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Un rey golpe a golpe

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62No se sabe exactamente con qué anticipación empezó a trabajar el equipo de Juan Carlos para tratarde conseguir la aprobación sin problemas de su nombramiento por parte de las Cortes. Pero desde elmes de noviembre tenían preparada la "Documenta", una especie de currículum, resumen de lasactividades del príncipe, que el día del juramento distribuirían a los procuradores y a la prensa.También con meses de antelación, con el propósito de asegurarse el voto de la Falange, Juan Carlosse reunió con su representante más destacado, Antonio Girón de Velasco, en una comida en elrestaurante Mayte Comodoro. Juan Carlos intentó ser simpático y le preguntó si le podía tratar detú. "Mientras no me insulte, usted me puede llamar como quiera". Girón se desahogó explicándolelas escenas del Movimiento Nacional y, cuando acabó, el príncipe soldado también hizo su párrafo:él era un militar y como militar asumía el patriotismo y muchos de los postulados de Girón. Eso sí,como él no era el Generalísimo Franco, dijo un poco de broma, tenía que ir a mear. Y es que lacontinencia de Franco, que no se movía de la mesa del Consejo de Ministros durante todo unamañana, era uno de los tópicos del Régimen. En definitiva, la reunión fue un éxito. Juan Carlos lehabía caído francamente bien y Girón decidió apoyarle. Al cabo fue fundamental el "sí" rotundo delprimer falangista de España, como motor que arrastró a todos los otros. A mediados de junio, JuanCarlos viajó de nuevo a Portugal para pasar unos días en familia. Antes de marcharse, había pasadopor el Pardo para despedirse del Generalísimo. "Venid a verme cuando regreséis, porque tengo algoimportante que deciros", le había anunciado. Y, todavía antes, había hablado con López Rodó, que,por su parte, le había adelantado que estuviera preparado. Pero en Estoril no dijo nada de estasconversaciones. Bien al contrario, le aseguró a Don Juan que todavía no sabía absolutamente nadade la sucesión y que, si quería, se iba a Portugal con Sofía y los niños, apuntando, eso sí, que siseguía en España y Franco lo proponía como sucesor, no le quedaría otro remedio que aceptarlo,porque si no, Franco nombraría a Alfonso de Borbón y Dampierre.Claro está que, en todo caso, no fue lo suficientemente rotundo porque, una vez en Madrid, JuanCarlos le dijo a López Rodó que no había podido adivinar cuál sería la actitud de su padre cuandose produjera el hecho. El problema siguió así hasta que, en julio, Sainz Rodríguez tuvo latrascendental y decisiva entrevista secreta con Juan Carlos en Madrid, que le aseguró: "No sepreocupe por su padre. De su buena reacción me encargo yo".Apenas unos días después, el 12 de julio de 1969, Juan Carlos recibió la esperada llamada telefónicade Franco. Durante la cita, tras la comida en el Pardo el dictador le comunicó finalmente su decisiónde designarlo como sucesor, así como las fechas previstas a tal objeto. "De acuerdo, mi general,acepto". Franco sonrió imperceptiblemente y le dio un abrazo. Cuando el príncipe salió deldespacho, pudo ver que ya estaba allí el embajador de España en Lisboa, a quien acto seguidoFranco entregaría una carta que ya tenía preparada para Don Juan, para que la llevarainmediatamente a Estoril.No bien Juan Carlos llegó a La Zarzuela, llamó por teléfono a Villa Giralda, pero no se atrevió adecir nada, ni siquiera a su madre, y se limitó a anunciar que Nicolás Mondéjar salía aquella nochepara llevarle una carta a su padre. La carta de Franco para Don Juan, encabezada por "Mi queridoInfante", le anunciaba la decisión y añadía: "Quiero comunicároslo y expresaros mis sentimientospor la desilusión que pueda causaros, y mi confianza de que sabréis aceptarlo, con la grandeza deánimo heredada de vuestro augusto padre D. Alfonso XIII". Y, aparte, se permitía prevenirle"contra el consejo de aquellos seguidores que ven defraudadas sus ambicionas políticas". Cuando laleyó, Don Juan exclamó: "¡Qué cabrón!". Y rápidamente, igual que para todas las misiones

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