso cojeante..., y pensaba. Todo lo que intentaba<br />

parecía condenado al fracaso. Había sido incapaz de ais<strong>la</strong>r <strong>la</strong> pauta genética que

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