10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
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-¿Qué lealtad? -replicó Mejil<strong>la</strong>s Rojas-. Cuando Cleón fue asesinado vivimos-unos años<br />
sin tener emperador y a nadie pareció importarle, y este nuevo emperador no es más que<br />
una figura decorativa. No puede hacer nada, nadie puede hacer nada... Esto no es una<br />
crisis, esto es el fin.<br />
Los otros dos miraron a Mejil<strong>la</strong>s Rojas y fruncieron el ceño.<br />
-¡Estás realmente convencido! -exc<strong>la</strong>mó Calvo-. ¿Crees que el gobierno imperial se<br />
quedará cruzado de brazos sin hacer nada y dejará que ocurra?<br />
-iSí! No creen que vaya a ocurrir, igual que vosotros. No harán nada hasta que sea<br />
demasiado tarde.<br />
--¿Y qué se supone que deberían hacer si creyeran que esto es el fin? -preguntó Calvo.<br />
Mejil<strong>la</strong>s Rojas c<strong>la</strong>vó <strong>la</strong> mirada en el ga<strong>la</strong>ctógrafo como si pudiera encontrar una<br />
respuesta en <strong>la</strong> representación tridimensional que ofrecía.<br />
-No lo sé. Mirad, cuando yo muera, <strong>la</strong> situación aún no será demasiado ma<strong>la</strong>. Después<br />
irá empeorando, pero no pienso obsesionarme pensando en ello. Que se preocupen<br />
otros... Yo me habré ido, y los buenos tiempos también..., puede que para siempre. Por<br />
cierto, no soy el único que piensa así. ¿Habéis oído hab<strong>la</strong>r de alguien l<strong>la</strong>mado Hari<br />
Seldon?<br />
-C<strong>la</strong>ro -se apresuró a decir Nariz Ganchuda-. Fue primer ministro durante el reinado de<br />
Cleón, ¿no?<br />
-Si -dijo Mejil<strong>la</strong>s Rojas-. Es científico, y hace meses asistí a una conferencia suya. Me<br />
alegró saber que no soy el único que cree que el Imperio se está desmoronando. Seldon<br />
dijo...<br />
-¿Dijo que todo se está yendo al cuerno y que se aproxima una edad oscura que no<br />
tendrá fin? -le interrumpió Calvo.<br />
-Bueno..., no -replicó Mejil<strong>la</strong>s Rojas-. Es un tipo muy cauteloso, ¿sabéis? Dijo que<br />
podría ocurrir, pero se equivoca. Ocurrirá.<br />
Seldon ya había oído bastante. Fue cojeando hacia <strong>la</strong> mesa que ocupaban los tres<br />
hombres y puso una mano sobre el hombro de Mejil<strong>la</strong>s Rojas.<br />
-Señor -dijo-, ¿puedo hab<strong>la</strong>r un momento con usted?<br />
Mejil<strong>la</strong>s Rojas dio un respingo y alzó <strong>la</strong> mirada.<br />
-Eh, usted es el profesor Seldon, ¿no? -dijo.<br />
-Siempre lo he sido -dijo Seldon, y le entregó una tarjeta de referencia con su<br />
fotografía-. Me gustaría que fuera a mi despacho de <strong>la</strong> biblioteca pasado mañana a <strong>la</strong>s<br />
cuatro de <strong>la</strong> tarde. ¿Le será posible ir?<br />
-Tengo que trabajar.<br />
-Si no hay otra forma de arreg<strong>la</strong>rlo diga que está enfermo. Es muy importante.<br />
-Bueno, señor, no estoy seguro de si...<br />
-Hágalo -dijo Seldon-. Si eso le crea alguna c<strong>la</strong>se de problema yo me encargaré de<br />
resolverlo. Mientras tanto, caballeros, ¿les importa que estudie <strong>la</strong> simu<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> ga<strong>la</strong>xia<br />
durante un momento? Hace mucho tiempo que no veo una.<br />
Los tres asintieron en silencio, aparentemente muy impresionados ante <strong>la</strong> proximidad<br />
de alguien que había sido primer ministro. Los tres hombres fueron retrocediendo uno a<br />
uno para permitir que Seldon tuviera acceso a los controles del ga<strong>la</strong>ctógrafo.<br />
Seldon a<strong>la</strong>rgó un dedo hacia los controles y el color rojo que indicaba los contornos de<br />
<strong>la</strong> provincia de Anacreonte se esfumó. La ga<strong>la</strong>xia recobró su apariencia original y volvió a<br />
convertirse en un torbellino de nieb<strong>la</strong> cuya luminosidad aumentaba poco a poco hasta<br />
crear <strong>la</strong> esfera resp<strong>la</strong>ndeciente del centro, detrás del que se extendía el agujero negro de<br />
<strong>la</strong> ga<strong>la</strong>xia.<br />
Las estrel<strong>la</strong>s no podían distinguirse a menos que se aumentara el tamaño de <strong>la</strong><br />
simu<strong>la</strong>ción, pero en ese caso <strong>la</strong> pantal<strong>la</strong> sólo mostraría una parte de <strong>la</strong> ga<strong>la</strong>xia y Seldon<br />
quería ver<strong>la</strong> entera: quería echar un vistazo al Imperio que se estaba desvaneciendo.