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Un rey golpe a golpe

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100sagrada unidad de la patria. Con todos estos factores de por medio, las relaciones del monarca conAdolfo Suárez comenzaron a ponerse tensas hasta llegar a un punto sin retorno.Juan Carlos escuchaba a Felipe, Fraga, Armada, Milans... en su papel de "árbitro" de España, paraintermediar entre ellos y el presidente. Y acabó con un impulso que le dieron desde el exterior(como en prácticamente todas sus decisiones políticas importantes), que inclinó la balanza a favorde los primeros. Juntos comenzaron a elucubrar posibles soluciones al problema, a hacer planes queacabaron cristalizando el 23 de febrero de 1981. Suárez solía decir en privado: "El <strong>rey</strong> a mí no meborbonea". Y prefirió presentar él mismo la dimisión cuando lo c<strong>rey</strong>ó oportuno, para que JuanCarlos no tuviera la oportunidad de utilizarlo cuando más le conviniera. Pero todo esto no se podríaentender fuera del contexto de la preparación del <strong>golpe</strong> del 23-F. Sólo hace falta decir, por elmomento, que su salida de la Moncloa fue dura, aparte de los 200 millones de pesetas que le dio elEstado, a propuesta del mismo Juan Carlos, para paliar su delicada situación económica. CuandoSuárez presentó su dimisión, en algún momento de la conversación que mantuvieron, de la cual sedesconocen bastantes detalles, el <strong>rey</strong> le prometió además un ducado. Después, lo consideró excesivoy quiso volverse atrás, pero Suárez insistió y evitó que pudiera retirar la oferta. A diferencia deotros (como Arias Navarro o, posteriormente, Sabino Fernández Campo), lo utilizó profusamente, eincluso se hizo bordar en las camisas una corona ducal. Suárez también quería el Toisón, quepensaba que se merecía por lo menos tanto como Torcuato Fernández Miranda, pero no se lodieron. Quizás para humillarlo, Juan Carlos le otorgó, en cambio, el penoso José María Pemán (el20 de mayo de 1981), por los servicios prestados y la lealtad a la institución monárquica. Suárezdesapareció del mapa político, pese a los vanos intentos por volver a la cumbre con un partidonuevo, el Centro Democrático y Social (CDS), que hoy en día lidera otro fracasado con respecto alas relaciones con el monarca, Mario Conde. Pero Suárez, desde 1981 hasta ahora, ha seguidocumpliendo un papel de mediador, de hombre con influencia en las altas esferas, gracias al poderque dan años de secretos compartidos. Cuando se fue, el <strong>rey</strong> le escribió una carta de despedida:"Para Adolfo, Amparo y sus hijos, y para la Historia...", en la que se justificaba por el hecho dehaberlo abandonado. <strong>Un</strong>os años más tarde, cuando Suárez negociaba con una editorial lapublicación de sus memorias, el <strong>rey</strong> le telefoneó: "¡A ver lo que vas a escribir!" No se volvió ahablar de las memorias nunca más. Al parecer, Suárez tiene todos sus documentos microfilmados ydepositados en la caja fuerte de un banco suizo.

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