10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
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distinguía a Wanda de <strong>la</strong> inmensa mayoría de seres humanos, y sin eso era incapaz de<br />
encontrar a otras personas que fuesen como el<strong>la</strong>.<br />
La capacidad telepática de Wanda había aumentando considerablemente durante los<br />
seis años transcurridos desde que había dado con el error en el primer radiante de Yugo<br />
Amaryl. Wanda era especial en más de un aspecto.<br />
Seldon tenía <strong>la</strong> impresión de que cuando se percató de que su extraño poder mental <strong>la</strong><br />
distinguía de los demás, Wanda había tomado <strong>la</strong> decisión de entenderlo, de dominar su<br />
energía y contro<strong>la</strong>r<strong>la</strong>. La adolescencia <strong>la</strong> había hecho madurar arrebatándole <strong>la</strong>s risitas<br />
infantiles que tanto gustaban a Hari y, al mismo tiempo, su decisión de ayudarle en su<br />
trabajo con los poderes de su «don» había hecho que Wanda le resultara todavía más<br />
querida que antes.<br />
Hari Seldon le había contado sus p<strong>la</strong>nes de crear una segunda <strong>Fundación</strong> y Wanda se<br />
había comprometido a alcanzar ese objetivo con él. Pero aquel día el estado anímico de<br />
Seldon no podía ser más sombrío. Estaba llegando a <strong>la</strong> conclusión de que <strong>la</strong> habilidad<br />
mental de Wanda no le serviría de nada. Créditos: todo se reducía a eso. Necesitaba<br />
créditos para seguir con su trabajo, créditos para encontrar a otras personas simi<strong>la</strong>res a<br />
Wanda, créditos para pagar a quienes trabajaban en el proyecto psicohistoria de<br />
Streeling, créditos para poner en marcha el importantísimo Proyecto Enciclopedia en <strong>la</strong><br />
Biblioteca Galáctica...<br />
¿Y ahora qué?<br />
Siguió caminando con rumbo a <strong>la</strong> Biblioteca Galáctica. Habría llegado mucho más<br />
deprisa y más cómodamente tomando un gravitaxi, pero quería caminar..., con cojera o<br />
sin el<strong>la</strong>. Necesitaba tiempo para pensar.<br />
Oyó un grito -«iAhí está!»-, pero no le prestó ninguna atención.<br />
El grito se repitió.<br />
-iAhí está! iPsicohistoria!<br />
La pa<strong>la</strong>bra le obligó a alzar <strong>la</strong> mirada. Psicohistoria... Estaba a punto de ser rodeado<br />
por un grupo de jóvenes. Seldon reaccionó de forma automática pegando <strong>la</strong> espalda a <strong>la</strong><br />
pared y alzando su bastón.<br />
-¿Qué queréis?<br />
Los jóvenes se rieron.<br />
-Créditos, viejo. ¿Llevas algún crédito encima?<br />
-Quizá, pero ¿por qué queréis que os los dé? Habéis gritado «iPsicohistoria!» ¿Sabéis<br />
quién soy?<br />
-C<strong>la</strong>ro. Eres «Cuervo» Seldon -dijo el joven que parecía ser el líder y que daba <strong>la</strong><br />
impresión de sentirse comp<strong>la</strong>cido y cómodo con <strong>la</strong> situación.<br />
-Eres un chif<strong>la</strong>do -dijo otro joven.<br />
-¿Qué vais a hacer si no os entrego ningún crédito?<br />
-Te daremos una paliza y te los quitaremos -dijo el líder.<br />
-¿Y si os los entrego?<br />
-iTe daremos <strong>la</strong> paliza de todas formas!<br />
Hari Seldon alzó un poco más su bastón.<br />
-No os acerquéis.<br />
Ya había logrado contarles. Había ocho jóvenes. Seldon descubrió que le costaba un<br />
poco respirar. En una ocasión él, Dors y Raych habían sido atacados por diez hombres y<br />
no habían tenido ninguna dificultad para vencerles.<br />
Por aquel entonces él tenía treinta y dos años y Dors... era Dors. Ahora todo era<br />
distinto. Seldon agitó su bastón.<br />
-Eh, el viejo va a atacarnos -dijo el líder de <strong>la</strong> pandil<strong>la</strong>-. ¿Qué vamos a hacer?<br />
Seldon miró rápidamente a su alrededor. No había ningún agente de seguridad<br />
visible..., otra indicación del deterioro de <strong>la</strong> sociedad. De vez en cuando pasaba alguien,