10. Hacia la Fundación
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
En Hacia la Fundación, Isaac Asimov continúa narrando la biografía de Hari Seldon, que empezó a relatar en Preludio a la Fundación. El libro comienza en Trántor, la capital del Imperio Galáctico, 8 años después de los sucesos ocurridos en Preludio a la Fundación. En esta novela se muestra como Seldon desarrolló su teoría de la psicohistoria desde el concepto hipotético hasta una aplicación práctica a los sucesos del Imperio Galáctico.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Después miró a Seldon y meneó <strong>la</strong> cabeza.<br />
-Odio esa cosa. Pesa más que el pecado y da un calor insoportable. Cuando <strong>la</strong> llevo<br />
puesta significa que tengo que soportar un sinfín de pa<strong>la</strong>bras carentes de significado y he<br />
de estar de pie como una estatua. Cleon nació para ello y tenía el aspecto adecuado para<br />
ese tipo de cosas. Pero yo no, y tampoco tengo el aspecto que se espera de un<br />
emperador, tan sólo <strong>la</strong> desgracia de ser tercer primo suyo por el <strong>la</strong>do materno y de que<br />
eso me cualifique como emperador. Me encantaría vender<strong>la</strong> por una suma muy pequeña.<br />
Hari, ¿le gustaría ser emperador?<br />
-No, no, ni soñarlo -replicó Seldon, y se rió-. No os hagáis ilusiones.<br />
-Pero dígame... ¿Quién es esta joven tan extraordinariamente hermosa que se ha<br />
traído con usted?<br />
Wanda se ruborizó.<br />
-No debe permitir que <strong>la</strong> haga sentirse incómoda, querida mía -dijo el emperador con<br />
voz jovial-. Una de <strong>la</strong>s pocas prerrogativas que posee un emperador es el derecho a decir<br />
lo que le dé <strong>la</strong> gana. Nadie puede protestar o llevarle <strong>la</strong> contraria, y lo único que pueden<br />
decir es «Alteza»... pero no quiero oír ningún «Alteza» saliendo de sus <strong>la</strong>bios. Odio esa<br />
pa<strong>la</strong>bra. Llámeme Agis aunque no sea mi verdadero nombre. Es mi nombre imperial, y he<br />
de acostumbrarme a él. Bien... Cuénteme qué ha estado haciendo Hari. ¿Qué le ha<br />
ocurrido desde que nos vimos por última vez?<br />
-He sido atacado en dos ocasiones -dijo <strong>la</strong>cónicamente Seldon.<br />
El emperador no parecía estar muy seguro de si Seldon bromeaba o hab<strong>la</strong>ba en serio.<br />
-¿En dos ocasiones? -preguntó-. ¿De veras?<br />
Seldon le contó <strong>la</strong> historia de sus agresiones mientras el rostro del emperador se<br />
ensombrecía a medida que lo hacía.<br />
-Supongo que no había ningún agente de seguridad cerca cuando esos ocho hombres<br />
le amenazaron...<br />
-Ni uno.<br />
El emperador se puso en pie y les hizo una seña para que siguieran sentados.<br />
Después empezó a ir y venir por <strong>la</strong> habitación como si pretendiera disipar parte de <strong>la</strong> ira<br />
que sentía mediante el ejercicio físico, y acabó volviéndose hacia Seldon.<br />
-Durante miles de años, siempre que ocurría algo así <strong>la</strong> gente decía: ¿Por qué no<br />
recurrimos al emperador o «¿Por qué el emperador no hace algo?» -dijo-. Y, en última<br />
instancia, el emperador podía hacer algo y hacía algo aunque no siempre obrara de <strong>la</strong><br />
forma más inteligente, pero yo... Hari, no puedo hacer nada. Absolutamente nada...<br />
»Oh, c<strong>la</strong>ro, existe lo que se l<strong>la</strong>ma Comisión de Seguridad Pública, pero quienes <strong>la</strong><br />
forman parecen más preocupados por mi seguridad que por <strong>la</strong> del público. Usted no es<br />
muy popu<strong>la</strong>r entre ellos, y me asombra que haya podido concederle esta audiencia....No<br />
puedo hacer nada acerca de nada. ¿Sabe qué le ha ocurrido a <strong>la</strong> posición del emperador<br />
desde <strong>la</strong> caída de <strong>la</strong> junta y <strong>la</strong> restauración del..., ¡ja...!, del poder imperial?<br />
-Creo que sí.<br />
-Apuesto a que no del todo. Ahora tenemos una democracia. ¿Sabe qué es <strong>la</strong><br />
democracia?<br />
-Desde-luego que sí.<br />
Agis frunció el ceño.<br />
-Seguro que cree que es beneficiosa -dijo.<br />
-Creo que puede serlo.<br />
-Bueno, pues ahí lo tiene... No lo es. Ha puesto el Imperio patas arriba.<br />
»Supongamos que quiero que haya más agentes de Seguridad en <strong>la</strong>s calles de<br />
Trantor. En los viejos tiempos cogería <strong>la</strong> hoja de papel que preparaba el secretarlo<br />
lmperial y <strong>la</strong> firmaría con una floritura..., y habría más agentes de seguridad en <strong>la</strong>s calles<br />
de Trantor.